Por: Jairo Rivera Morales 

¿Por ser mujer? ¿Acaso por su condición de afrodescendiente? ¿Será por su origen campesino? ¿Porque no le perdonan que haya sido distinguida con el denominado ’Nobel Alternativo del Ambiente’? ¿Podría ser porque su autenticidad desafía el disimulo, la mascarada, el camaleonismo y la doblez? 

Es indudable que su disruptividad levanta ampolla en la costra reblandecida que ha servido de escudo a los resignados, los rutinarios y los serviles. En todo caso que todo esto sea estudiado en las “cajas de herramientas” de los investigadores para que nos expliquen el trasfondo de este complejo psicológico, antropológico, sociológico y cultural.

Sépase que ella no pertenece a la cofradía de quienes alimentan sus ideas en los surtidores (contra) culturales del arribismo y la simulación. Nunca permitiría que le suplanten, ni le escamoteen, ni le envilezcan su fisonomía étnica, social o espiritual. Ella es la compaginación de la inteligencia genuina con el carácter autónomo en un ser cuya misión es defender los derechos de todos y servir a las causas más bellas de la humanidad.

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Francia Márquez, una mujer idéntica a si misma, saturada de verdad y de sinceridad, será a partir de ahora un referente insoslayable de la nueva política, la nueva patria y la nueva sociedad. Ayer en la tarde, Gloria Gaitán Jaramillo, la hija del más grande líder popular de la historia colombiana, le dedicó este trino histórico y consagratorio: “Tú, mujer y negra, con carácter y rectitud, eres la representación misma de lo que soñaba mi papá”. 

Carajo, conformistas, logreros, inauténticos y estereotipados; trepangos acomodaticios y destacados por lo desclasados: aprendan de esta colombiana “de pura cepa” que no vive de aceptar como éxito lo que otros califican como tal, sino que por el contrario vive enamorada de su propio destino hasta las últimas consecuencias de sus actos.