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¿Cómo serán los besos y el apretón de manos después de la pandemia?

¿Cómo serán los besos y el apretón de manos después de la pandemia?

Era una noche terriblemente fría, más de 30 grados bajo cero, el segundo piso de la biblioteca de la universidad del Konsomol de Moscú estaba repleto. Estudiantes de diversas nacionalidades festejaban el Año Nuevo.

La algarabía inundaba el amplio salón, y entre el Vodka, vino y trago de diferentes marcas como países, los alemanes preparaban en una olla grande (indio) un canelazo que concentró la atención de los latinos. Allí, en medio de las bebidas, el tiempo transcurría y el idioma al calor del alcohol se volvió universal, todos nos entendíamos no importaba la lengua que hablara o nacionalidad, la camaradería era la máxima expresión de jóvenes con anhelos de cambiar el mundo.

De pronto, el sonido de un altavoz acalla la vocinglería: se escuchan las 12 campanadas del reloj de la torre principal del Kremlin; la gritería regresa con más fuerza, pero aún más, comienzan los abrazos y los besos. De repente aparece Nicolay, el profesor de filosofía, emocionado, me da un  fuerte abrazo, me besa las mejillas (izquierda y derecha) y finaliza con un tercero en la boca: "Feliz año camarada", me dice en ruso. De inmediato, Nina, la profesora de  economía política repite la misma acción de Nicolay, y luego Natacha, la traductora.

Entre el asombro y la sorpresa por lo sucedido, pregunté  el por qué del beso en la boca de los hombres, me explicaron que era una tradición cultural rusa muy antigua, que era socialmente aceptada, pero que además, solo se hacía en eventos especiales y entre personas con entrañables lazos de amistad y fraternidad.

Estas escenas me sirvieron para reforzar los conceptos y vínculos que deben unir a los amigos (hombres y mujeres), donde el valor de la amistad se profundiza con afectos morales y éticos, de respeto, cariño y bondad desinteresados, de ayuda mutua en momentos de penas y agrias.

Y, precisamente, en estos momentos de confinamiento he vuelto a recordar etapas de mi vida, donde un apretón de manos, un fuerte abrazo, un beso, tienen para mí un valor simbólico extraordinario y mágico incomparables, donde solo la poesía, como la de Federico García Lorca, en la Muerte de Antoñito El Camborio, expresan estrofas magistrales sobre el valor de la amistad.

Este es, el dilema que tendremos que enfrentar después de la pandemia, cuando supuestamente todo regrese a la normalidad, pero donde los humanos guardemos distancias y protocolos que nos impiden un apretón de manos, un abrazo, un beso. Es decir, algo donde una reverencia a más de dos metros de distancia, reemplazaría el saludo de una inquebrantable amistad en contravía a los afectos personales e individuales construidos durante años. El toque de codo pasaría a ser saludo y la máxima expresión de amistad que se pueda exteriorizar.

Pero aún más. La situación es tal, que los solteros y las parejas de Nueva York, han comenzado a recibir sugestivos consejos del alcalde Bill de Blasio, donde les recomienda que: "Tu eres tu pareja sexual más segura", una abierta insinuación a la masturbación, donde desaparecen hasta los instintos sexuales naturales de tener relaciones con nuestra propia pareja. Y, donde, posiblemente, para hablar con ella tengamos que usar mascarilla o tapabocas. Hasta allá llega la crueldad del virus.

El encanto y ternura de La Bise francesa ha desaparecido, al menos por el momento.

Por eso quizá, el incremento desde ahora, de las citas virtuales y la implementación de plataformas de Internet como Zoom y otras especializadas para encuentros de enamorados. 

Lo que estamos viviendo en el confinamiento es el presagio amargo que muchos no aceptarán. Una amistad o un amor virtual nunca podrá reemplazar la sensación de un beso ni la dulce magia enloquecedora de un acto sexual cuerpo a cuerpo.

Los efectos secundarios del coronavirus en las interrelaciones personales futuras se desconocen, pero lo cierto, es que nunca el boom virtual que vivimos en la cuarentena, reemplazará al amor y la mistad que se vive físicamente. De hecho, encuestas, estudios, ensayos, entrevistas y documentos que se han publicado en la prensa, reconocen esta premisa.

No es la primera vez que el amor y la amistad afrontan dificultades, una experta gringa en relaciones recordó en una entrevista que  “la gente ha encontrado el amor durante las guerras, las plagas y las hambrunas”. Ahora mismo, es difícil imaginarlo.

Solo queremos pensar que La bise no ha muerto, y que por duros que sean los tiempos pestilentes, nunca acabará con el amor y la amistad.

Foto: Tomada de Google Internet.

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