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Reinel Salinas, el hombre con más suerte en el Tolima
Por Alejandro Hernández
Reinel Salinas Quintero nació en Santa Isabel, norte del Tolima, en el año 1971. Creció en el seno de una familia campesina, que cultivaba café, cacao y plátano.
A los pocos años, su familia viajó a Ibagué, en busca de nuevos horizontes y mejores oportunidades. Iniciaba la década de los 80 cuando su padre, Darío Salinas, se convirtió en vendedor de la Lotería del Tolima. Reinel lo veía salir todos los días a caminar las calles de la ciudad. Así, admirando a su padre, supo que su destino y vocación también era ser lotero.
Desde los 8 años Reinel empezó a vender Lotería. “Caminaba las calles junto a mi padre, y me fui ilusionando del trabajo con la Lotería. La gente compraba mucho la Lotería del Tolima y eso me atrajo”, recuerda Reinel.
Cuando todavía estaba en su época escolar, Reinel ya se consideraba lotero. Le llamó la atención el dinero que empezaba a llegar a sus bolsillos, pero, le sorprendió todavía más la facilidad que tenía para vender la Lotería. Descubrió su verdadera vocación.
“Desde mi niñez, y hasta el día de hoy, no he sabido lo que es trabajar en ninguna otra cosa. Para mí la Lotería es sagrada”, expresa Reinel.
Al igual que su padre, Reinel ha sacado adelante a su familia solo con el trabajo de la Lotería. Padre e hijo obtuvieron su casa propia gracias a ser los vendedores que le llevaron la fortuna familias compradoras de la Lotería del Tolima.
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Todos los días Reinel se levanta a las 5:00 de la mañana. Reza y se encomienda a los arcángeles San Rafael, San Gabriel, San Miguel y San Uriel, quienes, según él, lo cuidan a lo largo del día, en medio de las calles que recorre con una motocicleta.
“Salgo y la mayoría de días, al primer cliente que le ofrezco Lotería, de una vez me compra. Y empiezo a ver las bendiciones, porque en realidad lo que hace un lotero es cambiar la plata en efectivo, por papeles. La vida del lotero también son los peligros. Me han atracado ladrones, me he accidentado, pero eso son los gajes del oficio, porque toca moverse”, recalca Reinel.
Optimista siempre
Hablar con Reinel, a primera vista, da la sensación de estar frente a un hijo del mar Caribe. Su carisma, su tono de voz y energía vital, parecen más al de alguien nacido en medio las olas y las playas. Su personalidad es su mejor aliada en el trabajo. Parece nacido para lo único que ha sido: lotero.
“Siempre vendo con el optimismo por delante. Soy alguien muy positivo. Y la gente detecta eso, por tanto me compran. La energía positiva va por delante, así es que vendo nuestro producto”, resalta.
Reinel se siente orgulloso de la que denomina su “distinguida clientela”. Se trata de transportadores y empresarios, no solo de Ibagué, sino también de municipios vecinos, que tienen en Reinel su lotero de confianza.
“Hay días en los que me dicen que no tienen plata y que les fie. No tengo problema. Así como ellos confían en mí, yo también en ellos”, dice.
Vendedor de premios
A lo largo de su carrera como lotero, Reinel ha vendido seis billetes ganadores de premios grandes, uno de ellos fue premio mayor. Esto le ha permito que, solo con propinas, tenga su casa propia, su camioneta, su vehículo y hasta bicicleta de carreras. Incluso, ha viajado en repetidas ocasiones gracias a la Lotería. “He contado con esa dicha, que los premios que he vendido, he sido muy bien remunerados”, subraya.
Sin embargo, más allá de lo material, Reinel resalta la alegría de saber que gracias a su trabajo, les cambia la vida a familias enteras. “La satisfacción de vender un premio es muy grande, ese día no me da hambre, la piel se me eriza, me puede llegar las 5:00 de la tarde sin almorzar y no siento hambre. Es algo divino, es cuando la suerte a uno le sonríe”.
Asimismo, considera que los amigos que le ha dejado su oficio, son todavía más valiosos. “Tengo amigos ricos, funcionarios, gente pobre. Es que cualquiera se puede ganar la Lotería”, apunta.
Cree en las energías. Considera que cada persona tiene un aura y, dependiendo de ella, así mismo le puede llegar, o no, la suerte. “Les tengo prohibido a mis clientes que renieguen si no se ganan el premio, porque así ellos mismo se echan la mala suerte”, relata con estruendosas risas.
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Si bien Reinel aprovecha para vender otras loterías, reconoce que la del Tolima es la más querida por él y sus clientes. “Nuestro producto tiene un plan muy especial, porque es accesible al cliente, ya que, tiene un precio bajo, tiene muy buenos premios. Por jugar de local, la gente la pide muchísimo”.
Orgulloso, Reinel cuenta que es capaz de vender hasta 100 billetes diarios, la mayoría de la Lotería del Tolima. Eso lo ha convertido en uno de los mejores loteros, el más destacado, entre sus compañeros. “Vivo muy agradecido con nuestro producto la Lotería del Tolima. Con él he sacado adelante a mi hija, a mi esposa, a mi gente”, manifiesta.
No obstante, Reinel confía en tener para sí mismo, la suerte que les ha llevado a tantos clientes. Vaticina que ganarse un premio mayor y retirarse a una paradisíaca isla. Cree plenamente en eso.
“Soy cliente fiel de mí mismo. Ya estoy preparado. Lo he hablado con Dios y estoy listo para ganarme el premio de la Lotería. Ya sé que no me voy a enloquecer. Tengo todo planeado, porque yo soy el hombre la suerte”, sentencia.
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