Hace exactamente un año la Agencia Nacional de Hidrocarburos - ANH- al mando en ese entonces de su director Luis Miguel Morrelli, anunciaba al país, la suscripción de dos contratos de adjudicación de bloques petroleros entre los que estaba el VSM 25 "ver documento al final de esta nota", asignado a la empresa Canadiense “ParexResources Colombia Ltda” con una extensión aproximada de 27.608 hectáreas con buena perspectiva para la producción de crudo y gas con un compromiso estimado de inversión de 39.622.836 de dólares.

A pesar de la importancia de tal evento, la noticia se difundió en las revistas del sector a nivel nacional e internacional y en Ibagué solo se reportó por parte de un periódico nacional, sin lograr dimensionar la trascendencia regional de dicho acto de adjudicación contractual.

Pues bien, resulta que ese bloque petrolero que está en etapa de aprestamiento para iniciar actividades de exploración -una vez ANLA le autorice- se traslapa ni más ni menos con el principal cuerpo de agua subterránea que tiene el departamento del Tolima denominado “Acuífero Fluvio-Volcánico de Ibagué” o mejor conocido como “Abanico de Ibagué” que tiene una extensión de 67.056 hectáreas, cubriendo áreas en los municipios de Ibagué, Alvarado, Piedras, Coello y San Luis. Este depósito de aguas subterráneas tiene una gran importancia hidrogeológica al presentar acuíferos continuos de extensión regional, de “tipo libre y confinados con aguas recomendables para cualquier uso”, tal como lo describe el Plan de Manejo y Caracterización del acuífero formulado y adoptado por la Autoridad Ambiental del Tolima en 2015-2016.

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El Plan de Manejo Ambiental PMA (2016), destaca que en el área del acuífero se encuentran relictos de Bosque Seco Tropical y reservas forestales protectoras de carácter regional en el municipio de Alvarado (Vallecita), Ibagué (La Estrella, La Cabaña, Dulima, El Humedal y la Santísima Trinidad. Las Mirlas y Bellavista) entre otras áreas importantes de Piedras y Coello. Por su parte, en la ficha socio ambiental (versión 3) del bloque petrolero de la Agencia Nacional de Hidrocarburos -ANH-, detalla que dentro polígono se encuentran 3 sitios arqueológicos de interés y el 10% del terreno es productivo en arroz, 5.33% zona de aptitud forestal, 4.30% en café y 4.19% de caña panelera en la cuenca Totare, con porcentajes similares en la Cuenca de Río Coello.

Lo que más preocupa es que ambientalmente el cuadro de interés petrolero se traslapa con el 33% del área del Acuífero de Ibagué e incide en las 3 cuencas hidrográficas de Totare, Coello y Opia, además de confluir con las fallas geológicas de Ibagué, de Buenos Aires, Doima (que es un ramal de Ibagué) y el Aceituno que según el Servicio Geológico Colombiano son estructuras activas.   Ese traslape significa que para poder llegar en perforación al depósito del hidrocarburo, deberán atravesar o lindar con el depósito de agua, si el esquema es convencional y si se tratara de la tecnología no convencional (fracking) sería más gravosa la situación hidrogeológica del único depósito que tiene el centro del Tolima para atender algún déficit hídrico en la región.

Este sencillo recuento nos hace evaluar qué contundencia demostrarán las fuerzas vivas de Ibagué con su empresariado, los colectivos ambientales, autoridades municipales y líderes comunitarios para defender el verdadero “tesoro” que tenemos bajo nuestros pies.

Este reto permitirá demostrar que tan fuerte está nuestra conciencia ambiental al punto de soportar inicialmente actividades de exploración o de explotación petrolera en plena meseta de Ibagué; además de contar con un Plan de Ordenamiento Territorial (POT), subjudice, desarticulado con reglamentación dispersa y sesgada para favorecer intereses particulares como en efecto se demandó en su oportunidad. La tarea inmediata: formular un POT que articule la estructura de los municipios afectados con el bloque petrolero que en forma silenciosa está ganando terreno delante de todos.