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Opinión

La paz a las calles

La paz a las calles
Por: Humberto Leyton

Conocidas las posiciones de los del Sí y los del No, algunas de ellas antagónicas y diametralmente opuestas, se vislumbra que la esperanza de lograr un acuerdo de paz en la etapa de ajustes, solo reside en las masas que exijan una actitud sensata de todos los actores del conflicto y, esto, solo se alcanza llenando las plazas públicas del país presionando una pronta solución.

Por fortuna, estas banderas las han comenzado a enarbolar los estudiantes y sectores juveniles a los cuales les pertenece el futuro de nuestra patria. Las próximas semanas y meses, estarán marcados por las manifestaciones y marchas en la calles de miles de colombianos que estarán exigiendo una pronta solución al limbo de la paz y que no están para nada de acuerdo con un pacto de élites como lo han propuesto algunos sectores de la derecha retardataria.

Si analizamos detenidamente lo sucedido en el plebiscito del 2 de octubre, tendremos que concluir necesariamente, que tanto los unos como los otros perdieron porque el ganador absoluto y palmario fue la abstención, con un 63 por ciento de gente que por diversos motivos no voto, mientras los otros (Sí y No) prácticamente quedaron en un empate técnico con el 18.26 por ciento y el 18.42 por ciento, lo que significa que la democracia no funciona como quisiéramos. La victoria es muy raquítica, pírrica y además, empañada con el engaño y la mentira como quedó demostrado con las revelaciones que hizo el propio gerente del No, Juan Carlos Vélez, quien admitió que se tergiversaron y manipularon los mensajes y los orientaron según regiones y estratos para buscar la “indignación” del votante, ocultando la verdad. (Recomendamos leer: ¡NO!-lo dude por favor, el camino es la paz) dónde se hace un interesante análisis del significado de la democracia.

Pero agreguemos a lo anterior, el verdadero peso político representativo que tiene el senador Álvaro Uribe, quien se apoderó del No. Ariel Fernando Ávila Martínez, en la revista Semana, en su columna “No a una mesa de tres patas” (2916/10/20) sostiene: “Sin embargo, en la vida real del día a día político, el Centro Democrático es un partido minoritario, cuenta con el 14 % del congreso y con 56 alcaldías de las 1103 del país y una gobernación de las 32 que existen; la de Casanare. Mientras que el presidente Santos, con la Unidad Nacional, controla más del 70 % del congreso y poco más de 70 % del poder local”.

Esto nos indica que un régimen presidencialista como el nuestro, la débil victoria del No, no tiene mucho margen para cambiar totalmente los acuerdos de La Habana como es el propósito del senador Uribe, ni mucho menos imponernos todo lo contrario a lo que él mismo sostenía hace 10 años, cuando ejercía como presidente y ofrecía indulto para los guerrilleros de las Farc, incluyendo crímenes de lesa humanidad y participación en política sin restricciones, incluyendo curules en el Congreso.

Seamos claros, el senador Uribe solo persigue prolongar el proceso hasta el 2018, para utilizarlo como instrumento político en la campaña presidencial y de Congreso, a fin de obtener dividendos favorables, ya lo dijo: “No importa que nos demores 20 años más negociando”.

Otra de sus aspiraciones es acabar con el punto de Justicia Transicional, le teme el senador a este tema, no quiere que se conozca la verdad de las causas del conflicto ni que los militares hablen. Sabe que su nombre saldrá a flote, así no tenga ninguna pena, puesto que el acuerdo blinda a todos los expresidentes de pagar condena alguna. Ya el C.D. presentó proyecto de ley en el Congreso, que en la práctica trata de desmontar la Justicia Transicional, ofreciendo tratamiento especial a los militares, pero estos no se comieron el anzuelo, saben que el acuerdo de La Habana en tal sentido, es mucho mejor que el propuesto por Uribe, que solo busca salvar su pellejo.

Por otra parte, está la restitución de tierras; Uribe, Ordoñez, Lafauri y compañía, se oponen férreamente a que los predios despojados por medios violentos regresen a sus verdaderos propietarios. Ya la senadora Nohora Tovar Rey, presentó el pasado 12 de octubre un proyecto de ley que tiene como objeto, según ella, brindar solución jurídica a ocupantes o poseedores de buena fe a quienes no se les permitió su legalización. En plata blanca, este proyecto persigue la titulación de tierras a los despojadores.

Estos dos puntos son el terror de Uribe, y trata bien vía renegociación del tratado de paz de La Habana, o por el Congreso, arreglarlos a tu talla, que le queden confeccionados a su gusto.

Por eso, la necesidad que la ciudadanía, en general, se empodere de los acuerdos de paz y los haga suyos, que los defienda con las modificaciones realistas que se acoten. Uribe tampoco representa a todas las tendencias del No, como ya está demostrado; solo defiende sus intereses personales y de grupo político y quiere condenar a todo el país a una prolongación eterna de la violencia.

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