Opinión
Caos en los partidos tradicionales y también en los de nuevo molde
[LetraCapital Letra="S"]e sacude la acción política en el Tolima como resultado de las rebeliones que se suscitan en el seno de los partidos tradicionales ante el pésimo manejo de los respectivos directorios, además de la penuria de coherencia ideológica, amén de los apetitos excesivos de algunos recién llegados, lo que origina enfrentamientos que van en contravía de las pretensiones regionales de lograr apoyos serios en el ámbito nacional.
En el partido Liberal, desde el inicio del nuevo gobierno regional, se demostró el deseo de dos de sus exponentes en el seno de la Asamblea, de caminar por orillas opuestas pensando más en las gabelas del poder que en el partido como tal, lo cual originó enfrentamientos entre Mauricio Jaramillo y Jaime Ospina además del abierto desafió de Graciela Vergara.
Fue indudable el choque entre Rubén Darío Rodríguez, también con Jaramillo por cuestiones de candidaturas a lo que se sumo la reprobación de Raúl Porras, lo cual da como resultado la salida de una novel dirigente que se retira más por intereses personales de figurar en otra colectividad que por reales problemas políticos, como si su cauda electoral fuera abultada.
A lo anterior hay que agregarle el desgano del actual senador Guillermo Santos de seguir en el trajín político y la marginalidad de cualquier pretensión de elegibilidad del mismo Jaramillo, lo que permite avizorar una tormenta en el seno de los rojos que puede originar como resultado la atomización del partido y la pérdida de las próximas elecciones pues no se asoman cabezas visibles e importantes como en otras épocas.
Pero si en las todas rojas llueve, en la azules no escampa y la situación es peor. El directorio nacional Conservador se convirtió en un simple observador de los problemas regionales sin intervenir en forma seria y concreta para detener la erosión que carcome los cimientos de lo que queda del partido de Caro y Ospina. Las divisiones son profunda e irreconciliables, hasta el punto de quererse imponer una maquinaria que aplaste la inconformidad lo cual ha suscitado una desbandada general, como se pudo evidenciar en la pasada convención nacional, en la que más de cuatro mil quinientos asistentes abuchearon a más no poder al senador Barguil, al ex procurador Ordóñez y a Martha Lucía Ramírez.
La ausencia de un líder nato, de un senador de la república propio del Tolima y la mediocridad de sus representantes en la Cámara y la Asamblea, da como resultado que los conservadores auténticos tomen caminos afines deslizándose de las viejas tradiciones que resguardaron en otras época un Guillermo Angulo, un Jaime Pava incluso un Maximiliano Neira o un Adriano Tribin. Los amigos “godofredos” de esta región solo saben que existe una Casa Conservadora a la que no pueden ir pues ahora es de propiedad privada de un grupo familiar y los auténticos representantes de esta colectividad se refugian en la casa Angulista que todavía soportan los guardianes de la heredad como Marco T. Padilla y Héctor Dechenner Borrero, quienes en forma tesonera continúan dando aliento a los denominados genuinos conservadores.
Y fue realmente indignante ver desfilar a los conservadores con una pañoleta azul en la que resaltaba la palabra UNIDOS sobre un mapa del Tolima haciendo cola para votar por un costeño que nadie conoció, porque esas fueron las órdenes impartidas desde la Gobernación buscando alianzas con un senador del Atlántico no sabemos conque propósitos, lo que demuestra la pobreza de dirigencia que se tiene, y lo que hace pensar que en se perderá un Representante a la Cámara y se continuará con la dependencia de “extranjeros” en el Senado, En lo concerniente a la candidaturas tanto a la Gobernación y la Alcaldía de su capital es claro que los conservadores irán con candidato propio y no con recién llegados como se ha insinuado.
En las todas de añejo Partido Comunista, aún existen quienes creen que es posible retomar las banderas que se han refundido en el Polo Democrático, el Moir, la Unión Patriótica y tantas vertientes que poseen sin lograr una coalición real, seria, verosímil en razón a que cada militante se cree jefe y poseedor de la verdad. De ahí los enfrentamientos entre los seguidores de Jorge Enrique Robledo, con los de Clara Rojas, y los de esta con los de Piedad Córdoba y a su vez los de esta última con el ex-alcalde Petro.
Como se puede apreciar, la política definitivamente trascendió de las entidades organizadas, con ideario político, organización y proyectos de beneficio comunitario a ser simplemente la supervivencia personal egoísta de todo el que se cree con derecho a ser jefe así no tenga ninguna cualidad ni formación intelectual.
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