Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Opinión

El Sí esperanza, el No retroceso

El Sí esperanza, el No retroceso
Por Humberto Leyton

[LetraCapital Letra="V"]ivimos una primavera que nunca habíamos soñado. La terminación del conflicto armado con la agrupación guerrillera más numerosa y antigua del continente. Es una oportunidad histórica, única e irrepetible.

Quienes desde la infancia guardamos tormentosos recuerdos de hechos violentos y por razones de demuestra profesión como periodistas cubrimientos noticias de orden público, sentimos un alivio con la firma del acuerdo final para poner fin al conflicto armado que vive la nación desde hace 52 años.

Entrevistamos a militares, guerrilleros y paramilitares; en sus declaraciones, cada uno a su modo y manera de interpretar los acontecimientos, creía tener la razón y hacia de su causa la más justa y necesaria, pero ignoraban por completo el valor de la vida. Estaban entrenados no solo para echar bala sino para defender su causa, mientras la población permanecía al margen enterrando a sus muertos que eran los mismos soldados, policías, guerrilleros, paramilitares y, lo peor, inocentes que nada tenían que ver ni con los unos ni con los otros.

El conflicto actual fue urdido desde los años 40 del siglo pasado cuando se mataban liberales y conservadores por colores banderizos. Antecitos del 64, las cosas se tornaron a otro precio, porque la lucha cambio de forma y contenido. Ya no era el enfrentamiento partidista sin ningún proyecto político definido, sino con un programa y una plataforma de lucha de clases; de pobres contra ricos, de explotados contra explotadores. Apareció el marxismo-leninismo que unía a rojos y azules pobres contra los oligarcas de ambos partidos tradicionales.

Las causas del surgimiento del movimiento guerrillero actual es el producto de la tenencia de la tierra fundamentalmente, por una elite terrateniente que a cualquier precio quería despojar a los campesinos de sus parcelas, acudiendo a cuerpos armados legales o ilegales para cumplir sus propósitos. Los campesinos se vieron obligados a crear también sus grupos armados para defenderse. Pero además de esto, la exclusión y el abandono del campo por parte de todos los gobiernos fue caldo de cultivo para la insurgencia.

El Tolima, fue escenario principal de esta terrible historia tanto de guerrillas liberales y conservadoras, como después de las comunistas, más conocidas como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Después de trasegar y sufrir, el pueblo colombiano por más de cinco décadas, y de que varios ex presidentes, intentarán logran un acuerdo con la subversión, entre ellos Misael Pastrana y Álvaro Uribe, todos fracasaron en sus intentos de paz. Inclusive ofreciendo mucho más que lo que negoció Juan Manuel Santos; acodemos del Caguán de Pastrana que fue una verdadera republica independiente y de los ofrecimientos de curules en el Congreso, dinero y demás prebendas que ofrecía Uribe.

Hoy, ambos como casandras de mal agüero, se unen para rechazar los acuerdos de La Habana, con un denominador común: la mentira, el engaño, la manipulación, el odio, la venganza, la frustración y el miedo, como lo hemos denunciado en otras columnas sobre el mismo tema, por lo que no queremos extendernos en lo mismo, simplemente los invitamos a remitirse a los 11 principios de propaganda de Josueph Goebbels, y compararlos con lo que expone, especialmente Uribe, y verán que coincidencias encuentran.

Tenemos lo suficientemente claro que la única opción que tienen el país para salir de esta amarga violencia es votando masivamente por el Sí, que constituye esperanza y futuro para las nuevas generaciones, entre las cuales se encuentra nuestra hija y varios familiares, que ellos trabajen y luchen por un país distinto sin el temor de los fusiles.

Eso de la renegociación del acuerdo es una entelequia y sofisma de distracción que no se cree ni el propio Uribe, sabe perfectamente que eso es la prolongación del conflicto por una generación más como mínimo, y alargar la lista de muertos. El acuerdo de La Habana, fue realizado por humanos, no lo negociaron arcángeles ni mucho menos la Santísima Trinidad, por lo tanto no es perfecto, pero si un avance enorme para el desarrollo de nuestro país en todo sentido.

Los que se oponen al Sí y patrocinan el No, temen que el sistema de justicia transicional llegue hasta ellos, porque también están comprometidos como actores principales del conflicto, y no quieren llegar a esta instancia, tal y como lo afirmo el Alto Comisionado de Paz Sergio Jaramillo y el facilitador Jorge Leyva.

También los que impulsan el No, se cuidan de enviar a sus hijos a la guerra, ellos se quedan en la ciudades haciendo negocios para multiplicar su riqueza, mientras quienes van al campo de batalla son los hijos de los campesinos, trabajadores, empleados, pequeños comerciantes, y del pueblo en general. Les fascina hacer la guerra con hijos ajenos.

Queremos terminar esta nota, con algunas frases de una conmovedora carta que en las últimas horas público el diario El Tiempo (edición digital, septiembre 24), de la esposa del general Javier Alberto Flores, el militar activo de más alto rango que negoció en La Habana, y que es considerado uno de los oficiales que asestó los más demoledores golpes a las Farc.

La carta titulada: “Pagué mil noches de soledad”, la señora Sandra Henao de Flores, relata el horror de la guerra en un hospital, y entre tantas reflexiones dice: “Una mano amputada menos, una viuda menos, un huérfano menos, valen la pena”.

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