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Opinión

Ni tanto que queme el santo ni tampoco que no lo alumbre

Ni tanto que queme el santo ni tampoco que no lo alumbre
Por Humberto Leyton

[LetraCapital letra="A"]cudiendo al refrán popular del título de esta columna, queremos  referirnos a la polémica que ha suscitado al interior del liberalismo, las declaraciones de Mauricio Jaramillo sobre el regreso de John Esper Toledo a ese partido.

El jefe de esa colectividad ha planteado que Toledo no fue apoyado en sus aspiraciones a la alcaldía en las elecciones pasadas, porque su candidatura surgida de las entrañas del funesto ex alcalde Luis H. Rodríguez y todo su combo, representaba el continuismo de la corrupción, el  desgobierno y pésima gestión, más no como persona. Además puso condicionamientos al regreso del dirigente a las toldas rojas.

Esta actitud ha generado diversas reacciones. La radical se inclina por rechazar tajantemente el ingreso nuevamente de Toledo al liberalismo y tienen sus motivos casi puritanos de no contaminación, inclusive de sacar a otros que se encuentran en sus filas y, que para ellos, no son dignos de enarbolar sus banderas.

Existe otra moderada que se inclina por dejarlo volver pero bajo ciertas condiciones, como que haga una autocrítica consciente de sus errores y su indisciplina, que en la práctica demuestre su arrepentimiento y que entre haciendo cola si deseas aspirar a cargos de representación popular del partido.

Y finalmente la complaciente y sumisa. Esta corriente no exige nada, piensa que Toledo debe ingresar como si nada hubiera pasado, con todos sus derechos y prerrogativas. Incluso que se le haga calle de honor. No es para tanto.

Analizando estas posiciones, debemos manifestar que el liberalismo es el partido de los hombres libres y pensantes, que propugna la tolerancia en las relaciones humanas, que sus militantes no se encuentran encasillados en una u otra tendencia, representa la libertad individual, entre otras cosas. Con esta premisa filosófica del liberalismo, consideramos que el caso Toledo, no es para rasgarse las vestiduras pero tampoco para olvidarlo todo. El trastorno de la amnesia no es bueno para nada.

Se debe buscar el racionamiento lógico de las cosas, y pensar que las medidas no pueden ser dictatoriales y extremas, como tampoco complacientes y alcahuetas. Se debe buscar el equilibrio. Pensamos  que Toledo y la dirección de ese partido, deben buscar llegar a un acuerdo donde existan medidas disciplinarias obviamente, pero que estas no sean un castigo de por vida. Ni tanto que queme el santo ni tampoco que no lo alumbre, dice la sabia sentencia popular. Pero en fin, que el problema lo resuelvan ellos.

Toledo, en nuestro criterio, con su derrota aprendió de los golpes que da la vida y la política, y más la política que es mutable, cambiable y hasta sucia.  Pero con la actitud que asumió con humildad y generosidad, luego de su derrota, para reconocer al ganador (Guillermo Alfonso), además de aceptar los aciertos de esta administración, ha dado un paso importante en su autocrítica de levantarse y avanzar. Desde que sea sincero en sus manifestaciones claro está.

Pero en lo general, la lección para aprender del proceso electoral del mes de octubre pasado, es que las consultas populares están mandadas a recoger. Este mecanismo aparentemente de participar popular para escoger candidatos, se convirtió en un instrumento de manipulación y falseador de la democracia. En Ibagué, al menos, no tuvimos que aguantar a más de un alcalde, dejado por el saliente como su sucesor para que le tapara las pilatunas a través de las llamadas consultas populares, financiadas y dirigidas desde el despacho municipal.

A buena hora, como dicen en el argot taurino, el liberalismo en el caso de Toledo no se comió nuevamente el anzuelo, y Luis H. no pudo dejar su reemplazo.

Por fortuna, el triunfo de Guillermo Alfonso Jaramillo, le dio valor real al voto de opinión, y aspiramos que en su mandato cambie muchas nefastas costumbres politiqueras que se habían incrustado en la administración local. Y que nunca jamás, regresen los compadrazgos ni los maridajes políticos a la alcaldía de Ibagué.   

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