Opinión
El Tren de Picaleña
Por Ct. Roberto Ortiz Villa
La ceremonia que se cumplió en el Palacio de los Presidentes se vio empañada por la ignorancia, o descuido de los encargados de guardar las más elementales normas de buena educación y protocolo.
El encargado del manejo protocolario le pasó o entregó al Señor Presidente la Bandera Tricolor “doblada en triangulo”, que es la forma tradicional como se dobla para los “funerales“ y entregarla a los deudos (esposa o hijos) del soldado que sacrificó su vida al servicio de la Patria.
Imposible para el Señor Presidente tratar de corregir tan garrafal error, que seguramente lo sorprendió en un momento en el que los hechos se desarrollan contra el reloj. Más de una persona participo en este desatino, que esperamos no haya sido de mala fe para que el Primer Designado hiciera el “oso” como dicen los muchachos.
Para estas ceremonias, la Bandera se entrega desplegada y en casos excepcionales, doblada en cuadro sobre una bandeja. Nunca doblada en triangulo, como para un funeral. Esta imperdonable barrabasada, del Jefe de Protocolo de Palacio es de tal dimensión como si para el matrimonio de la hija mandara entonar una Misa de Réquiem.
Refiriéndonos a la Bandera en Triangulo o de Sepultura, esta es una ceremonia fúnebre que data del Ejército que comandaba el General Washington. La Bandera lleva 12 dobleces que tiene cada uno un significado: El primer doblez es el símbolo de la vida. El tercero, en homenaje a los veteranos fallecidos. El cuarto pliegue, representa la debilidad humana. El quinto, homenaje al país. El noveno, en honor a las Madres. El décimo, recordando a los Padres fallecidos. El décimo segundo, simboliza la eternidad.
Llegó el tren
Es un canto a la vida el que nuestros jóvenes como lo están haciendo los alumnos del Colegio José Joaquín Flórez, estén incursionando en el pasado que para los mayores va siendo un brumoso recuerdo.
Era Ibagué lo que se puede llamar un puerto seco o terrestre, lugar de paso obligado de toda la carga del o para el interior del país, transporte que se hacía a lomo de mula hasta Ibagué, con la circunstancia que en adelante, vía Cajamarca, venía el paso de¨ La Línea ¨ que por su acentuada pendiente debía hacerse con bueyes. Por esta razón en Ibagué existían unos grandes corrales en donde se efectuaba el cambio de las mulas por los bueyes, además allí funcionaban las posadas para los arrieros.
A la entrada de la población, en lo que hoy se conoce como ¨Picaleña¨ había una fonda atendida por su propietaria, una agraciada muchacha oriunda de Pitalito, lo que hizo que los arrieros identificaran el lugar como los corrales de LA PITALEÑA ( de Pitalito ) .
Con el tiempo y al desaparecer los corrales y las posadas por la llegada del ferrocarril y el trasporte automotor, (y seguramente, junto con el primer proyecto del “ túnel”), la gente trasformóo el nombre de PITALEÑA por PICALEÑA, pero en este árido lugar nunca hubo ni palos para cortar ni leña para picar.
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