Opinión
Paz con tierra
Finalizado el conflicto armado con las Farc-ep que tuvo como escenario predilecto la ruralidad colombiana, queda la expectativa sobre cómo asimilan los citadinos el acuerdo final, especialmente en los grandes centro urbanos, frente a los anhelos de las zonas donde el conflicto surgió, se desarrolló y se mantuvo hasta el pasado 29 de agosto, día cero de la Colombia sin confrontación armada con el más antiguo grupo insurgente del mundo.
Para los tolimenses y muy especialmente para el suroccidente y suroriente del departamento el punto primero del Acuerdo que trata sobre Reforma Rural Integral resulta vital en la concreción de una paz verdadera y sostenida.
El conflicto armado que surgió de las luchas de campesinos y colonos de Cunday, Icononzo, Villarrica, Ataco, Planadas, Rioblanco, Chaparral, Roncesvalles y San Antonio, unidas estas luchas a las históricas y aún no resueltas del conglomerado indígena de Ortega, Coyaima, Natagaima y Chaparral encontró en campesinos cafeteros y en indígenas su soporte en vinculación de hombres para las armas.
Obsérvese que Isauro Yossa, Jacobo Prías Alape, Jaime Guaracas provienen de comunidades indígenas, mientras Pedro Antonio Marín, Ciro Trujillo, Joselo Losada y el mismo Jorge Hernández Barrios precursores de las Farc provienen del campesinado campesino cafetero.
Las guerrillas denominadas autodefensas campesinas apoyadas por el partido comunista a partir de 1952 hasta la toma de Marquetalia tuvieron como zona de surgimiento y desarrollo los territorios de cordillera sujetos a colonización y lucha por la tierra. Sus antecedentes son esencialmente agrarios.
Como lo anota Catherine LeGrand en el libro Pasado y Presente de la Violencia en Colombia, “los colonos que se instalaron en regiones aisladas unían esfuerzo para abrir trochas de mulas hasta la población o el río navegable más cercano. Así mismo enviaban solicitudes apremiantes al gobierno para que les construyera caminos de penetración que les permitiera irrumpir en la economía de mercado.” Gran parte de los predios cafeteros de la región surgieron de la colonización de terrenos baldíos y de la lucha con terratenientes usurpadores de los mismos o que los habían recibido como en el caso del oriente del Tolima a modo de compensación por los servicios prestados al gobierno conservador en la Guerra de los Mil Días con el achaque de colonizar las tierras e incrementar la frontera cafetera.
El conflicto de tierras se tornó en conflicto armado y luego de más de ochenta años, salvo algunos intentos fallidos de reforma agraria y titulación de predios campesinos desde la ley 200 de 1936, la región del flanco oriental de la Cordillera Central desde el Nevado del Huila en Planadas hasta el Páramo de Yerbabuena en Roncesvalles sigue clamando por solución en la tenencia de la tierra y sigue enviando las mismas solicitudes apremiantes de sus abuelos.
A Echandía sus paisanos lo tildaron de comunista por haber iniciado la titulación de tierras en la región de Irco en su Chaparral , envió juez de tierras quien tuvo que abandonar el empeño desterrado. En esa misma región se originaría años después la resistencia armada campesina o autodefensa encabezada por Isauro Yossa.
Hay razones suficiente para esperar un justo tratamiento cuando aún muchos campesinos están clamando por la titulación de los predios ancestrales y que se haga realidad la consideración que se hace en el acuerdo : ”una verdadera transformación estructural del campo requiere adoptar medidas para promover el uso adecuado de la tierra de acuerdo con su vocación y estimular la formalización, restitución y distribución equitativa de la misma, garantizando el acceso progresivo a la propiedad rural de quienes habitan el campo y en particular a las mujeres rurales y la población más vulnerable, regularizando y democratizando la propiedad y promoviendo la desconcentración de la tierra, en cumplimiento de su función social.”
No se trata de volver a pescar de noche sino además de tener la tranquilidad de que se trabaja en predio propio.
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