Por Rubén Darío Garay Triana. - Magister: Dirección Estratégica Especializada en Gerencia HSEQ y prevención de riesgos laborales..

Nos enfrentamos a una amenaza de difíciles cambios ambientales globales, es importante aceptar la realidad objetiva del cambio climático y su impacto sobre la variabilidad climática en una idea que en virtud del principio de precaución podamos modificar tales comportamientos individuales que afectan lo colectivo.

Podríamos asumir que los problemas ambientales son contrariedades de las conductas de los agentes socioeconómicos, culturales, políticos, productores y consumidores; El problema se magnifica cuando se considera la creciente cantidad de población y el desarrollo urbanístico y agrícola desmedido y sin planificación.

Durante décadas las acciones antrópicas han impactado de manera agresiva sobre el medio, cuyas consecuencias, en muchas ocasiones, han alcanzado peligrosas teñiduras de irreversibilidad. En algunos aspectos se ha llegado a provocar y/o potenciar verdaderos impactos como lo son, alteración de ecosistemas, desaparición de especies, erosión acelerada, quemas descontroladas, asentamientos suburbanos en zonas de riesgo no mitigable etc. Y es allí donde muchas veces nos preguntamos: ¿La variabilidad climática aumenta el riesgo de incendios forestales?

• Puede leer: Ecoeficiencia, ganancia productor-consumidor

Una vez más, trágicas noticias sobre los incendios forestales han ocupado la atención de los medios de comunicación durante estos últimos días. No me quiero equivocar, pero el 10 de agosto del presente año el Comandante de Bomberos oficiales de Ibagué reportaba más de 70 incendios forestales atendidos, esto solo en lo corrido del mes de agosto del presente año, es decir un promedio de siete incendios por día, donde muchos de estos podrían ser provocados por manos criminales o por comportamientos humanos intencionales o no intencionales o por malas prácticas agrícolas.

Cada vez más cientos de hectáreas son afectadas por incendios que afectan nuestros bosques, laderas y planicies agrícolas, llevando consigo el desplazamiento y muertes de cientos de especies, la pérdida de flora y cultivos, esto supone un problema ambiental y de seguridad ciudadana.

Los incendios forestales deben estar en lo más alto de las agendas políticas y no deben abordarse cuando llega la temporada de menos lluvias que elevan las temperaturas y consigo la aparición del fuego, sino previniendo mucho antes, con una gestión adaptada a esta nueva realidad.

Es triste que cuando camino por la vegetación quemada de las diferentes zonas verdes y los bosques del municipio, me es imposible no sentir dolor. Qué dolor me da ver árboles con sus cuerpos desnudos y tiznados, petrificados, sin hojas susurrando, sin pájaros calentado sus nidos, sin poder generar sombra, sin crecer más, como esqueletos, siendo el fiel testimonio de lo que alguna vez allí   ocurrió.