Columnistas
Pegasus Gate
Por John César Morales - Administrador de Empresas-Comunicador Social
La noticia que se presentó como un simple intento de robo, llamó la atención de dos jóvenes periodistas del Washington Post: Carl Bernstein y Bob Woodward. Ellos se presentaron a la audiencia de captura, dentro de los retenidos reconocieron a James McCord, jefe de seguridad del Comité de reelección de la campaña republicana Nixon presidente.
Era el comienzo de uno de los episodios de espionaje más sonados en la historia política no solo de los Estados Unidos, sino del mundo: el caso Watergate. Los periodistas lograron contactar a una alta fuente que los guio hasta descubrir el oscuro entramado orquestado desde la Casa Blanca por el mismo Nixon.
Durante muchos años fue uno de los secretos periodísticos mejor guardados; la fuente conocida como “garganta profunda”, resultó ser a la postre Mark Felt, exdirector adjunto del FBI. Sólo hasta el año 2005, cuando ya tenía 95 años, el mismo Felt se reveló ante el mundo como la fuente que no solo puso en jaque, sino que tumbó a uno de los presidentes republicanos más populares.
Nixon había creado un grupo de subalternos conocidos como los fontaneros, cuya misión era cortar cualquier filtración a la prensa. Sobornos, perjurio, obstrucción a la justicia, destrucción de evidencia fueron los delitos que durante 2 años el poderoso Richard Nixon intentó ocultar. Cuando el escándalo escaló a tal nivel que el Congreso norteamericano en pleno se preparaba para aplicar el impeachment, juicio político por inmoralidad, un Nixon derrotado se dirigía la nación en alocución televisiva, la noche del 9 de agosto de 1974 anunciando su renuncia, siendo hasta ahora el único presidente en hacerlo.
El 22 de febrero de 2008, la revista Semana publicó el primer artículo, tras meses de investigaciones, de presuntas chuzadas ilegales de conversaciones a magistrados de las altas cortes, políticos tanto de oposición como afines al gobierno Uribe, ONGs, periodistas y entidades internacionales de derechos humanos. La reacción del presidente fue considerarlo un asunto menor de mandos medios que actuaban a modo propio y que no respondían a la línea ética del gobierno.
El escándalo de espionaje más grande en la historia del país evolucionó a tal punto, que tres de los exdirectores del DAS: Jorge Noguera, Andrés Peñate y María del Pilar Hurtado fueron vinculados a la investigación y condenados. En noviembre de 2011 el presidente Santos liquidó el DAS. El periodista Julián Martínez publicó en 2016 el libro llamado ChuzaDAS, con el que ganó el premio nacional de periodismo Simón Bolívar, fue de tal magnitud, que el mismo Martínez me manifestó, que aún tiene material de esa investigación que no ha terminado de leer y analizar.
No se ha podido comprobar la relación del gobierno Uribe con las órdenes para hacer seguimientos ilegales incluso a sus propios funcionarios. Las investigaciones no escalaron lo suficiente para llegar a los altos niveles y el asunto terminó con condenas a mandos medios.
El pasado miércoles 4 de septiembre, en alocución nacional, el mismo presidente Petro anunció al país, un posible escándalo de espionaje de grandes proporciones, a partir de la compra del software espía conocido como “Pegasus”. Este es reconocido como uno de los sistemas más sofisticados en el mundo para obtener información de teléfonos celulares de cualquier persona, puede leer las conversaciones, entrar a la cámara fotográfica, escuchar los audios, la geolocalización del aparato, las redes que frecuenta el poseedor y hasta lo que escribe en ellas. A partir de un supuesto pago en efectivo millonario, la DIPOL (dirección de inteligencia de la Policía) lo había adquirido en el año 2021, durante el gobierno del presidente Duque.
Se ha conocido, qué personas viajaron personalmente hasta Israel, el país que desarrolló el software, para efectuar los pagos y realizar las transacciones, sin dejar rastro alguno en los sistemas de seguimiento a compra estatales. Incluso, se tendrían los nombres de las tripulaciones y los viajantes. Lo que promete ser un escándalo de proporciones babilónicas ha empezado a tejer la línea histórica frente a este tipo de casos: negación por parte de las autoridades, descalificación de la prensa corporativa, desconocimiento de los órganos de control y en este caso una sorna nerviosa empieza a recorrer el estamento. Las coincidencias entre estos hechos es mucha, juzgue usted.
Lo último que se supo, de acuerdo con el Embajador de Colombia en EE.UU, este país fue el que compro el software Pegasus y que el expresidente Duque no tuvo conocimiento, hecho que le pone mayor tensión al asunto.
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