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Bienvenidos, pasemos a manteles: La Baranda

Tercera entrega del Comensal Oculto.
El comensal oculto: La baranda
Quise conocer este establecimiento por varios comentarios que había escuchado y comprobar si realmente disfrutaría de la comida y la experiencia. Mi visita fue a la hora del almuerzo. De entrada, buena ubicación, fácil acceso al parqueadero y llegada sin inconvenientes al local. Buen comienzo…
Al ingresar, una empleada, bien presentada, me dio la bienvenida con amabilidad y me invitó a pasar. Me ubicó en una mesa para dos personas (de las tres disponibles de ese tamaño; las demás eran para cuatro o más comensales).
El mesero llegó rápidamente y me entregó el menú, que además de su función habitual servía como individual. Me ubicaron cerca de un parlante de buen tamaño y potencia, con una música nada acorde con la hora del almuerzo. El volumen era tan alto que resultaba imposible mantener una conversación (menos mal fui solo). Pedí una "sodificada" de maracuyá y, de paso, sugerí que bajaran el volumen.
La bebida tenía una buena presentación y estaba bien equilibrada en sus ingredientes. Sin embargo, el volumen de la música seguía igual. Se lo recordé al mesero.
—Sí, señor, disculpe, lo haré —respondió.
Para el plato principal, me decidí por el arroz chaufa de mariscos. No pedí entrada porque este tipo de preparación suele ser generosa. La espera fue de 25 minutos.
LA SORPRESA
Cuando llegó el plato, la sorpresa fue mayúscula: una porción exageradamente grande que, lejos de abrir el apetito, me desanimó. "La cantidad era suficiente para dos personas." Sé que la comida peruana suele servirse en porciones abundantes, pero aquí se les fue "la cuchara".
El arroz tenía una textura inconsistente: suave en algunas partes y crocante en otras, lo que no resultaba agradable. En cuanto al sabor, aunque aceptable, a mi gusto le faltaba un poco más de salsa soya o alguna otra salsa oscura. Los mariscos estaban en poca cantidad y apenas mezclados con el arroz; predominan más las verduras.
Solo pude comer la mitad. El arroz, por sí solo, se llena rápido y cansa cuando se sirve en exceso. Si la porción hubiera sido la mitad de lo que recibí, probablemente la habría terminado con gusto.
No pedí postre. Estaba completamente lleno. Existe un principio de etiqueta en la mesa que dice que "una persona debe levantarse con un poco de hambre", para que el disfrute del plato perdure en el paladar. En este caso, el resultado fue todo lo contrario: "terminé hastiado".
El ambiente tampoco ayudó. El volumen de la música nunca bajó.
Solicité la cuenta, pero tardó más de lo normal: entre 15 y 20 minutos. Tuve que pedirla dos veces. En cuanto a la relación precio-calidad, me pareció adecuada.
MI COMENTARIO
Mi experiencia en La Baranda no fue la esperada.
✅ Aspectos positivos:
- Buena ubicación y fácil acceso.
- Atención amable al ingreso y a la salida.
- Buena presentación de la bebida.
❌ Aspectos por mejorar:
- La cantidad de comida no define la calidad de un restaurante. Servir porciones exageradas no garantiza satisfacción.
- El ambiente cuenta.** La música a alto volumen y poco acorde con la hora del almuerzo arruina la experiencia.
- Asesoría del personal.** Los meseros deberían informar sobre las porciones y sugerir opciones según el apetito del cliente.
- -Comodidad de las mesas.** Las mesas para dos personas son pequeñas y no permiten una disposición cómoda de los platos y bebidas.
- Atención al cliente.** No hubo preguntas, sugerencias ni disculpas por parte del mesero durante mi estadía.
📌 Calificación (de 1 a 5): ⭐⭐⭐ (3)
📌 ¿Volvería?** **No.** .
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