Opinión
Camuflados entre la oposición
Por Carlos Alberto Estefan Upegui - Exgobernador del Tolima
“Quien no está conmigo, está contra mí. Y quien no recoge conmigo, desparrama”, reza la Sagrada Biblia, lo cual podría darse por sentado entre quienes se han dedicado a hacer oposición al Gobierno en Colombia.
Pero no hay tal, no se trata de una oposición monolítica fundada en iguales principios y objetivos. Así lo demuestran por lo menos dos de los más recientes sucesos.
Uno de ellos, el linchamiento público desde las tribunas del estadio Metropolitano de Barranquilla con groserías, humillación y expresiones violentas contra la hija (menor de edad) del Presidente; y el segundo, más reciente, el encuentro en la Casa de Huéspedes en Cartagena llevado a cabo con los empresarios más importantes del país, este sí de manera respetuosa y que dio pie a un comunicado en el que se destacan las bases de un verdadero “diálogo nacional”.
Distinto también del torpe episodio de los representantes de los gremios económicos, quienes prefirieron aplaudir la insolencia del Fiscal Barbosa como un desplante para el primer mandatario de la nación. Se olvidaron, de que a la hora de la verdad, quienes deciden son sus jefes, precisamente los empresarios, los que sin sobresaltos ni irreverencias se reunieron luego a conversar con el Jefe de Estado.
Mientras unos se jactan de hacerle oposición al gobierno, los otros demostraron ser personas pensantes con voluntad de diálogo.
Entre tanto, existen también algunos más, que igualmente se ufanan de hacer oposición estando cuestionados por el despilfarro o la pérdida de miles de millones del erario, junto con un puñado de políticos indeseables por igual.
Para no extendernos más y completar así la amplia gama de matices que constituyen dicha oposición, solo nos quedan quienes tienen vínculos con el narcotráfico, el lavado de activos y el enriquecimiento ilícito.
Imposible entonces presentarlos unidos todos en un solo cuerpo, debido a sus disímiles descripciones. En consecuencia, lo indicado es cortar por lo sano y hacer caso omiso a los agravios y debatir iniciativas y propuestas que conduzcan a acuerdos asertivos.
Porque la única forma de corregir los errores es tener voluntad para escuchar. Aclarar y promover los correctivos a que haya lugar, y no dejar que la delincuencia se infiltre impidiendo llegar a buen puerto.
De ahí que ese diálogo nacional promovido por el Presidente de la República y la clase empresarial es una excelente iniciativa.
Así, la reactivación del aparato productivo no se haría esperar, mejorarían los índices de crecimiento y de generación de empleo; además, con las alianzas público- privadas vendrá la sumatoria de recursos y las sinergias que harán más atractiva la inversión.
De la misma forma, la prensa hasta ahora mentirosa y prevalida de su poder, a todas luces cuestionable y contraria a los principios de objetivad y transparencia, tendrán que replantear su forma de trabajar, no obligatoriamente a favor del Gobierno sino con ecuanimidad.
Porque no es sano de su parte continuar auspiciando un clima permanente de confrontación y animadversión a las reformas, ni a todo lo relacionado con la dinámica del cambio, muchas veces obstaculizado tercamente o por quienes quieren pescar en río revuelto para continuar desangrando el presupuesto oficial como lo hicieron años atrás, ahora «camuflados como miembros de la oposición».
(CO) 313 381 6244
(CO) 311 228 8185
(CO) 313 829 8771