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¿Quién pierde más con las deportaciones?

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.
Por Víctor Alarcón Zambrano
Periodista. Residente en EE.UU.
El objetivo trazado por orden presidencial de detener al menos entre 1.200 y 1.500 inmigrantes ilegales por día se está cumpliendo y, por ello, miles de estos han decidido regresar voluntariamente a sus países o, por miedo, encerrarse en casa, abandonando sus sitios de trabajo y dando comienzo a una crisis laboral que afecta directamente a importantes sectores económicos que basan su productividad en la mano de obra del inmigrante, como la construcción, la agricultura, la ganadería, la manufactura diversa, los servicios generales y el transporte, entre otros.
En el tema de la salud, está demostrado que el cuidado personal de niños menores, enfermos y personas de la tercera edad está cubierto en un 80% por extranjeros ilegales, ante la falta de interés de los americanos en prestar este servicio.
Se está demostrando la falsedad de la insistencia del gobierno cuando pregona que solo busca criminales identificados y miembros de carteles del narcotráfico, pues diariamente se realizan redadas en sitios que antes eran santuarios intocables, como escuelas, iglesias y centros comunales.
Según un estudio de la agencia EFE, ya se han perdido miles de trabajadores esenciales, mano de obra certificada y/o calificada por experiencia. Importantes empresas han expresado su preocupación, ya que esta política afecta directamente su producción. El reemplazo por mano de obra americana duplica o triplica su nómina y, además, su oferta es escasa. Se ha creado una situación de ansiedad e incertidumbre en la economía.
La televisión muestra día a día grandes extensiones de cultivos llenos de frutas, legumbres y otros productos, pero totalmente vacías, pues no hay trabajadores para recoger las cosechas. También se han registrado manifestaciones de empresas y agricultores en calles de estados del sur en contra de las políticas de Trump. Asimismo, las asociaciones de derechos civiles están organizando la defensa de la economía americana.
A lo anterior debe sumarse la pérdida en el consumo. Los trabajadores alimentan y educan a sus familias. Por lo tanto, el fruto de su trabajo se invierte en bienes y servicios que, sin duda alguna, estimulan la economía americana. Los centros con mayor concentración de inmigrantes verán el impacto negativo con su salida. Ciudades como Chicago, Nueva York, Miami, Los Ángeles, Denver, Houston y, muy especialmente, el sur del país sufrirá un fuerte impacto negativo en su economía.
También pierden todos los países de origen de los ilegales, pues se verán disminuidas las remesas que sirven de sustento a sus familias en el extranjero. Para Colombia y varios países, el ingreso por remesas es superior a los principales productos de exportación. Según estadísticas, en 2023 las remesas sumaron 10.091 millones de dólares, el 2,8 % del producto interno. Este producto del trabajo del colombiano en el extranjero brinda la oportunidad a su familia de cubrir sus gastos básicos y contribuye a su bienestar personal.
Estados Unidos también pierde, y mucho. El presupuesto nacional se verá gravemente afectado con el costo de las deportaciones, que comienza con un fuerte incremento por la contratación de agentes. Dejará de recibir 80.000 millones de dólares, que es el total de los impuestos sobre la renta que pagan once millones de contribuyentes al gobierno federal, estatal y en cada compra diaria.
Sin duda alguna, la disminución de estos trabajadores impacta negativamente el PIB americano en un 4,2 %, pues esta fuerza laboral representa casi un 50 % en las industrias antes mencionadas.
Por último, otro resultado nefasto de estas deportaciones es el impacto familiar. Como en su pasada administración, serán miles las familias separadas, hijos sin padres o con uno solo, y padres sin hijos. Un amor roto por la ley, producto de la búsqueda de un mejor futuro en un país diferente al de sus ancestros.
Las deportaciones tienen más consecuencias negativas que positivas. Está plenamente justificado el derecho americano, pero debería concentrarse en quienes han violado la ley y, tal como lo piden varias industrias, ser más laxos en permitir la entrada legal de los trabajadores extranjeros.
Al cerrar este artículo, el señor Trump parece haber reaccionado un tanto, dejando, aunque temporalmente, las alzas arancelarias con México y Canadá. “Si esto le hace a los vecinos, ¿qué pueden esperar los de más allá del río Bravo o río Grande?”, dijo un senador republicano.
*Florida, 4 de febrero de 2025
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