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Las dinámicas familiares que han cambiado en la movilización social

Las dinámicas familiares que han cambiado en la movilización social

El 28 de abril la ciudadanía en general salió a manifestar en las calles de todos los rincones de Colombia, su protesta se centraba en las reformas que pretendía hacer el gobierno como la tributaria, de salud, laboral y educativa, ya a casi un mes de estas expresiones ciudadanas empiezan a analizarse otras dinámicas, como la familiar en donde las opiniones de padres e hijos son contrarias. 

En un panel de expertos publicado por el diario La Patria indican que alumnos usan frases como: "mi papá me dice, ¿yo le di estudio para que usted se volviera un vándalo?" o "ya le hubiera tocado a usted tan difícil como me tocó a mí"; incluso muchachos han tenido que dejar la casa para irse a vivir con amigos por lo tenso de la situación.

En las calles se escucha: a estos muchachos lo que les faltó fue familia, autoridad en la casa que los ayudara para no presentarse estos problemas de hoy. Y qué decir de los grupos familiares creados en las redes, principalmente WhatsApp. 

Ya los problemas del país como decían los abuelos no son del resorte de los padres, una nueva generación emerge y se requiere que la sociedad entienda que no está en juego solo Colombia, sino su hogar. 

EXTRACTO DIARIO EL PAIS 

La psicóloga Neila Díaz, magíster en Psicología Cognitiva Experimental, docente de la Universidad de La Sabana, expresa que hay quejas de estudiantes porque quieren incorporarse en la vida social y política del país con contundencia, pero que la tensión y el conflicto surgen al querer participar de las marchas porque los padres, en una reacción obvia, tienen miedo de permitirlo por todo lo sucedido.

"Los estudiantes entre 18 y 25 años, que son los que están protestando, son hijos de personas que pueden tener alrededor de 40 a 45 años y evolutivamente hay búsquedas muy diferentes entre ambos. A los 45 uno busca estabilidad y espera que lo que se ha construido genere esa sensación, y la participación de los muchachos en las protestas es como un atentado contra la estabilidad familiar".

Otra situación que ve es que en las marchas hay jóvenes que no han tenido oportunidades de trabajar ni de estudiar (los llamados ninis) o aquellos que se graduaron de bachillerato en esta pandemia y no han podido siquiera vincularse a un primer trabajo porque no hay. "Ahí esa insatisfacción y reclamo social son reales".

Señala que la participación de los jóvenes está muy ligada a la información que se consume en redes sociales. "Según estudios, si alguien publica una foto o un artículo de manifestación le va a llegar 10 veces más información relacionada, artículos coherentes con la propia convicción, y eso recaba más con la propia inconformidad. En las redes sociales no hay espacio para el disenso y en el fondo termina siendo un acto parcializado".

Tranquiliza a los padres diciendo que es natural que con los hijos tengan posiciones políticas y sociales opuestas, pero aclara que lo que no es natural es que los hijos no puedan manifestarse porque su vida está en peligro. "La única manera de que un adolescente sea autónomo es oponiéndose a la autoridad de su padre o de su madre para crecer y desprenderse, pero en este caso oponerse les puede costar la vida y ese es el miedo de los padres. Pero si no lo hace él, que no tiene nada qué perder, quién lo hace ante una falta de institucionalidad enorme en el país".

El consejo para los padres es escuchar a los hijos y permitir el disenso. "Uno puede vivir en la misma casa aunque se piense diferente", y mucho más si se trata de una persona mayor de 18 años, sujeto de derechos y deberes y lo suficientemente formada para tomar decisiones.

Más oídos

Juan Carlos Salazar, psicólogo y filosófo en Manizales, recomienda mantener la comunicación neutra, que consiste en que se puede tener una posición personal frente a algo, pero no una influencia para los demás.

"La familia dentro de una estructura social tiene que tener coherencia en valores, en decires, en el compartir, y de hecho la afinidad familiar lleva hacia adelante las emociones y las cosas. 

Cuando hay conflicto, se resuelve entendiendo al otro desde el amor, desde el respeto, desde mi verdad también es tu verdad; pero por eso no tenemos que llegar a un caos y morir y golpearnos".

También señala que al ser seres influenciables y poco exploradores es importante buscar la raíz del conflicto, leerla y entenderla. "Pero resulta que caemos en las fake news (noticias falsas). Las redes sociales se volvieron en los comunicadores de los estados emocionales, y dentro de las familias aparece un caos emocional más y es que con papá, mamá o hermano me puedo descargar, y si me descargo con ellos, me descargo afuera en la sociedad".

Indica se está dando además una desviación del concepto de autoridad, pues se sabe por regla general qué es la autoridad, pero se ha utilizado la palabra derecho como un elemento de libertad propia sobre el otro. "Se debería trabajar la reorganización del concepto de autoridad en el núcleo familiar, la reorganización de las negociaciones, porque vivimos un juego de estímulo-respuesta, o haces lo que quiero o te castigo.

 En las familias no debe haber egos, debe haber respeto y autoridad, y autoridad no es castigar ni sancionar, es conversar".

Cree que los hogares tienen que volverse también más reflexivos, más escuchas y más oídos. "Optar por el sistema del búho: mira, observa, escucha y hace lo que tiene que hacer como cazador cuando lo tiene que hacer, y a veces en la casa no observamos a nuestros hijos".

Eclosión juvenil

Fabio López de la Roche, docente universitario e historiador y analista de cultura política y medios de comunicación, dice que hay que tener en cuenta que cada generación tiene su memoria; por ejemplo los jóvenes de 20 años no vivieron la Constitución de 1991, o en el momento del plebiscito tenían 15 años.

"Hay jóvenes que despiertan muy pequeños a la vida pública porque tienen padres de izquierda, activistas o porque son familias en donde se discute de política, y hay otros que despiertan tarde y pueden ser fácil objeto de una propaganda falsa (de izquierda o de derecha). Ahí la información se la tendría que dar la escuela o la familia y si la enseñanza de la historia está funcionando tan mal en el país es muy difícil que un muchacho tenga ese bagaje político cultural".

Agrega que hay una crisis de narrativas, y lo explica en que hay categorías como lumpen/proletariado que no sirven para entender ahora las manifestaciones.

 "Las primeras líneas de los jóvenes excluidos de nuestras barriadas no se pueden explicar con esa categoría marxista. Hay que mirar autores como Frantz Fanon, en Los condenados de la tierra o Diego Montaña que en Colombia reivindicaba esos sectores como los que hoy se están expresando en los puntos de concentración y de bloqueo, que son muchachos excluidos sempiternamente de los bienes, de la adquisición de capital educativo y cultural y que se han empoderado".

Indica que el mayor reto ahora, cuando el país pasa por un recambio generacional, es entender que los adultos no son una generación fracasada y también se están sintiendo tocados por los descontentos acumulados, que es un momento interesante que ha acercado a generaciones. "Esta eclosión juvenil también hay que ponerla en un diálogo de calidad con la experiencia y el conocimiento de generaciones anteriores, porque sino se puede desperdiciar este momento".

Lo único cierto es que las familias deben generar decálogos en momentos como los que se viven en la actualidad para generar mayor armonia, discernir es sano, pero siempre bajo la base del respeto por el pensamiento del otro, así sea su hijo o su papá.

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