Aunque parezca prematuro, no es aventurado avizorar el futuro político del jefe de la delegación colombiana en las negociaciones de paz de La Habana, como uno de los candidatos más opcionados para ganar las elecciones de 2018.

Pese a que perdió la prueba del plebiscito del pasado dos de octubre, en un reciente Confidencial de la revista Semana (10/15/2016), se reveló que el derrotado ganó una escueta de preferencias presidenciales realizada por la firma Datexco-Company S.A. realizada para El Tiempo y la W Radio, después de conocidos los resultados inesperados de esta contienda electoral.

En efecto, según los resultados de esta medición de opinión, el personaje colombiano que más aumentó en popularidad fue Humberto De la Calle, con un 63 por ciento, que lo ubica en primer lugar, destronando a Álvaro Uribe con 56 y Germán Vargas Lleras con un 55, quienes siempre habían ocupado esas posiciones. Este impensado resultando, como lo fue el plebiscito, deja al arquitecto del derrotado proceso de paz, en un privilegiado lujar del partidor para la próxima campaña electoral.

Cuando se esperaba que la imagen del presidente Santos y De la Calle, se fueran a pique sucedió todo lo contrario, al menos en el caso del Jefe de la delegación negociadora de La Habana. La crisis que produjo la derrota del Sí, provocó la inmediata renuncia del dirigente liberal, quien asumió toda la responsabilidad del fracaso, pero el Jefe del Estado no la acepto.

Según los entendidos, De la Calle se disparó en las preferencias de los colombianos por haber asumido con entereza y carácter la situación del momento, se le reconoce su buena fe y su valentía en un país donde la responsabilidad política se diluye y las renuncias se esquivan o no existen para los responsables de las perdidas. El dirigente liberal dio una lección en este sentido.

Pero los resultados de esta encuesta, quiérase o no, independientemente del resultado de lo que suceda con los ajustes del proceso, lo cierto es que Humberto De la Calle, sin proponérselo ni buscarlo, dio a conocer su talante como un hombre de Estado, negociador flexible pero firme en las líneas rojas, capaz de levar una difícil negociación que espera nuestro país concluya con éxito, si la mezquindad del senador Uribe es derrotada en las calles y en la plaza pública por las masas que han comenzando a levantarse, tanto los del Sí como los del No, que se dieron cuenta de la manera sucia, mentirosa y manipulada como fueron engaños.

Tanto el Nobel de Paz, para el presidente Santos, como la favorabilidad en las encuestas de Humberto De la Calle, son un salvavidas al traicionero golpe que recibió el proceso de paz en el plebiscito. Pero además de esto, las consecuencias políticas que se derivan para la futura campaña electoral, es que en contravía a los pronósticos sensoriales, existe una realidad en la opinión pública, de un hombre ecuánime y transparente, que puede conciliar los intereses de los diferentes grupos democráticos en que se encuentra dividido el país.

Pienso que las perspectivas de la formación de una gran coalición política de sectores democráticos, cívicos, sociales y de avanzada, se comienza a gestar, como respuesta a la necesidad de continuar un proceso de paz que no se puede secuestrar por la mentira, el engaño y la patraña.

Sin ser pitonisos ni agoreros, estamos ante hechos sorprendentes que nos pueden hundir o sacar a flote; todo dependen del desprendimiento, la sensatez, la creatividad y la claridad con que actúen nuestros líderes, y pienso que el Jefe de la delegación del gobierno en La Habana, tiene toda la capacidad para concitar a su alrededor a todas las fuerzas mayoritarias de esta nación que desean la paz, el progreso y un futuro diferente para las nuevas generaciones a las que no le podemos negar que vivan en una patria mejor.

Además, se comienza a clarificar la figura de un dirigente que desde la adversidad surge como brújula para guiar a un país en un momento decisivo de su historia: Humberto De la Calle.