Opinión

En medio de la desesperanza

En medio de la desesperanza

Por Carlos Pardo Viña[1]

Después de la convulsa semana pasada, todos los cafés terminaban en el tema político y el común denominador en todos los contertulios era la desesperanza: tanta campaña sucia, tantos egos encontrados, tantas preguntas sin respuesta. La confusión domina la triste política local y seguramente los politólogos nos explicarán en el futuro, por qué las cosas no sucedieron como ellos las predijeron. No les será difícil, en realidad es lo que mejor hacen. 

El departamento y, especialmente Ibagué, perdieron durante las campañas que demostraron una y otra vez que no existe ningún tipo de reparo moral ni ético a la hora de intentar conseguir el poder. Seguramente las heridas sanarán y los que hoy se insultan mañana aparecerán abrazados impulsando a un candidato común, pero es claro que en política los límites se sobrepasaron y volvimos, de una u otra manera, a sembrar el odio, como si no existiera suficiente en nuestro país. La semana pasada, y quizá las anteriores, han sido una verdadera vergüenza para los líderes y representantes de una región que pasa por uno de los momentos más difíciles de su historia: alto desempleo, baja productividad, sin industria, sin vocación… sin esperanza.

Y es ese pueblo desesperanzado y polarizado, el que decidirá con su voto el futuro del departamento y del país. Sea quien sea que llegue a la alcaldía, arreglará algunas calles, cambiará nuevamente el sentido de las vías, seguirá construyendo parques (que aunque sea despreciado por algunos llamándolos parquecitos, son la retoma de la ciudad por parte de las comunidades y de ahí su importancia). Sí. Algo hará. Pero cambiar el destino económico de la ciudad, creando las condiciones para la competitividad, de tal manera que Ibagué sea atractiva desde el punto de vista económico, social y cultural para los inversionistas y se genere empleo, seguridad y la posibilidad digna de ganarse la vida pues, permítame el pesimismo, no creo. Ojalá. 

Con el departamento sucederá algo similar. Con senadores y representantes sin peso en el concierto nacional y representando a una clase política desprestigiada y dividida, la posibilidad de proyectos de inversión para el Tolima es baja. 

Pero en medio del pesimismo, hay que votar. Generalmente pierdo las elecciones. Me llaman la atención perfiles y hojas de vida que tienen poco respaldo popular, pero a estas alturas no me puedo traicionar a mí mismo. Más allá de los partidos políticos (jamás he votado por el Centro Democrático), Leonidas López tiene la hoja de vida más interesante. Ecuánime, ejecutivo, con experiencia en consolidación de proyectos de largo alcance regional y nacional. No me interesa perder ese voto. Lo pierdo con alegría. A la gobernación, votaré por Mauricio Pinto, a quien le he escuchado los proyectos más claros y al que más veo preocupado por Ibagué. 

No hablo de por qué no voto por los otros candidatos, que seguramente tendrán sus virtudes, porque creo que no es el momento de seguir dividiendo.


[1] Escritor y periodista

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