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Opinión

Expectativa vs realidad: política tolimense

Expectativa vs realidad: política tolimense
Por:  Carlos Andrés Pérez

 

[LetraCapital Letra="L"]a mejor manera de empezar este artículo es diciendo que no todas las personas piensan de la misma manera respecto a la política tolimense. Muchas personas creen que la política es el arte de gobernar; gobernar con los intereses de la comunidad en mente donde la salud y educación, entre muchas prioridades, son lo que día a día preocupa a nuestros actores en las diferentes esferas del estado.  No podría uno pensar distinto cuando en círculos políticos o grandes concentraciones en campaña, se escuchan a los candidatos hablar de lo que van a hacer por su sociedad.

 

La expectativa del pueblo es que, por fin, se cumplan estas promesas y las carreteras veredales mejoren un poco; que la seguridad y movilidad dejen de ser un cuento chino; que los niños reciban un alimento saludable; que los servicios básicos valgan la pena el costo que se cobran.

 

En fin, las muchas insuficiencias de la población convierten a los candidatos, funcionarios públicos y personalidades electas en los héroes que darán soluciones a los problemas que aquejan a la mayoría del pueblo, ya que por su precaria situación económica no pueden valerse por sí mismas.

 

Como el Tolima y su gente son necesitados, es fácil cautivar votos con promesas, pues las personas no tienen más opción que esperar a que sus dirigentes de alguna manera les ayuden con un puesto, o mejorando el funcionamiento de las instituciones del estado, donde tienen injerencia por medio de sus capitales políticos.

 

Pero, ¿por qué no creerle a un político que dice trabajar día y noche para arreglar la carretera de la vereda, cuando todos los días el campesino que lo escucha sufre por el mal estado de esta? Porque no creerle cuando habla de mejorar la salud, cuando experimentan el caos de este servicio  en el Tolima? ¿Por qué no creerle cuando habla de optimizar los servicios públicos, cuando de todas maneras hay que pagar el recibo del agua?

 

Esta es la expectativa de muchos tolimenses cuando ven y escuchan a sus guías políticos en campaña.

 

Pero la realidad es otra. Una vez que termina la elección, a la mayoría que ganan se les olvidan las promesas que hicieron al pueblo. Ahora lo importante es ejecutar el presupuesto y cumplirles a los amigos que acompañaron esta elección con dinero y votos. Desde ya, la prioridad número uno es la siguiente elección. Pero,  ¿cuáles son las tácticas usadas por los mismos para poder de nuevo hacerse con las suyas?

 

La realidad es que el pensamiento agrupado para dar soluciones a las dificultades combinadas de la sociedad es lo último que se toma en cuanta. Aquí, lo personal es lo más importante. Lo mío es la prioridad. Ahora, como lo mío es lo más trascendental, entonces lo de mi aliado político también es lo más significativo para él. Y así, lo personal de uno y del otro se convierte en lo más importante para el grupo. Tenemos ahora un lenguaje común para venderle al pueblo un discurso de unidad en torno a sus problemas pero sin olvidar que prima lo particular, y esto será respetado una vez se alcance el objetivo.

 

Entonces, si para mí fue importante tener el aval de un partido para ganar las pasadas elecciones, ahora es buscar otro partido para poder conseguir de nuevo ese objetivo. Renuncio allí, apoyo allá, pongo aquí y quito acá.

 

La expectativa es que “trabajamos” juntos por la comunidad, sin importar con quien o cual partido, ya que estamos pensando en los problemas colectivos que afectan al pueblo. Larealidad es que “trabajo” en lo mío sin importar con quien o cual partido, ya que estoy pensando en los problemas individuales que me afectan.

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