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Opinión

Primera vuelta de la elección presidencial

Primera vuelta de la elección presidencial

Por: Edgardo Ramírez


Ganar la elección a la presidencia de la república, no debe ser un acto de vanidad personal ni un modo de protección a los privilegios de los detentadores del poder, sino un acto democrático de gran responsabilidad porque involucra los anhelos de la sociedad.

Este domingo se está realizando la primera  vuelta de la elección a la presidencia de la república, y se lleva a cabo en medio de una tensión social jamás vista, por la polarización y enfrentamiento entre los distintos grupos que participan en la contienda presidencial.

Todo parece indicar que el candidato Gustavo Petro, tendría la mayor votación del certamen debido a que fue el único de los candidatos que llenó las plazas públicas del país, e hizo los planteamientos más novedosos en materia económica, social, de mercado internacional, de la producción, el empleo, la seguridad y la paz.

Si bien los candidatos presidenciales se refirieron a temas específicos de seguridad, el subsidio a los que carecen de pensión, el respeto a los derechos adquiridos, la prevención en la salud, el aumento de los recursos para educación, el medio ambiente, el desarrollo agrícola, pareciera que no fueron propuestas suficientes ni en la campaña ni en los debates.

Los debates presidenciales se venían convirtiendo en un escenario de insultos, sin propuestas serias por algunos candidatos. Solamente el último debate con participación de Gustavo Petro, Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo, se observó un análisis más de fondo por parte del candidato Gutiérrez, como si hubiesen conocido de antemano el cuestionario del debate, debido a que sus exposiciones estaban siempre ausentes de ideas de fondo en la solución de los asuntos públicos.

La sintonía de la juventud con propuestas  comunes de los candidatos Gutiérrez y Fajardo,  no tuvo la suficiente fuerza para convencer a ese electorado que aspira a que sean nuevas personas quienes dirijan el país, y no los mismos protagonistas de la política nacional que han llevado al país a los grandes desaciertos económicos y la adopción de modelos de políticas obsoletas y fracasadas internacionalmente, que han generado desigualdades sociales y protestas, de las cuales las gentes están hastiadas, lo que hace necesario un viraje pronto y radical en el modelo de sociedad y las relaciones humanas.

La muerte,  el desprecio por los demás, el desconocimiento de los derechos no debe ser la moneda de libre curso de los pueblos, sino la reconciliación y la hermandad que deponga los odios y la exclusión para que exista concordia y convivencia entre los colombianos.

Los malos ejemplos de quienes rechazan la paz y desean la guerra  de los grupos sociales con la “ley” del más fuerte, como ha sucedido en escuelas de otros países con rifles de asalto que generan crueles asesinatos de niños, debe ser rechazado por la sociedad para cederle el paso a la concordia y la unión, como elementos indispensables de cohesión y la paz social.

Solamente con independencia de los poderes del Estado y sus necesarias reformas integrales se podrá llevar al país a buen destino. Para ello, los ciudadanos deberán acompañar al nuevo Presidente en un acuerdo fundamental mediante una reforma a la justicia, la descentralización,  el sistema laboral, las reformas a los acuerdos de TLC, entre otras, para la protección de la democracia.

Estas elecciones son cruciales por el cambio que requiere la ciudadanía que ha estado ausente de las grandes decisiones nacionales, para una renovación de las costumbres, personas y modos de enfrentar los cambios del mundo.

Si se continúa con el enfrentamiento, la inseguridad y la corrupción sin un sentimiento progresista que nos una en torno a propósitos comunes, será difícil para que el nuevo presidente pueda cumplir con las propuestas que han venido planteando para una Colombia más digna y más igualitaria.

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