Columnistas
Ni pan, ni circo.
Emperador, senadores y generales tenían claro como conservar la confianza de los romanos y al mismo tiempo disfrutar tranquila, corrupta, ociosa y desvergonzadamente de las mieles del poder; todo consistía sencillamente en darle al pueblo comida y diversión; esto les generaba no solo un inusitado desinterés por la política, sino que los mantenía pasivos, entretenidos y adormecidos frente a su paupérrima suerte; “Panem et Circenses” les repetía el poeta Juvenal, maestro de la sátira en plena locura y decadencia cesárea; pues bien, la historia ha mostrado tan inmejorables resultados para quienes manejan los hilos del poder, que por supuesto dicha fórmula no sólo se mantiene intacta, sino vigente.
Con lo que el mundo no contaba, incluidos los habitantes de éste “El país más corrupto del mundo”, era con que una plaga minúscula arrebataría esa venda que impedía posar nuestra atención en la cruda realidad y nos privaría de ese distractor o mejor, de ese estado de inconsciencia colectiva que conocíamos como vida social. Sin carnavales, fiestas patronales, reinados, conciertos y rumbas; ni poder pasear días enteros con familia o amigos, tampoco salir a cenar o vitrinear, mucho menos idiotizarnos con el fútbol y otros deportes; ni que decir del trabajo en casa, que eliminó de un tajo “integraciones” y todo tipo de actividades “extralaborales” que mojigata y solapadamente invitan a la coquetería y sinvergüencería; era de esperarse que el ocio regresaría en su máximo esplendor. Si a lo anterior sumamos que ya los gobiernos se quedaron bastante cortos con subsidios y mercados y el hambre social crece exponencialmente; fácil resulta concluir que por el momento, pan y circo desaparecieron.
Bajo este escenario, la ciudadanía no tuvo otra opción que combatir el aburrimiento con televisión, radio e internet, y como las noticias reinan en los medios y redes sociales, era simple cuestión de tiempo para que los otrora indiferentes distraídos -ahora hambrientos y aburridos- terminaran convertidos en millones de veedores sociales indignados, quienes hasta que no regrese la “normalidad”, serán la peor pesadilla de los mandatarios de turno.
Quien se iba imaginar que en pleno estreno y por cuenta de sus innumerables y desafortunadas actuaciones durante los primeros 100 días como mandatarios, tanto el Gobernador del Tolima, como el Alcalde de Ibagué y buena parte de sus respectivos gabinetes, terminarían cuestionados e investigados no precisamente por la oposición o quienes representan “Las nuevas formas de lucha”; sino por Organismos como la Procuraduría, Contraloría y Fiscalía, estableciendo con ello un vergonzoso e inigualable récord que haría sonrojar al propio Luis H.
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A pesar de los ingentes esfuerzos económicos y científicos, desplegados por laboratorios y farmacéuticas de todas latitudes, la OMS ha sido clara en señalar que el covid-19, al igual que cualquier otro virus gripal, tendrá un comportamiento cíclico, que tampoco garantiza inmunidad en pacientes que lo hubieren padecido. También ha hecho énfasis en que antes de 18 meses, no se habrá desarrollado una vacuna contra el Covid-19. De igual modo, las publicaciones médico-científicas más destacadas, han planteado que no solo se trata del desarrollo como tal de la vacuna, sino de la efectividad que la misma tenga respecto de las diferentes razas y etnias. Por último, los más optimistas concluyen diciendo que en menos de una década, será muy difícil tener a los más de 7.000 millones de humanos, vacunados. Vemos como cada día aumenta el número de calificadas voces que acertadamente disertan sobre la necesidad de irnos adaptando mentalmente a nuevas formas de interacción y vida social; pues es un hecho que actividades artísticas, sociales y deportivas con grandes aforos, aglomeraciones y asistencias multitudinarias, por prudencia, veto legal o temor social irán desapareciendo.
En los últimos días fuimos testigos del novelón en que se convirtió la famosísima licitación del Coliseo Mayor y cómo los Gobiernos Nacional y Municipal discuten sobre quién y cómo debe adelantar la misma. Lastimosamente nadie dice nada sobre la inconveniencia de llevar a cabo semejante inversión en estos momentos. Sorprende ver a todo el mundo discutiendo sobre las mil y una formas en que se ha intentado direccionar la licitación para construir el Coliseo Mayor de Ibagué, pero nadie hace el mínimo cuestionamiento sobre la verdadera utilidad que dicha obra le puede prestar a la ciudad en los próximos años.
En el hipotético caso en que el Alcalde logre terminar su periodo de gobierno y pueda entregar el Coliseo Mayor, por mucho tiempo no será posible que la comunidad Ibaguereña use y aproveche esa estructura cerrada con aforo estimado en miles de personas, para los fines que fue diseñada. Entonces ¿cuál es el afán de contratarla?, ¿Acaso las necesidades actuales de la población, no reclaman un uso más urgente y adecuado para esos multimillonarios recursos? ¿Cómo líderes nacionales en hambre, desempleo y dengue, será que Alcalde y Gobierno Nacional podrán sentirse orgullosos de comprometer $45.000 Millones en una obra que nadie sabe cuándo podremos usar? Nadie responsable se gasta la plata del mercado mandando a pintar la casa, y con esa cantidad de banderas rojas colgadas por la ciudad y el Tolima, cualquiera entiende que la pintada de la casa, tiene que aplazarse.
No puedo despedirme sin hacer alusión al vergonzoso silencio -casi prevaricador- de la Asamblea Departamental y del Concejo Municipal de Ibagué; conocemos de las componendas politiqueras para echar el solapado cuento de que “Hay que darle gobernabilidad al mandatario”, pero olvidaron que son ellos quienes tienen el deber de hacer el control político. Salvo contadas excepciones, algunos Honorables Concejales y Diputados se atreven a cuestionar y denunciar lo que a su juicio está mal hecho; desafortunadamente las mayorías oficialistas, cual monjes de clausura, guardan absoluto silencio sobre los escandalosos acontecimientos que hoy han puesto al Tolima en primera plana de todos los noticieros nacionales. Señores les llegó la hora de estrenar la moción de censura contra el sinnúmero de Secretarios de Despacho que hace rato debieron apartarse de sus cargos, hagan los juiciosos debates públicos que el indignado pueblo tolimense necesita escuchar; es más, si prefieren caer en desgracia con sus electores, que perder las migajas del poder, pues hagan gala de su histrionismo e hipocresía, invéntense peleas de comadres, pónganse bravos en público, hagan que hacen, pero así sea por vergüenza, justifiquen la existencia de la dignidad que ostentan!
Por: José Gabriel Tobar Tribin
Abogado Especialista en Derecho Administrativo
Presidente - SINDEPTOL
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