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Karol Gonzalez: Del silencio al tejido

Karol Gonzalez: Del silencio al tejido

Karol González

Hace un año, Karol González enfrentaba un diagnóstico difícil: ansiedad y depresión. Las jornadas de trabajo de medio tiempo dejaban largos silencios en casa, sin muchas razones para salir. Hoy, esos espacios están llenos de colores, hilos y conversación. Desde hace cuatro semanas  a las clases de trapillo que ofrece la Casa de la Mujer, un espacio que le devolvió la calma.

Fue mi pareja quien me animó a venir. Él también quería que yo tuviera algo que me ayudara a distraerme. Su papá nos habló del programa, buscamos información y terminamos asistiendo juntos”, cuenta Karol con una sonrisa tímida, mientras repasa con la aguja los puntos de su bolso en construcción.

Para ella, el tejido no es solo un pasatiempo. “Nos ayuda a relajarnos, a bajar el estrés, a coger las cosas con más suavidad”, explica. Cada puntada es una pausa, una respiración, un recordatorio de que el bienestar también se puede construir con las manos.

Karol confiesa que al principio pensaba que estas actividades eran “solo para gente de edad”, pero su experiencia cambió esa percepción. “Esto es para todos. Uno aprende mucho, se siente mejor, y además puede emprender, generar ingresos, aprovechar el tiempo en algo que le deja tanto bienestar como aprendizaje”, asegura.

Hoy, su recomendación para otras mujeres es sencilla pero poderosa: “Que se den la oportunidad de aprender. El trapillo no es solo tejido, es terapia, es emprendimiento, y es una forma de salir adelante”.

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