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Viajar al Tolima

Viajar al Tolima

Por: Edgardo Ramírez Polanía
Doctor en Derecho.


Viajar al Tolima es un placer por la agradable atención de sus gentes, su gastronomía, su folclor y su cultura musical. Es conocer el corazón de Colombia que palpita en su música, en cada cordillera, en cada llanura y en cada cultivo donde nace la vida con su encanto y colorido.

En el Tolima, han nacido los más sonados músicos y compositores del país y en cada casa se respira un aire cultural, donde no faltan los tiples y las guitarras, que le han dado a Ibagué, el nombre de capital musical de Colombia y donde existe una institución de educación superior, El Conservatorio del Tolima, que otorga títulos de Bachiller Técnico en Artes, Licenciatura en Música y grado de Maestro en música.

Por esa razón, quien viaja al Tolima escucha con deleite a los músicos y compositores de renombre internacional, interpretados por cantantes que los imitan en las tabernas y restaurantes, con tal precisión, que se hace necesario verificar personalmente si es el verdadero autor.

La música en el Tolima se compone en un Conservatorio, una fiesta tradicional como lo hicieron Silva y Villaba o en una esquina como lo relata el compositor Eleuterio Lozano, quien describió, que: “tras jornadas de tertulia y bohemia, en la tienda de doña María Jiménez en El Espinal, Alberto Castilla compuso en la pianola de ese negocio de venta de trago, El Bunde tolimense”, con el acompañamiento de la guitarra del compositor Emiliano Lucena.

El departamento del Tolima ha sido cuna de hombres ilustres que han contribuido a la formación de nuestra República y tomaron plaza en los sitios más altos en la dirección del Estado, las artes y la política. Basta con citar a los ex Presidentes Manuel Murillo Toro, Darío Echandía, Alfonso López Pumarejo y en la época de la Nueva Granada José María Melo.

La publicación de libros no se ha hecho esperar. Las editoriales son de alta calidad en las universidades del Tolima e Ibagué, Pijao Editores y Caza de Libros, éstas dos últimas han publicado 800 títulos en cincuenta años de existencia, sobre escritores reconocidos en los géneros de novela, poesía, cuento e historia, que dieron para la publicación de cuatro tomos con 700 páginas publicados por el escritor Carlos Orlando Pardo.

El Tolima posee variados climas y por lo mismo, costumbres diferentes en sus gentes, a quien los une la música, las artes y una cultura milenaria que persiste en su folclor, que se celebra a mediados de cada año con las fiestas de San Pedro y San Juan y el Festival Folclórico Colombiano, con comparsas, trajes y platos típicos que han tomado renombre internacional por la calidad y variedad de sus excelentes  sabores y sus viandas, que son obligadas en los hogares tolimenses y en el gusto de sus visitantes.

El tolimense es amable, colaborador y unido en sus propósitos, por eso desde los albores de la civilización, las casas de los pueblos se hacían por “convites” o reunión de lugareños que reafirmaban su solidaridad en la construcción de casas de tapia pisada y palma real, que soportaban inundaciones y borrascas y duraban varias generaciones.

Su carácter es solidario y rebelde ante la usurpación de sus derechos y garantías y fueron los primeros en ir a las diez guerras civiles que se formaron en el país en los siglos XVIII y XIX, incluyendo la guerra de los Mil Días, ocasionada por la inconformidad del liberalismo con la política de la Regeneración encabezada por Rafael Núñez, donde hubo 100 mil muertos en una nación que no superaba los 4 millones de habitantes y donde el Tolima estuvo representado por el General Tulio Varón.

Ese arrojo fue una de las razones por las cuales el Tolima, sostuvo el enfrentamiento permanente de la violencia política y conformó ejércitos liberales debido a la persecución conservadora que dirigieron Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, quien dijo. “….Solo mediante el terror, lo ha expresado y demostrado magistralmente Hitler, enmudecerá la amenaza de los puños del proletariado y su dominio de las calles”.

El tolimense juega su vida y desafía el peligro, no le teme a su opositor y por eso la violencia se recrudeció en esta parte del país, donde se fundaron ejércitos de liberales contra la hegemonía conservadora, que degeneró en el bandolerismo y la barbarie por el asesinato del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, quien enarboló las banderas del más puro liberalismo que le causó su asesinato por parte del régimen político que imperaba en ese entonces.

Por esa razón, para cuidar una finca en el Tolima, no se necesita un ejército como en El Ubérrimo, sino un campesino curtido por el sol, con una escopeta, un machete afilado en piedra de río y un guayacán, con los que hace vaquería con rejos de cinco ruedas que pesan 15 kilos y con sus manos callosas enlaza una res en estampida a 20 metros de distancia o tumba un ternero destetado.

Los bogas tolimenses del río Magdalena manejan una canoa con 100 racimos de plátano de sus vegas y llegan al punto exacto de la orilla opuesta, echando canalete y evitando tocar las ceibas descuajadas de las riberas que bajan por el centro del río Magdalena.

Su mujer es fiel compañera, emprendedora y si le falta el marido saca adelante su prole con la venta de tamales, lechona o bizcochos de achiras e insulsos, que aprende por tradición o con solo mirar su elaboración por una sola vez.

El hombre tolimense es trabajador y emprendedor, de carácter tranquilo pero decidido y eso hace que no le busquen pleitos ni rencillas. El campesino no le corre la cerca al vecino, sino le cuida su casa, su lindero y su familia. Es músico sin conocer el pentagrama musical, pero entona con precisión las melodías de su inspiración, en su río, su bohío, su mujer, su plantío y su limonar florecido.

El Tolima es paisaje que asombra los ojos del turista, por la belleza de sus volcanes, sus ríos majestuosos, sus plantas exóticas, su faunas y flora de un colorido iridiscente y brillante de colores extraños en sus aguas, sus peces y sus flores, de bosques misteriosos y profundos, que inspiran una contemplación respetuosa y reflexiva de su génesis, su historia y su destino.

Debemos preservar nuestras costumbres y nuestra cultura para que el Tolima continúe progresado en el comercio, la industria, la educación, la vivienda y la salud, combatiendo la corrupción administrativa y política, el envenenamiento de los ríos por parte de los arroceros y así poder mantener nuestra identidad cultural arraigada en el alma de nuestra raza indómita, noble y generosa.

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