Opinión

Ibagué y el Tolima territorio de nadie

Ibagué y el Tolima territorio de nadie
Por: Edgar Antonio Valderrama

 

[LetraCapital Letra="E"]n definitiva Ibagué y en general el Tolima, forman parte de un rincón de la patria controvertido y excepcional. Sus habitantes, en su gran mayoría, son gentes humildes, que aún no han salido del atraso cultural y tal vez por ello desconoce sus derechos y deberes.

 

Esa ignorancia, las hace sumisas, volubles, resignadas y de ello se aprovechan unos cuantos vivos que se tildan de jefes políticos, los cuales en forma audaz, logran obtener un respaldo que los ubica en los sitios de comando sin tener para ello condiciones, propuestas, responsabilidades y mucho menos  visión de la tarea que deben ejecutar para bien del terruño y sus coterráneos. Son más bien, aprovechadores que sacan ventaja de sus posiciones para obtener contratos, viáticos, cargos para sus alza fuelles y solidez para próximas aventuras políticas.

Y es que nadie se explica como un territorio con casi cinco siglos de historia todavía se encuentre en las condiciones de atraso como las que exhibe hoy, con casi todas sus poblaciones sin redes de acueducto y alcantarillado, con caminos de herradura en las que gobernantes inescrupulosos han anunciado estrafalarias sumas de inversión, como lo anunciado en las vías Líbano-Villahermosa, Cunday - Villarrica, Prado - Dolores, o Rovira -San Antonio; con instituciones educativas que más bien parecen edificaciones del Bronx por las condiciones de sus sanitarios y salones de clase; con hospitales que solo han servido para llenar el voraz apetito de gerentes ladinos e insaciables; con postes de madera a punto de caer en los que aparentemente van las cuerdas de una energía eléctrica que se presta a cuenta gotas,  mientras enormes caravanas, que ahora llaman de avanzada, recorren los villorrios haciendo promesas con candidatos a bordo para las próximas elecciones con costos sufragados por el Estado, que a su vez  se nutre de los mismos impuestos que pagan dóciles tolimenses.

Todo se vuelve promesa, todo es retórica, todo es discurso, que el Plan Sur del Tolima en donde las obras no se ven por parte alguna, que la Ley Palacio Rudas que sería la rendición del norte, tampoco se cumple, que por fin el Triángulo del Sur que arribara a 50 años de prometido e iniciado y con la pocas obras realizadas ya deterioradas¸ que el paso al pacífico, la navegabilidad del río Magdalena y tantos ofrecimientos que resbalan por la piel de indiferentes ciudadanos que no exigen, que no reclaman, que no demandan, que se acomodaron a su propia suerte.

Pero lo que llena la tapa, es ese potrero que llaman pomposamente Aeropuerto. Ese sitio de aterrizaje de pequeños aviones más parece un campo de emergencia en un apartado lugar de África y curiosamente son varios los tolimenses que han sido directores de la Aerocivil, lo que indica la inutilidad de nuestros representantes también en la rama ejecutiva.

El aeródromo está aislado por los caminos que lo circundan y lo peor es que el Gobierno anuncio la construcción de  la doble calzada hasta la Avenida Pedro J. Tafur y ya la plata asignada no les alcanza. Pero pese a ello, no se escucha una sola voz  de protesta, ni de los Senadores, ni de los Representantes a la Cámara, ni de los Diputados, ni de los Concejales, ni de los Gremios, ni de los Gobernantes, ni de los Secretarios de Despacho, ni de las rimbombantes entidades que agrupan a los Ingenieros, Arquitectos y demás ramas de profesionales existentes. Todos callan por temor a perder la posibilidad de una dádiva, de esa propina traducida en un con trato, en un nombramiento en una borona del poder. Así las cosas queda demostrado que Ibagué y el Tolima es  territorio de nadie que ya empezó a ser conquistado por aventureros de otros lares.

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