Opinión
La mentira como estrategia política
Por Carlos Alberto Estefan Upegui - ExGobernador del Tolima
Mientras la política, en el buen sentido de la palabra, debería ejercerse para conseguir el bienestar general, lo que supone transparencia y honorabilidad, hace un buen rato se ha convertido en el ejercicio malsano de mentir para ganar ventaja sobre el contrario.
Cecilia Orozco Tascón el 15 de mayo próximo pasado en su columna de El Espectador titulaba: ¿un mentiroso juzgando a otros por mentir?, se refería a Álvaro Hernán Prada quien fuera representante a la Cámara por el uribismo y se declaró impedido en su calidad de miembro del Consejo Nacional Electoral (CNE), para averiguar sobre la financiación de la campaña del Presidente Petro.
Los políticos tienen fama de mentirosos. Igualmente, no tienen inconveniente como estrategia de oposición, en difamar del otro ante la comunidad. Compiten entre sí a base de mentiras.
Con el desprestigio a través de la prensa a cambio de dinero, termina por imponerse la mentira sin importar los principios de objetividad, veracidad e imparcialidad que deben regir cuando se ejerce la función de informar y educar, cuestionar e investigar.
Es lo que se conoce en la propaganda nazi de Joseph Goebbels como el efecto de la "ilusión de verdad". Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convertirá en "verdad".
Menos mal aún quedan comunicadores independientes que logran mantener su posición basados en la ética y los valores morales.
“… la mentira como estrategia política” a criterio de /Rafael Sánchez Sánchez analista político español de info Libre.(17 de julio de 2021), tiene dos acepciones: “mentir para ocultar un problema o para negar una realidad que perjudica a un partido político o al gobierno de turno, pero también acusar de mentir, haya motivo o no… al gobierno y al partido o partidos que lo sustentan."
De esas dos posibilidades, la última es la que más le preocupa especialmente por ser la que usan con frecuencia los partidos de la derecha, para desgastar a los Gobiernos contrarios.
Muchas veces se miente, pero también se acusa de mentir sin haber mentido, tal como también roban y acusan de robar a quien no ha robado.
Pero más grave aún, es quienes utilizan los cargos de control fiscal o disciplinario para hacer política y «linchar» al adversario al momento de desempeñarse en un cargo público y abrirle investigaciones sobre denuncias mentirosas. Y más grave aún, que la fiscalía, los jueces y las altas cortes se presten para este mismo fin.
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