Opinión
Las vacunas que no alcanzan
Por: Humberto Leyton
La luz que se ve al final del túnel es un resplandor que tenuemente se insinúa al final de un recorrido pandémico que ha costado la vida a millares de personas, una crisis económica devastadora, la cancelación de actividades, despidos masivos, el nacer de cepas más rápidas y contagiosas y vacunas que llegan pero no alcanzan.
Es la ruleta macabra que nos ha tocado vivir en un juego infernal, donde los infectólogos, epidemiólogos, científicos y sabios, nos han dicho que una de las formas más fácil para ganarle la partida al virus que carga la muerte, es vacunarnos, además de seguir conservando las medidas de bioseguridad como lavado de manos permanente, el aislamiento y los tapabocas o mascarillas, ojalá dobles.
Pero en este juego, como en todos los que nos da la vida, la partida al final la ganan los poderosos, los países y personas que tienen los recursos disponibles. Hoy el mundo se divide en dos: entre quienes tienen las vacunas y los que carecen de ellas. Algo así como el Manifiesto comunista que publicaran Marx y Engels en febrero de 1848, pero al revés: aquí la lucha de clases, aunque sigue vigente, se presenta en estadios muy diferentes. El enemigo oculto se ha llevado a ricos y pobres, a negros y blancos, por igual, tampoco pregunta si son mestizos, si creen o no en Dios, a todos los mide con igual rasero.
Pero el problema es que el antídoto para la peste lo están acaparando y lo han convertido en un elemento geopolítico que juega en el tablero de los que más tienen, y hasta pueden acumularlo. De todas maneras sigue siendo una lucha desigual, donde los ricos le imponen las condiciones a los pobres, así exista el mecanismo Covax (Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19) patrocinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OPS (Organización Panamericana de la Salud), que lo describen como:"(...) un proyecto de colaboración global que se puso en marcha a finales de abril de 2020, reúne a gobiernos, organizaciones sanitarias, científicos, empresas, organizaciones de la sociedad civil y filántropos, para acelerar el fin de la pandemia mediante el desarrollo y la asignación equitativa de las pruebas diagnósticas, las vacunas y los tratamientos que el mundo necesita. El Acelerador consta de cuatro pilares de trabajo: diagnóstico, tratamiento, inmunización y el fortalecimiento de los sistemas de salud".
Este Fondo, también denominado por algunos críticos como "la totuma de la limosna para las vacunas", hasta el momento, no ha pasado de ser un sueño que muchos aspiran que no se convierta en un engaño más para las naciones pobres.
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A esta discriminación hay que agregarle la corrupción que no ha faltado en toda esta tragedia que hemos vivido, donde han salido a flote los instintos más bajos del ser humano, al tomar la crisis sanitaria como un medio de enriquecimiento a costa de la vida de las personas, incluyendo obviamente las vacunas, las que se están utilizando, en algunos casos, como una mercancía a la que se le debe sacar el máximo de ganancia. De allí, no solo ha aparecido el salto de la fila por algunos que cuentas con influencias para violar las reglas de edades y vulnerabilidad, sino que se asoma un mercado negro con el fármaco en muchos países, incluyendo a Colombia obviamente. No podía estar ausente.
En medio de esta maraña de las vacunas, la política ¿politiquería? ha sido protagonista de primer orden. El gobierno uribista de Duque no desaprovecha momento alguno para sacarle partido con obvios propósitos de campaña del 2022, pese a la manera torpe y ventajosa con que ha dirigido la crisis epidémica.
Al Tolima, como al resto de departamentos del país, seguirán llegando a cuenta gotas los lotecitos de vacunas, y de seguro, los más favorecidos serán los que cuenten con la manopla uribista, como algunos de la costa Caribe; no obstante, lo que se presagia es que las vacunas, por el momento, no alcanzaran para tanta gente.
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Sin embargo, en medio de esta nefasta situación, hay algo que tal vez nos alegre escuchar: en muchos países, incluido el nuestro, donde las tasas de contagio han sido altísimas, se comienza a sentir un frágil descanso cuando los hospitales comienzan a registrar menos pacientes con coronavirus. Aquí (Colombia, Tolima e Ibagué) también las cifras han venido disminuyendo.
Y aunque tomamos con cautela este momento de optimismo, es bueno pensar que aun cuando existen avances con la vacuna para enfrentar la pandemia; es un largo túnel que tenemos que recorrer para encontrar el resplandor completo de la luz.
A estas alturas, con casi 12 meses con este monstruo invisible a cuestas, con idas y venidas, puede parecer ingenuo aferrarse a esa luz, pero son esos pequeños signos los que hacen que avancen los días con más optimismo, mientras esperamos mejores amaneceres para poder abrazar a nuestros seres queridos.
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