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Opinión

El voto por el cambio y la transformación del país

El voto por el cambio y la transformación del país

Por: Humberto Leyton


A pocas horas del inicio de la jornada electoral de este domingo 29 de mayo, para elegir nuevo presidente de la república de Colombia, tenemos dos propuestas en resumen: una que con un lenguaje engañoso, busca el continuismo, lo mismo que nos prometió Iván Duque hace cuatro años, y  que el uribismo lo viene haciendo desde hace 22; y otra, encabezada por Gustavo Petro y Francia Márquez que nos promete un verdadero cambio, un nuevo amanecer.

La propuesta por la vida y contra la muerte que encarnan Petro y Francia, enfrenta verdadera y realmente la plutocracia que nos ha gobernado por más de 200 años, y que hoy a través de nuestro voto tenemos la posibilidad de comenzar a derrumbar. El programa del Pacto Histórico es el único que resume, en esencia, las transformaciones que necesita el país para ser una sociedad más justa, equitativa e incluyente.

Durante toda la campaña, Petro fue el único candidato que hizo propuestas de verdaderos cambios como el modelo económico neoliberal que implementó desde la década de los 90 del siglo pasado el expresidente César Gaviria, que trajo la concentración de la riqueza en unas pocas manos, y por ende, una desigualdad social abismal que dejan más de 20 millones de personas en la pobreza, y más de siete millones en la pobreza absoluta. El hambre haciendo estragos en la población infantil y en la de adultos, motores desamparados. Un país injusto, inequitativo y excluyente.   

Por eso, son tan necesarias e inaplazables las propuestas de gobierno del líder de la Colombia Humana y del Pacto Histórico. La educación pública gratuita en todos los niveles, las reformas profundas al sistema de salud con la supresión de la intermediación mercantil que hacen las EPS, la reforma agraria integral, la reforma pensional que se extienda a los viejos y viejas vulnerables, la lucha contra la corrupción, en la que tendrá de su lado el mejor aliado, el exmagistrado Iván Velásquez, para luchar contra los grandes clanes y mafias que se roban los recursos del Estado como Reficar, Odebrecht, el PAE, el Guavio, Chirajara,  Hidroituango, los 70.000 millones de pesos perdidos de MinTic, entre tantos otros.

La protección y desarrollo de la industria nacional: confecciones, calzado, agroindustria, la política ambiental para acabar con el extractivismo, la búsqueda de energías limpias, son entre otros, proyectos que atañen a toda la ciudadanía para vivir en un país diferente al que tenemos.

Consideramos que Petro tiene soluciones viables para solucionar los problemas fundamentales que tiene nuestra nación, lejos del populismo que sus adversarios han querido endilgarle, por aquello del temor a perder el poder y los privilegios que siempre han gozado.

Entretanto, existen tres candidato más: Federico Gutiérrez, que nos ofrece más de los mismo, con la mismas palabras engañosas y mentirosas que lo hizo Duque hace cuatro años, a quien acompañan los partidos y movimientos responsables de la situación que vivimos, como el partido Conservador, el Centro Democrático, unos rancios rescoldos del partido Liberal,  la U, Mira, encabezados por sus jefes Uribe, Pastrana, Gaviria, Vargas Lleras, además de los clanes familiares como los Char, que han saqueado al país.

Federico, representa el grado máximo de la corrupción política, la vieja estirpe manipuladora y anclada en el pasado, que no quiere los cambios sino mantener sus privilegios a través del engaño, ofreciendo lo que nunca van a cumplir como ha sido la costumbre de los representantes del establecimiento.

A la par de Federico Gutiérrez, se presentan dos candidatos que en apariencia hacen oposición con propuestas maquilladas, donde uno de ellos hace de bufón, Rodolfo Hernández, que no niega su amistad con Álvaro Uribe y que le debe favores, y que reduce su programa de gobierno a frases altisonantes, emotivas y hasta groseras, pero no concreta cómo va a combatir loa corrupción, la misma de la que el propio candidato es protagonista, no solo por los diferentes videos públicos en actos de corrupción, sino por la imputación la Fiscalía le formulo por el delito de interés y celebración indebida de contratos en el que estaría favoreciendo a la empresa Vitalogic, donde uno de sus hijos está comprometido.

¿Con qué autoridad moral y ética Rodolfo Hernández nos ofrece luchar contra la corrupción, cuando él mismo está procesado por hechos de dolo?

Y en segundo lugar el profesor y matemático Sergio Fajardo, nos vende un insulso programa de cambios sociales, políticos, culturales y económicos, sin tocar las estructuras del régimen corrupto que dice combatir.

Fajardo, al igual que Rodolfo Hernández, con las diferencias obvias que registran sus propuestas, y la forma en que cada uno las defiende, en el fondo solo cumplen el papel de maquilladores del sistema que solo ofrecen retoques de pintura y de latas, pero la maquinaria y el chasis del desvencijado carro siguen iguales.

Fajardo, en los debates recientes organizados por algunos medios, cumplió el triste papel de punta de lanza y quita columnista contra Petro, cosa que ni el propio Gutiérrez hizo, para atacarlo en forma acomodaticia feroz e implacablemente más por asuntos personales que ideológicos o programáticos. Claro no se podía esperar más del profesor de las indecisiones.  

Tanto Rodolfo Hernández cono Sergio Fajardo, son pan de la misma casa, que el uribismo utiliza para restarle votos a Petro, desde posiciones aparentemente democráticas y diferentes.

Nosotros no caemos en esa trampa, y votaremos por el candidato, que en nuestro criterio, ha sido consecuente con su pensamiento, que ha expuesto la vida en su lucha contra la corrupción y las mafias, y que hoy, sin vacilaciones,  nos presenta el mejor programa de gobierno para realizar los cambios que necesita el país. Ese es Gustavo Petro Presidente y Francia Márquez Vicepresidente.

Votaremos sin miedo ni temores por el cambio, porque creemos que nuestra patria necesita cambios reales, y enterrar en el pasado a una ultraderecha corrupta, violenta, excluyente y obtusa que se niega hasta dialogar.

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