Opinión
Casi lo matan
Por: Andrés Felipe Barragán Torres
El señor Alexander Oviedo, es un adulto epiléptico que sabe muy bien la complejidad de su enfermedad la cual requiere del uso estricto de medicamentos, y por esto, nunca debe faltar ni siquiera a una dosis
Por esta razón, el caballero preocupado por su salud, como cualquier persona, asiste a la sede de la Nueva EPS ubicada en la Cra 5 con 28 en el edificio M-30, allí solicita con insistencia siempre, su medicamento, pero como de costumbre debe esperar impaciente quién sabe cuánto tiempo, a causa de las constantes excusas para no entregárselo.
Para contextualizarlos sobre como supe de la historia de Alexander debo contarles como lo conocí. Mi persona junto con mi buen amigo Alejandro, acostumbramos ir bien temprano a aquel gimnasio llamado Smart Fit, el cual queda justo en seguida de la sede administrativa de la EPS mencionada, sin embargo, por alguna razón, preciso ese día decidimos asistir tan solo una hora después a la que solemos llegar.
E incluso, lo que no hacemos, ese día preferimos demorarnos más en el entrenamiento, y esto queridos lectores lo comento debido a que, ante todas estas particularidades y en el momento exacto en el que pisamos un pie afuera del gimnasio, presenciamos el instante preciso en el que el señor Alexander empezó a convulsionar y la gente acudiendo en su auxilio, nadie entendía qué sucedía, si era un paro, un infarto, nada.
“…aquel señor que iba con insistencia e impaciencia a la 'Nueva EPS' a solicitar su medicamento, realmente lo hacía con tanto desespero, el desespero que solo puede generar el tener que durar más de 1 semana sin su medicamento, porque su EPS le niega, rechaza, pospone o remite la entrega”.
De ahí mi interés por mencionar la coincidencia, pues si hubiese sido de distinta forma, aquellos universitarios de Medicina y Enfermería no habrían podido estar en esa situación puntual y tan fundamental para el señor Oviedo, ya que, la sede de la EPS al ser administrativa no contaba con ningún profesional cerca, por esto, afortunadamente entre mi compañero y yo logramos atenderlo.
Al transcurrir el tiempo, logramos estabilizarlo y sólo nos quedaba esperar a que llegara la ambulancia para que culminara su recuperación en el centro de salud; no obstante, para evitar que el señor Oviedo entrara nuevamente a un choque neuronal (2° evento que es más riesgoso y común tras el primero) iniciamos con el acondicionamiento mental para mejorar su respuesta en tiempo, lugar y espacio.
- (Puede leer: Carne de cañón)
El señor se encontraba aún bastante consternado, no sabía dónde estaba, que día era y ni siquiera quien era; ante nuestras preguntas sobre si tomaba juiciosamente su medicamento no obtuvimos respuesta, lo que nos llevó a pensar que el señor Alexander no se tomaba el medicamento y por esta acción casi pierde la vida.
Equivocados estábamos, sólo hasta que Alexander respondió y regresó su coherencia, fue que descubrimos que aquel señor que iba con insistencia e impaciencia a la 'Nueva EPS' a solicitar su medicamento, realmente lo hacía con tanto desespero, el desespero que solo puede generar el tener que durar más de 1 semana sin su medicamento, porque su EPS le niega, rechaza, pospone o remite la entrega.
Y ustedes se preguntarán, ¿la EPS tiene la culpa?, ¿por qué?, si la negaban o posponían es por algo; claro que es por algo y se llama corrupción. La situación expuesta no es un caso aparte de una sola EPS, más bien se evidencia en todas y les explicaré el por qué.
El Estado paga los servicios en salud de los pacientes de régimen subsidiado a la EPS en la cuál se encuentre afiliado, y aquellas se encargan de subsanar o responder ante las necesidades en salud de dichos pacientes, como por ejemplo la Lamotrigina que es el medicamento anti convulsivo que requieren los pacientes epilépticos.
Es aquí, una de las muchas formas de corrupción (por no mencionar las glosas y el endeudamiento a los Hospitales) donde las EPS posponen la entrega de medicamentos, procedimientos, exámenes y demás con el objetivo de que el paciente adquiera su servicio tiempo después o incluso ya no la requiera más (fallezca), sin importar cuál de los dos, la EPS gana ese dinero que recibió del Estado y que no fue invertido.
Es así, como el señor Alexander agobiado por su enfermedad y aún más por la negligencia de su EPS, que por poco pierde su vida, porque su único error fue confiar en su EPS, quien se supone busca garantizar su bienestar.
Este es un caso que tuvo lugar hace unas semanas, de la cual hoy puedo relatar y dar a conocer, pero desafortunadamente son cientos y cientos de pacientes que pasan por esto, que su salud se deteriora por esas trabas administrativas de las EPS, todas en general, ninguna se salva, porque ven la Salud como un negocio y a sus pacientes como signos pesos que alimentan su avaricia de poder y riqueza, si este es el caso de un paciente que tiene otro día para vivir ¿cuántos más hay allá afuera? que se conocen y existen pero no tenemos la oportunidad de contarlos todos aquí.
Ahora se podrán imaginar porque irónicamente el sistema de salud ha matado a más personas que el mismo conflicto armado, y desde que siga existiendo la intermediación pública por parte de las EPS, nada de eso va a cambiar, y los colombianos morirán por causas prevenibles.
Nota: la historia aquí contada tuvo el consentimiento del señor mencionado, gracias Alexander por permitirme contar su caso.
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