Opinión
Libertad Interior o el poder de ser Uno Mismo
Hasta ahora, hemos examinado diversas manifestaciones de la Libertad ( moral, natural, política). Todas ellas son proyectivas, es decir, expresan anhelos, ansias o concreciones de la libertad hacia el exterior, hacia la sociedad o mundo en que vivimos y habitamos.
En efecto, es esa libertad que busca - de uno u otro modo -realizarse y consolidarse en la realidad física, corporal, en medio de la humanidad de la que somos parte.
Por lo pronto, hemos observado diversas limitaciones - personales y /o sociales- para el logro efectivo de tan deseado valor, derecho y oportunidad.
Históricamente y hasta nuestros días, el anhelo de libertad óptima y creciente ha estado presente en todo sitio donde los humanos han frecuentado y vivido.
Es preciso señalar que la libertad, en cuanto derecho humano universal, existe sólo desde el año 1948, con el surgimiento de la Organización de las Naciones Unidas ( ONU), la cual la establece como privilegio de toda persona, en todo evento, circunstancia y lugar.
No obstante, desde los ignotos orígenes del ser humano, la libertad ha estado circunscrita, coercionada o ha sido privilegio de algunos humanos en desmedro de otros.
Los motivos de esto son diversos y amerita uno o muchos más artículos y análisis, que esperamos ir desarrollando en el transcurso de estas columnas.
- (Puede leer: La Libertad como derecho político)
Ahora bien, es menester puntualizar dos interrogantes fundamentales en este escenario; estas son las siguientes: ¿la libertad solo existe en el contexto de una sociedad?, o más profundamente, ¿solo se es libre realmente en la medida que sabemos cada vez más de nosotros mismos?. Efectivamente, la libertad como derecho, es necesariamente social, pero tal libertad podría ser un velo que encubre y/o disfraza la auténtica Libertad.
Ciertamente, es un tema algo difícil de entender y asimilar de manera inmediata, pero es imprescindible examinar para resolver, dilucidar y realizar nuestro verdadero ser en el mundo y en la vida.
En efecto, la disyuntiva indicada tiene diversos apelativos. Nosotros la llamaremos Libertad interior, íntima, interpersonal, transpersonal o, más específicamente, como Autoconocimiento.
Por cierto, del conocimiento de sí mismo, amplio, creciente y primordial, hemos leído y escuchado desde tiempos ancestrales, aunque nunca ha sido plenamente comprendido y, menos aún, aplicado.
- (Lea también: La ley de origen)
Pues bien, a nuestro juicio, esta Auto- comprensión constituye el fundamento de toda real y efectiva concreción de la Libertad. No puede pretenderse hablar e, incluso, luchar por libertad sin, previamente, descubrir quiénes somos verdaderamente, lo cual debe cada persona descubrirlo en sí mismo, en la soledad consigo y con el Todo, no esa soledad que enajena, sino aquella que perfecciona y potencia constantemente. Ahí y solo ahí, nacerá la verdadera Libertad.
Sin duda, es una temática larga y profunda, pero también fascinante e ineludible si queremos crecer como seres vivos, cada vez más autónomos, más humanos, cósmicos, universales y divinos.
Solo entonces podremos pensar, hablar, escribir y vivir como personas auténticamente libres.
La libertad, por consiguiente, es un derecho, pero también es un deber y una responsabilidad de toda persona. La Vida y la humanidad quiere y necesita seres libres, capaces e inteligentes.
El surgimiento y desarrollo de seres humanos sanos, educados y libres es una necesidad social, política, valórica y esencial en la construcción del Nuevo Mundo.
"Conocerás la Verdad y la Verdad te hará libre". Jesús.
"Si no tienes libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?". Arturo Graf, poeta italiano.
"Cuál es el primer deber del hombre? La respuesta es muy breve: Ser uno mismo". Henrik Johan Ibsen, poeta y dramaturgo noruego.
* Docencia e investigación en Filosofía.
Universidad de Chile.
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