Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Opinión

Historia, leyenda y fantasía

Historia, leyenda y fantasía

Por: Roberto Ortiz Villa


Navidad, del latín “Nativitas” significa “Nacimiento”. El mundo cristiano celebraba el nacimiento de Jesús en unas ceremonias eminentemente clericales (como quien dice cumpleaños en privado). Solo hacia el año 1233, Francisco de Asís, en Greccio (Italia) materializa el “Nacimiento”  representándolo en un pesebre, en el que incluye todas las criaturas de Dios a las que él amaba tanto como buen ecologista y algo hippie (paz, amor, reconciliación y respeto por la naturaleza); el hermano buey simboliza el trabajo, el  hermano burro la humildad, las hermanas ovejas  la  comunidad, siendo el de mayor figuración el hermano gallo que canta anunciando la llegada del  mesías, de allí la famosa “Misa de Gallo” (a las 12 de la noche, en  la  que los mayores asistían con mucho fervor y los niños dormían en el regazo materno).

Además de las figuras centrales, Jesús, María y José, están los tres Reyes Magos de Oriente (Melchor, Gaspar y Baltasar), que más que magos eran astrólogos. Representaban las tres razas (europea, asiática y africana) y llegaron montados en un caballo, un camello y un elefante para conocer y rendir reverencia al “Rey de Reyes” y ofrendarle oro como rey, incienso como dios y mirra como hombre. Se dice que los tres Reyes Magos se encuentran sepultados en la Catedral de Colonia. En resumen, Francisco de Asis saca el “Nacimiento” o “Navidad” del medio monacal y lo hace popular, creando el “Espíritu del Amor, de la Reconciliación y del Encuentro de los Hombres” y este “Espíritu Navideño” invade al mundo, superando todas las diferencias, filosofías y conflictos a través de los siglos.

María y José, en su angustiosa pobreza, llegan a Belén para cumplir con el Empadronamiento y al no encontrar posada se ven obligados a refugiarse en una gruta en la que había un establo, este sería su albergue y poco aséptica sala de maternidad. Pero el milagro es múltiple, allí nace:  El Redentor, la Doctrina del Perdón y el Espíritu de la Salvación Eterna. 

El Pesebre como tal va tomando forma según el medio o región, son múltiples sus manifestaciones e interpretaciones, pero hay algo que se mantiene incólume que es el “Espíritu de Amor y Concordia”. Colombia es el país que, en Sur América, ha conservado con la mayor devoción la tradición del pesebre, adaptándolo al medio regional.          

En la región Andina se aprecian las montañas con el rio de papel plateado, cantidades de ovejas, un pastor echándole maíz a unas gallinas más grandes que unos elefantes (ni idea qué hacen estos últimos allí), unos tigres pastando (??), un espejo que hace de laguna con tres patos, dos caimanes y un gato.                  

En la Costa no faltan los pescadores y las canoas, buena parte está cubierta con papel milano azul, que obviamente asemeja al mar, las arrugas reflejan olas gigantes de mayor tamaño que las casitas de cartón a punto de ser invadidas por un tsunami.      

En los Llanos la topografía es plana con un buen número de toros y terneros (no se ven vacas). El nacimiento tiene forma de corral con una estrella en el botalón. La libertad artística es ilimitada y pueden intervenir libremente los miembros de la familia sin restricciones. 

En todas las regiones hay un punto en común, una caja de cartón forrada en papel de regalo, con maracas de totumo, pitos, panderetas de tapas de cerveza, guacharacas y tambores de lata, en el Tolima un marrano (un tambor con una cola), en los Llanos la infaltable carraca de burro. En general todo aparato o cosa que produzca un sonido tiene cabida en la informal orquesta para acompañar y cantar los villancicos de la novena.

En Quito, 1700, Fray Fernando Jesus Larrea crea los rezos de la Natividad. La poeta bogotana Bertilda Samper Acosta, “Sor María Ignacia”, redactó la novena de aguinaldos en 1886, que por generaciones se ha rezado en el país. Y que generaba la fulminante mirada de los Padres ante las risas sarcásticas de los muchachos cuando se leía: “¡Oh, santísimo José!! esposo de María y padre PUTATIVO de Jesús…”.

Cada uno de los eventos que rodean la Natividad están reflejados en las diferentes partes del mundo con un estilo propio y con algunas variaciones de fecha, ya se el 24, el 25 de diciembre o el 6 de enero, cada vez más orientada hacia los niños:

  • En México celebran las Posadas. Los niños van de casa en donde son rechazados “Fuera de aquí, no molesten” y les cierran la puerta… Hasta que llegan a la casa seleccionada en donde son recibidos con cantos (villancicos) dulces y regalos.
  • En el mundo cristiano, el 1 de enero se celebra el Adviento o venida del Mesías, con una simbología reflejada en cuatro velas que corresponden a cada uno de los cuatro Domingos hasta el 25 de diciembre.                                                                                                              
  • La noche de las velitas tiene su origen en Roma como un rito judío para glorificar la virginidad de María. En Colombia está ligada a la fiesta de la “Inmaculada Concepción” (La celebración más apoteósica se efectúa en Quimbaya – Quindío). 
  • Los regalos aparecen en las antiquísimas Fiestas Saturnales, para agradecer al dios Saturno la llegada de la luz, luego de un crudo invierno se presenta el fenómeno del “Solsticio de Invierno” (sol quieto), el día más corto y la noche más larga, (en el hemisferio norte el 21 de diciembre amanece a las 8 de la mañana y anochece a las 4 de la tarde).

En estas festividades desaparecían las diferencias sociales y se repartían por igual señores y esclavos, regalos unos a otros. Esta costumbre permanece a través del tiempo para la época de Navidad.                                                                                                      

En Italia los regalos los reparte la Abuela, quien representa a “La Befana”, amable hada que se transporta en una escoba para repartir regalos navideños a los niños.  Aquí se popularizan los colores rojo y verde (de la vegetación) que llegan con la primavera y que estaban cubiertos por la nieve.

Tradicionalmente los regalos debían ser objetos elaborados por el oferente, pero viene la industrialización y los regalos pasan a ser comprados (ahora, made in China) y solo se mantiene la costumbre de empacarlo personalmente (como una manifestación de afecto) y aparece el “papel de regalo”. Para el año 1843, Sir Henry Cole (en Inglaterra) desea compartir el Espíritu Navideño con sus múltiples amigos y pidió al pintor J.C. Hosley que imprimiera en una pequeña cartulina la escena de una reunión familiar en Navidad, incluyendo la leyenda “Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo”. El tacaño de Sir Cole, se ahorró los regalos, pero creó las tarjetas de Navidad. Los dos amigos decidieron venderlas, agregándoles un “De” y “Para”.  El negocio resultó muy lucrativo.

Los Aztecas (en México) comían el “Guajolote” para conmemorar el Solsticio de Invierno. En la conquista, los golosos Jesuitas, llevaron los Guajolotes a España en donde los llamaron Pavos de Indias. En 1528 Fray Pedro de Gante, celebró la Nochebuena con una suculenta cena y presenta por primera vez, a manteles, el Pavo de Navidad. 

Hasta aquí todo giraba en torno a la Natividad, con el Pesebre Navideño, pero el 31 de octubre de 1517, el monje Agustino Fray Martin Luder, que se cambia por Martin Luther (Lutero), se enfrenta y rompe con Roma, haciendo publica su “protesta”, fijando en la puerta de la Iglesia de Todos Los Santos de Wittenberg sus ¡Noventa y cinco Tesis!, iniciando la Reforma Protestante en el mundo Sajón. Esto revoluciona la tierra, incluyendo las festividades de la Navidad.                                

Como una de las Tesis desconocía la virginidad de María, esto destruye la filosofía del Pesebre. “Un Pesebre sin Virgen, no es un Pesebre”, por lo tanto, viene un cambio radical en las festividades Navideñas.

En el universo Nórdico (los Vikingos) celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, el dios del sol, de la lluvia y la vegetación, para lo cual adornaban y veneraban un árbol. En el siglo VIII el obispo conocido como San Bonifacio encuentra que los alemanes seguían adorando el árbol de Frey. Indignado lo derriba con un hacha. Se presenta una tormenta y solo queda en pie un Abeto de forma puntiaguda. San Bonifacio lo ve como un milagro y lo adorna colgándole a este primer Árbol de Navidad, manzanas verdes y rojas. Hoy seguimos adornando el árbol con las luces y bolas de cristal de los tradicionales rojo y verde.

 

FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO¡¡¡¡¡¡¡¡      

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