Por: Oscar Viña

No son alentadoras las cifras de violencia intrafamiliar durante el mes de diciembre, en especial los días 24 y 31, cuando la convivencia familiar se intensifica. Para muchos hogares, lo que debería ser celebración se transforma en una pesadilla marcada por la intolerancia, la frustración acumulada, el exceso de licor y la incapacidad de manejar los conflictos de manera pacífica.

De acuerdo con el boletín de la Gobernación del Tolima, a través de la Secretaría de Convivencia Ciudadana, Seguridad y Orden Público, con corte a diciembre de 2024, cinco delitos concentran el 81 % de los casos de alto impacto registrados en el departamento durante el año. Entre ellos, la violencia intrafamiliar ocupa el segundo lugar, con 4.003 casos, solo superada por el hurto a personas. Le siguen las lesiones personales, las lesiones por accidentes de tránsito y las amenazas, según cifras del sistema SIEDCO de la Policía Nacional.

El informe revela además que, en promedio diario, en el Tolima se registraron 11 casos de violencia intrafamiliar, una cifra que pone en evidencia que este fenómeno no es aislado ni excepcional, sino una problemática constante que se agudiza en contextos familiares y festivos.

Otro de los aspectos más preocupantes del reporte es el perfil de las víctimas. El 74 % de los casos de violencia intrafamiliar afectan a mujeres y, en los delitos sexuales, el 63 % de las presuntas víctimas son menores de edad. Estas cifras no solo alertan sobre la magnitud del problema, sino sobre la urgencia de intervenir desde la prevención, la corresponsabilidad familiar y la acción comunitaria.

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Normalizar la violencia, justificarla como “un momento de rabia” o minimizarla como “problemas de pareja” es uno de los mayores riesgos en estas fechas. El silencio, la pasividad o la indiferencia pueden desencadenar consecuencias irreparables. Actuar a tiempo, como víctima o como testigo, puede salvar una vida.

Factores de riesgo que aumentan la violencia intrafamiliar
•    Consumo excesivo de alcohol o sustancias psicoactivas.
•    Estrés económico y deudas acumuladas.
•    Celos, control y dependencia emocional.
•    Antecedentes de violencia no atendidos.
•    Normalización del machismo y la desigualdad.
•    Falta de comunicación asertiva.
•    Aislamiento social de la víctima.
•    Baja tolerancia a la frustración.
•    Presión social por “celebrar” a toda costa.
•    Falta de redes de apoyo familiares o institucionales.

Factores protectores que previenen la violencia
•    Comunicación respetuosa y escucha activa.
•    Límites claros frente al consumo de alcohol.
•    Resolución pacífica de conflictos.
•    Redes de apoyo familiares y comunitarias.
•    Educación emocional y manejo de la ira.
•    Igualdad y corresponsabilidad en el hogar.
•    Identificación temprana de señales de violencia.
•    Acceso a orientación psicológica y social.
•    Denuncia oportuna y acompañamiento institucional.
•    Crianza basada en el respeto y el buen trato.

Que estas fiestas de fin de año no se conviertan en el detonante de una tragedia familiar. Está en nuestras manos proteger lo más valioso que tiene un hogar: la dignidad, el respeto y la vida. Celebrar también es cuidar, poner límites y decir basta cuando la violencia intenta entrar a la mesa.

Cerrar el año en paz no es un acto simbólico, es una decisión consciente. La Navidad no se mide por la comida, la música o los regalos, sino por la capacidad de mirarnos como familia y elegir el amor por encima de la violencia. Ese sí es el regalo que todos merecemos.

Fuente: Boletin:  delitos de alto impacto en el Tolima