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Opinión

¿Qué pasaría?

¿Qué pasaría?

Por: Juan Bautista Pasten G.


Para comenzar, es necesario puntualizar dos aspectos: 1. Los filósofos, como los niños, se consideran los grandes interrogadores y cuestionadores de la realidad, tal como expresamos en columnas anteriores. Ambos hacen tambalear el piso argumentativo de los adultos (en el caso de los niños) y de quienes se consideran o son consideradores como sapientes (en lo que compete a los filósofos). 2. Las preguntas más simples suelen ser las más difíciles de responder; por ejemplo, ¿quién eres?, ¿qué haces?, ¿dónde habitas? o ¿qué quieres?

Por lo pronto, en el contexto indicado, surge la interrogante que da título al presente artículo, vale decir, “¿Qué pasaría?”.

Son dos palabras sencillas, pero si las acompañamos de otros conceptos, bien pueden poner en aprieto a lectores u oyentes o – lo que es aún mejor – pueden instarlos a buscar las respuestas y, por consiguiente, propiciar las maneras y formas de concretar lo interrogado y/o cuestionado.

Por cierto, toda pregunta lleva implícita una intencionalidad, un motivo y una consecuencia, si bien, muchas veces, esto es inconsciente para los propios “interrogadores”. En esta instancia, es menester hacer una salvedad respecto de los filósofos, los cuales, generalmente, conocen a priori – antes de preguntar – lo que intentan generar en las personas. Como ejemplo, tenemos el caso de Sócrates que se denomina a sí mismo como” un tábano”, o sea, un mosquito que aguijonea – con preguntas - a quienes le escuchan, con el fin de hacerles “despertar”, que tomen consciencia de su existencia y de la sociedad en la que habitan.

Ahora bien, luego de este escueto exordio, demos curso a las interrogantes que siguen al “qué pasaría”. Espero que los efectos (léase respuestas) constituyan el germen de pensamientos, actitudes y comportamientos que devengan en el bienestar personal y colectivo:

  1. ¿Qué pasaría… si los humanos concretamos, efectivamente, todos los buenos ideales y valores en los creemos o profesamos?
  2. ¿Qué pasaría… si el respeto a todas las personas, independiente de sus características internas y externas, sea una realidad?
  3. ¿Qué pasaría… si los adultos recuperamos el sentir, la alegría y la comprensión que tienen los niños?
  4. ¿Qué pasaría… si los límites y fronteras inventadas por los humanos sean solo un recuerdo lejano?
  5. ¿Qué pasaría… si las banderas, que califican y dividen, sean reemplazadas por representantes de la flora y la fauna?
  6. ¿Qué pasaría… si la educación y la cultura sea la base fundamental de las sociedades?
  7. ¿Qué pasaría… si, realmente, cuidamos y protegemos la naturaleza y dejamos de destruirla?
  8. ¿Qué pasaría…si nos damos cuenta que todos somos seres universales, con un breve paso por la Tierra?
  9. ¿Qué pasaría… si tenemos la suficiente tolerancia para aceptar a quienes son distintos de nosotros?
  10. ¿Qué pasaría… si el Amor sea la verdadera ley?
  11. ¿Qué pasaría… si la evolución de la Consciencia permita vivir en armonía y paz?
  12. ¿Qué pasaría… si nos transformamos en lo que somos, en seres luminosos y creadores?

En fin, los “¿qué pasaría?” pueden extenderse por largas páginas. Por ahora, dejo a los lectores la tarea de responder a las interrogantes planteadas, así como añadir todas aquellas que consideren pertinentes, siempre en vistas del bien, la belleza y la verdad.

Además, insto a compartir y conversar este cuestionario con quienes les circundan, que el diálogo permita visualizar y construir el mundo mejor que todos los humanos necesitamos.

P.D. El título de esta columna fue obtenido de un texto del eximio poeta y escritor uruguayo Mario Benedetti.

*Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile

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