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Opinión

La mentira como dogma

La mentira como dogma
Por: Edgar Antonio Valderrama

Se ha vuelto demasiado fácil adelantar procesos políticos, administrativos, económicos, de desarrollo y hasta deportivos con base en la mentira. En una sociedad ingenua, como la nuestra, en donde todavía  confiamos en la palabra y primero damos una vistazo la cara y luego fijamos los ojos cándidos en la mirada de quien nos miente, en calidad de amigos, todo es válido, y luego, con la frescura que otorga el cinismo, simplemente se argumenta el tema de la modernidad que exige: asesorías, indicadores, estudios, análisis, comparaciones, socializaciones que nunca se cumplen y sobre todo gestiones que se argumentan pero nunca se ejecutan para concluir al final en que todo fue una argumentación traída de los cabellos que originó solo el enriquecimiento de unos pocos, el desmedro de los recurso públicos y la falsedad de los prometido.

Durante casi tres décadas, en el caso concreto nuestro, a los ibaguereños nos han mentido: Que vamos a construir el acueducto alterno, que solucionaremos el problema del agua, que recuperaremos la malla vial, que se ampliaran las redes de alcantarillado, que el servició de salud será ejemplar, que la educación tendrá prioridad, que recuperaremos el espacio público, que bajaremos las tasas de desempleo, que se construirá un gran centro de acopio, que se solucionara el problema de movilidad, que se modernizaran los escenarios deportivos, que se erradicara la violencia y el microtráfico y lo único que es realidad, es que los impuestos suben cada vez más, pues los recursos no alcanzan para sostener la maraña de asesores que ahora resultaron más sabios y desde luego mas “abejas” que los elegidos, pues ellos son los que hacen los contactos con los “poderosos” para cargarse con las coimas y los beneficios que dejan los negociados, de obras que nunca se saldan, proyectos que nunca se terminan, planes que jamás se convierten en realidad y sobre todo permitiendo ventajas leoninas en sus actividades particulares.

¿Es la mentira de esos amigos, tan contundente, tan concluyente, tan determinante que no alcanzamos a vislumbrar si realmente existe un asomo de sinceridad en sus promesas? ¿Somos tan inocentes que nos cuesta al menos tener un asomo de duda, cuando sabemos cuáles son los personajes que los rodean? ¿No tenemos suficiente  con el largo listado de bandidos que se han descubierto saqueando los recursos del tesoro público y que por arte de ese endeble y contaminado sistema judicial, continúan campantes a la espera de un nuevo “golpe” de suerte electoral?

Culminó  un  mandato municipal  en el que estaba fincada la esperanza de una revolución del sistema de desarrollo de nuestra capital porque el alto gobierno fijo sus ojos en Ibagué, ofreció y entregó los recursos, visitó el mismo Presidente no sé cuantas veces la ciudad, le ofreció la más grande posibilidad con los Juegos Nacionales pero volvimos a caer en lo mismo y era lógico el resultado, es que los últimos años hemos creído más en los rostros que en  la ejecuciones, asimilamos más fácilmente la mentiras que las realidades y el resultado no puede ser peor. Terminamos con las mismas calles de hace décadas, sin agua, con mayores problemas de movilidad, mas problemas de inseguridad y drogadicción, con un sistema de alcantarillado colapsado, con lo poco que teníamos en escenarios deportivos convertidos en lodazales pero eso si, nuevos ricos en lujosas mansiones y portentosos vehículos que se dan el lujo incluso de ser hasta inversionistas en otros sectores del territorio nacional. Inicio un nuevo mandato y curiosamente volvemos a ver idénticas caras, los similares contratistas, y escuchamos  iguales disculpas  Definitivamente la mentira lucra y da inmensas ventajas.

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