Columnistas
¿Retorno a clases presenciales durante la pandemia?
Para nadie es un secreto que con la llegada del COVID 19 al país, se terminaron de desnudar muchas situaciones que venían presentándose; fenómenos como el desempleo, la pobreza, un frágil sistema de salud, pésima conectividad de internet en zonas apartadas “y no apartadas”, falencias en el sistema educativo; en fin, los problemas más sentidos en nuestra sociedad hoy se han visto despojados de su ropa.
Sin lugar a dudas, la educación, ha sido motivo de preocupación durante toda la cuarentena. Es por esto, que el esquema de alternancia educativa que se proyecta para retornar a clases en los colegios del país, ha tenido acogida por ciertos gremios, pero gran resistencia por otros sectores representativos de nuestra sociedad.
Académicos, políticos, profesionales de otros escenarios, padres de familia, docentes, y hasta los mismos estudiantes han alzado su voz de rechazo en diferentes medios de comunicación del país, en redes sociales, y en el ambiente en general, sobre todo, por las condiciones actuales para volver a clases presenciales, en el marco de la pandemia, siendo para muchos un experimento, con el riesgo potencial, teniendo en cuenta que aún no hay un control del virus.
Si bien es cierto, que se pretende un retorno gradual y progresivo a las aulas, sobre todo, en colegios privados, esto no deja de preocupar a padres de familia, estudiantes y docentes del sector oficial, puesto que aparte de que no es muy claro el modelo de alternancia estipulado en tal directiva ministerial, se considera como el punto de partida para un retorno próximo sin las condiciones adecuadas para hacerlo.
Este rechazo cobra sentido si se tiene en cuenta que prima el derecho a la vida por encima de otros derechos constitucionales, y mucho más cuando se trata de los niños y jóvenes del país. Con la alternancia puede que la situación sea igual de crítica que sin ella; volver a las aulas es apresurado teniendo en cuenta que en el país no se ha controlado la pandemia, e incluso, los casos cada día van en aumento.
Sumado a esta preocupación, las condiciones de infraestructura de la mayoría de colegios públicos, no son las adecuadas. Para nadie es un secreto, que muchos municipios en el país no garantizan un adecuado servicio de agua en las Instituciones Educativas; cuentan con baños y cocinas en precarias condiciones que no son aptas para su uso en este momento de crisis sanitaria.
El riesgo de contagio es latente sin el suministro de agua, pues, de acuerdo con las indicaciones de la OMS “Organización Mundial de la Salud”, y con las campañas del gobierno nacional, el lavado frecuente de manos, no solo disminuye el riesgo de contagio, puede hacer la diferencia entre la vida o la muerte.
Otra situación que se prevé, es la inminente interacción física entre los estudiantes. Los niños y jóvenes tienden a moverse, por su naturaleza psicológica son activos y socializan más que los adultos. Por lo tanto, es inevitable que no tengan contacto para jugar, compartir útiles escolares, alimentos, realizar actividades del currículo oculto, entre otros intereses que indirectamente se convierten en un riesgo biológico, pese a eventuales recomendaciones.
Ahora bien, frente a este panorama, el contexto externo, también juega un papel importante en este asunto, ya que los colegios dependen de las medidas de prevención que muchas familias y rutas escolares puedan brindar para que el virus no permeó los establecimientos educativos.
Sin mencionar, el complejo servicio de rutas escolares rurales que se presta debido al hacinamiento en muchos de ellos, así como, el alto índice de contagio que se puede presentar en el servicio de transporte público urbano para aquellos estudiantes que no tienen los recursos para acceder a una ruta escolar o que no cuentan con un automóvil familiar, que son la mayoría del país.
Frente a esta falta de claridad en el esquema de alternancia, la responsabilidad recaerá en las secretarías de educación, articuladas con las secretarías de salud, y a su vez, en los directivos docentes, en los docentes, y finalmente serán los padres de familia quienes sostendrán la compra diaria de los elementos de bioseguridad que se requieren para evitar el contagio, empezando por el tapabocas, con el agravante, de la condición económica que caracteriza a un gran porcentaje de la población colombiana.
- Puede leer: ¡Nuestra salud mental en tiempos del COVID-19!
Este panorama, hasta el momento no se prevé en el plan de retorno a las aulas, por lo que, son muchas las reflexiones que se pueden generar: ¿qué sucederá cuando los estudiantes no lleven su tapabocas? ¿los colegios que tienen dos y hasta tres jornadas, como van a realizar la alternancia? ¿están listos los recursos para apoyar a los colegios públicos y privados en el marco de la emergencia sanitaria? ¿qué consecuencias habrá en la planta docente en colegios con varias jornadas? ¿será responsabilidad única de la escuela la adquisición de tapetes, máquina de desinfección, termómetros y elementos de bioseguridad? ¿qué sucederá en los colegios donde el agua brilla por su ausencia? ¿cuál es el riesgo que corren los contextos escolares rurales donde no hay presencia del virus, pero sus docentes viajan diariamente provenientes de zonas urbanas?
Sumado a esto, y de acuerdo con FECODE “Federación Colombiana de Educadores”, cerca de un 80% de padres de familia del país han manifestado en varias fuentes de información, no enviar a sus hijos a los colegios en lo que resta del año para prevenir un posible contagio, ¿será esto motivo para una histórica deserción escolar en el país?
Por lo pronto, puede que exista, o no respuestas a tantos cuestionamientos, pero no está demás, escuchar a las diferentes agremiaciones que conforman las comunidades educativas, antes de tomar decisiones trascendentales, donde está de por medio la salud y la vida de los niños y jóvenes del país.
No queda más que felicitar y agradecer a las madres, padres de familia, maestros, rectores, administrativos, y a los mismos estudiantes de las diferentes veredas y municipios del Tolima y el país, por su titánico esfuerzo para cumplir desde sus roles con las exigencias que han afrontado en plena crisis sanitaria.
- Por: Juan Carlos Jiménez Martínez, Psicólogo y docente.
(CO) 313 381 6244
(CO) 311 228 8185
(CO) 313 829 8771