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La manoseada justicia social

La manoseada justicia social

Por Carlos Pardo Viña | Escritor y periodista


En diciembre de 2018, en medio de una protesta, Esteban Mosquera, un estudiante de música payanés que exigía más presupuesto para la universidad pública, fue atacado por el ESMAD. Perdió un ojo. Sin embargo, seguía viendo. Continuó alzando su voz y exigiendo eso que está escrito en la constitución que los políticos y las autoridades juran cumplir y no cumplen: justicia social.

En Colombia, la justicia social ha producido más muertes que justicia. Enarbolados con su bandera, los armados de todos los espectros ideológicos han secuestrado, asesinado y atemorizado. Como ha sucedido en la historia de la humanidad, en el nombre de Dios y de Patria se han cometido los más execrables crímenes. En el nombre de la tan manoseada justicia social se crean centros de pensamiento, movimientos sociales y partidos, a través de los cuales se hacen elegir políticos corruptos; en su nombre, académicos entran a la arena política para terminar en las prácticas politiqueras del siglo pasado; en su nombre, se justifican contratos cuyos montos engrosan las cuentas de los amigos de los gobernantes.

En la tarde del pasado lunes 3 de agosto. Motorizados asesinaron a Esteban Mosquera cerca de su casa. Desde el ataque, el líder estudiantil era conocido por luchar en contra de la violencia y el uso de armas por parte del ESMAD. Le sacaron un ojo por pedir financiamiento a las universidades pública y lo mataron por elevar su voz contra el ESMAD. Lo asesinaron, tal y como han matado la esperanza de cerca de mil líderes desde 2016.

Seguramente jamás conoceremos ni quién lo mató ni quién dio la orden. La oscuridad sabe esconderse detrás de las togas de los jueces, detrás del manto de impunidad que tejen los fiscales, detrás de las políticas de gobierno.

Son tan violentos los armados como las inequidades, esa violencia estructural que surge de la discriminación y la pobreza y la falta de oportunidades que nadie ve, porque como dijo el hijo de la senadora Cabal, aquí es pobre el que quiere porque no es creativo, no trabaja y no ahorra. No deberían aterrarnos sus palabras. Así fue criado. No entiende que muchos parten de muy atrás en la carrera y los que buscan que la línea de partida sea más justa, son asesinados.

Para dar con el paradero de los asesinos de Esteban, las autoridades ofrecen 50 millones de pesos mientras que el alcalde, el gobernador y el presidente condenan el hecho. Condenar, otra palabreja manoseada. En este país nos hemos pasado la vida condenando los crímenes y dando condolencias a los familiares de los muertos sin que hagamos algo para que detener el río de sangre. Luto para las cámaras, luto para los discursos. Nada más. ¿Y entonces, qué nos queda? Seguir levantando la voz. Aquí pongo la mía para el coro que ya nadie escucha.

 

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