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J. Sabina, más allá de la despedida
Joaquín Sabina, cantautor, poeta y pintor español
Por: Humberto Leyton
El anuncio de su retiro definitivo de los escenarios hecho en el pasado verano europeo cayó como un piano de cola en el alma de sus seguidores. Era algo que nunca se esperaba. Era imposible entender que a lo largo de los meses de su gira “Hola y adiós”, su despedida se convirtiera en una cruel realidad. Algo así como la “broma macabra” que nos narra en una de sus más famosas canciones.
La clausura de su carrera artística, provocada por voluntad del propio Joaquín Sabina, es algo parecido a una eutanasia anticipada. Aunque él considera que es el momento oportuno de ausentarse, sus seguidores piensan lo contrario. Tiene mucho que dar pese a los 76 años de vida.
La poesía llena de música de Sabina no está para ningún retiro, menos para un funeral prematuro. Sus notas, pentagramas y sonetos son vida pura que encarna la existencia humana. Por eso, el cantautor andaluz llega con fuerza y profundidad al corazón de sus melómanos enternecidos y conquistados no solo con los instrumentos de su banda sino con esa voz ronca y portentosa que anida historias, recuerdos, nostalgias y soledades que deja el amor y los desamores; pero también los sucesos sociales y políticos protagonizados por el escritor.
No en vano, en el primer boletín de prensa de su despedida y ante el éxito de su antepenúltimo tour “Contra todo pronóstico”, nos revela que: “Al calor de esas mieles y por la llana cortesía de no abandonar la fiesta sin despedirse, Joaquín Sabina ha decidido subir de nuevo a los escenarios para saludar por última vez antes de bajar el telón”, y señala los motivos de su despedida en declaraciones en Nueva York antes de su presentación en el Madison Square Garden: “No por falta de ganas, sino por ganas de estar en mi casa y porque creo que ya no le debo nada a nadie, ni siquiera a mí mismo. Yo no tengo esa cosa terrible de tener que cantar todos los días: cuando no canto estoy bien. Así que no me preocupa lo más mínimo”. Y añade: “Quiero hacer mi libro de sonetos, un disco, y quiero estar en casa, pintando y escribiendo. Yo creo que dejo una colección de 25 canciones que me van a sobrevivir y no me veo obligado a dar más en público”. Es el mensaje que deja el artista que se alejará de los escenarios después de medio siglo de estar cantando en español, enriquecido con la prosa y poesía de sus canciones, como lo debe hacer uno de los grandes intelectuales y escritores de la música hispana.
Y como colofón de las causas de su despedida manifiesta: “Sería un abuso por mi parte tener espinas clavadas cuando la vida me ha dado cosas que ni siquiera me había atrevido a imaginar. No, no tengo ninguna y pienso que me retiro en el momento justo. (…) He encontrado otra felicidad que no había conocido ni disfrutado, que es la del amor verdadero. Llevo 30 años con la Jime (Jimena Coronado, fotógrafa peruana pareja de Sabina desde hace más de 30 años. La conoció cuando trabajaba en la revista El Comercio) y ella tiene mucho que ver en mi cambio de vida. Hace tiempo que no quiero ir a ningún sitio donde no esté ella. Nunca me imaginé que iba a poder vivir con alguien 30 años y al hablar de ella no ponerle ni el más mínimo pero”.
Hechas estas reflexiones, pasamos ahora a un breve análisis sobre la vida y carácter de Sabina. Es un humano igual a cualquiera, pero con una diferencia frente a otros. A los 14 años, influenciado por Cesar Vallejo y Pablo Neruda, comenzó a escribir poesía.
Loca juventud
Empezó a vivir una intensa vida que lo llevaría por los más enredados caminos, pero también los más gozosos, los más difíciles y los más libertarios de los sueños que se puedan cumplir y las realidades que haya que afrontar. La vida de Sabina no tiene término medio. Como lo dijera Truman Capote “(…) o se está en la miel, o se está en la mierda”, pero no hay campo para la hipocresía ni las medias tintas. Es el cielo o el infierno, pero no existe el purgatorio.

De declarar que parte de su vida la pasó en medio del rock, las mujeres y las drogas, también hay que reconocerle su talento artístico y literario, su compromiso de luchador social, de militante político de izquierda, de luchador contra la sangrienta dictadura franquista de España, antifascista entregado que lo llevan a escribir “Adivina, adivinanza”, una canción llena de sátira política donde compara a Francisco Franco con Torquemada y otros tiranos. “Mil años tardó en morirse, pero por fin la palmó/. Los muertos del cementerio están de fiesta mayor/. Seguro que está en el cielo a la derecha de Dios. Hoy dan sepultura a quien era sepulturero mayor”.
Y así, como le compuso al sátrapa su canción, también la tuvo para Manolete en “De Purísima de Oro”, donde se percibe la simpatía por el famoso torero, víctima también el régimen franquista ya que a su novia y amada no se le permitió verlo en su lecho de muerte después de la cordada del toro “Islero” y se le prohibió asistir al entierro por no estar casada con el matador.
Desde entonces y hasta ahora, Sabina ha sido un eterno aficionado a la fiesta brava. No esconde su admiración por el torero José Tomás, a quien ha dedicado canciones y acompañado a diversas temporadas y ferias, pese a ser un confeso animalista y tener siete gatos que lo acompañan en su casa. Las contradicciones que no oculta el famoso cantante y que lo hace un ser único.
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En cuanto a su prolífica producción discográfica no se tienen estadísticas exactas de ventas de discos, pero se calcula que pasa de los 15 millones de copias.
La mayoría de canciones del cantautor español son consideradas por un apreciado número de seguidores como una poesía con música, que no solo se debe escuchar su melodía sino prestar atención y entender su letra, que está lejana de ser una composición comercial. Incluso, hay quienes afirman que, para entender a Sabina, se deben tener conocimientos básicos literarios al menos, cuando no de filosofía.
Las canciones
Según el gusto, cada cual tiene sus canciones preferidas, estos son algunos títulos de las más conocidas: 19 días y 500 noches, quizá una de las más comentadas y discutidas en cuanto a su creación, unos afirman que la compuso en siete meses cuando atravesaba una de sus más terribles depresiones que no lo dejaban ni dormir de día, otros señalan que fue elaborada en una noche. Se desconoce el tiempo real, pero al parecer la historia surge de una de esas tragas inolvidables de amor y desamor de Sabina con Cristina Zubillaga, una modelo que lo inspiró a escribir una de sus más hermosas canciones.
De esta composición dicen algunos de sus biógrafos, parte el cambio en su vida marcado por esta ruptura amorosa, que llevan a Sabina a abandonar vicios y hábitos nocturnos para buscar sosiego en amores más amables y estables.
A este tema también se le pueden añadir canciones como: Y sin embargo, Y Nos Dieron las Diez, Calle de Melancolía, Quién me ha robado el mes de abril, La Puerta de Alcalá, Por el bulevar de los sueños rotos, Lo niego todo, Contigo, Noches de boda, Nos sobran los motivos, La canción más hermosa del mundo, Ojos de gata, Con la frente marchita, Aves de paso, Peor para el sol, Círculos viciosos, Y sin embargo te quiero, La canción más hermosa del mundo, Pastillas para no soñar, El rocanrol de los idiotas, Conductores suicidas, Amar se llama el juego, Corre dijo la tortuga, Lágrimas de mármol, Mentiras piadosas, Así estoy yo sin ti, A la orilla de la chimenea, Besos de Judas, Rebajas de enero, Más de cien mentiras y Un último Vals, entre otras. Este último título es prácticamente su canción de despedida, y tiene un contenido autobiográfico donde en 4 minutos y 33 segundos, resume toda la historia de uno de los mejores cantautores del mundo.
De su propia autoría a Sabina se le contabilizan más de 270 canciones, unas 40 en coautoría y cerca de 10 escritas por otros autores.

(Foto de la banda sabinera, ya sin el legendario Pancho Varona)
La banda de Sabina
Llámase los “Benditos Malditos” o “La Banda Sabinera”, desde hace varios años esta agrupación musical ha acompañado a Sabina en todos los conciertos, presentaciones y grabaciones por el mundo.
Los miembros más representativos son: Antonio García de Diego, guitarrista, pianista, compositor, productor discográfico y cantautor de muchas canciones; Jaime Asúa, guitarrista y autor de varias canciones; Mara Barros, cantante, corista oficial de Sabina desde hace más de 15 años; Laura Gómez Palma, bajista argentina, de reciente incorporación al grupo; Poco Beneyto, baterista, de vieja trayectoria en la banda.
Los libros de Sabina
Tiene 34 títulos registrados, entre ellos: Ciento volando de catorce; Palo seco (letras de canciones); Volando de catorce; Esta boca sigue siendo mía; Incluso la verdad; Sabina en carne viva; El grito en el suelo; De lo contado y sus márgenes; Sabina muy personal; Calle melancolía y otras canciones; Eso será poesía (Sabina antes de Sabina); Más de cien verdades; A vuelta de correo; Con buena letra y En román paladino.
Las influencias de Sabina
Según los estudiosos de la obra de Sabina sus letras “están influidas por una gran variedad de estilos y artistas, que van desde el rock anglosajón (con autores como Bob Dylan, Leonard Cohen o The Rolling Stones), el folclore latinoamericano como por ejemplo, Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Chavela Vargas o José Alfredo Jiménez; el tango de Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi o Celedonio Flores, o la canción melódica francesa de Georges Brassens, hasta poetas vanguardistas hispanoamericanos como César Vallejo, así como Pablo Neruda, Raúl González Tuñón y Rafael Alberti o a los autores que forman parte de sus primeras lecturas en su juventud, que incluyen a Fray Luis de León y Jorge Manrique, así como el resto de la tradición española.
Por encima de todos estos autores, destaca la influencia de Francisco de Quevedo, aunque Sabina insiste en que su máxima influencia entre la poesía española contemporánea es la de Jaime Gil de Biedma. Para Neyret, el sarcasmo, la ironía y la mordacidad son determinantes en la obra poética de Joaquín Sabina, al igual que en la de Quevedo. Del mismo modo, las características formales básicas del Barroco son evidentes en sus letras: “léxico de uso corriente entrelazado con cultismos, equívocos, retruécanos, contrastes y antítesis, así como construcciones anafóricas y enumeraciones asindéticas, estos últimos, los dos principales tropos de la poética sabiniana”.
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El existencialismo de Sabina
Sin duda, las facetas de la vida de Sabina son inescrutables. No tienen molde ni se pueden encuadrar en cartabones de normas o etiquetas sociales. Fue, es y será libre según su manera de pensar y de vivir. Jamás se ha sometido al recetario de conveniencias y conductas preestablecidas por ningún grupo social.
En nuestro criterio, Sabina reúne ciertos criterios que expone Sartre en “La Náusea”, donde lo absurdo cobra realidad y se cuestiona una existencia del hombre predeterminada donde los individuos deben crear su propio destino en un mundo sin mucho interés. Ese existencialismo lo llevó hasta ser hippy solo por creer y hacer el “Amor Libre” de compromisos y de pecados profanos o santos.
Eran tiempos de la vida desbordada. Tiempos de juventud.
Quizá Julio Cortázar, nos resuma en pocas palabras esa magia y ese juego de letras y lecturas que desde adolescente cultivó, fueron formando a Joaquín Sabina, en el sentido que escribir, leer y crear no es un lujo sino una forma profunda de crear vida.
Es la forma de hacer de las palabras un hecho estético que busca la libertad, la imaginación y la resistencia de vivir la vida así sea en la soledad.
Sabina vivirá más allá de su despedida artística y de su muerte. Dejó huella.
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