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Los vientos del Este y la descertificación

Los vientos del Este y la descertificación

Por Ricardo Oviedo Arévalo

*Sociólogo, historiador, docente universitario


Desde los tiempos de Alejandro el Grande,  Asia no es desconocida, al contrario, en muchas ocasiones ha servido para impulsar los cambios y el desarrollo en el antiguo continente, como ocurrió durante la edad media con la famosa “Ruta de la Seda”, que permitió el comercio con China y el mundo árabe, surgiendo las bases para la creación del capitalismo moderno y también para el descubrimiento de América.

Dicho intercambio comercial tocó como una vara mágica hasta la poderosa iglesia católica, con el surgimiento del protestante  Martín Lutero,  en palabras del sociólogo alemán Max Weber, de esta manera, Europa se “desencantó” entrando en un periodo de racionalización extrema, que dio como resultado el surgimiento de los estados modernos, su modelo económico, el capitalismo y su expresión política, la democracia representativa que hoy tenemos.

Quinientos años después, nuevamente occidente debe recurrir al oriente, esta vez como una estrategia de la “Guerra Fría”, en su lucha contra Unión Soviética y aprovechando su inmensa y barata mano de obra, dicha misión la encarnaron el canciller Henry Kissinger y el cuestionado presidente Richard Nixon, donde la idea inicial era disminuir los costos de producción, aprovechando la grave crisis económica que pasaba la comunista China del presidente Mao, pero con la inmensa paciencia que los caracteriza, rápidamente se industrializaron, de ser malos copiadores, hoy poseen el ejército más numeroso de científicos y técnicos en el mundo.

De 64 variantes tecnológicas que definen las potencias industrializadas, van adelante en 57, especialmente en energías limpias, telecomunicaciones, transporte, y tienen una fuerte presencia en la investigación y fabricación de semiconductores, drones e inteligencia artificial, Estados Unidos ha quedado relegada a un segundo lugar, punteando sólo en tecnología cuántica, biotecnología y en  hardware y software, los expertos dicen que no por mucho tiempo.

Todos los logros anteriores de China, fueron posible aplicando el modelo neoliberal del premio Nobel, Milton Fredman, el mismo que se impuso a sangre y fuego en América Latina en el tiempo de las dictaduras militares del siglo pasado, dejando una dolorosa estela de muertos y desaparecidos, pero, ante todo, de millones de pobres y de países endeudados con el FMI, como es el caso de Argentina, Ecuador, Colombia y algunos países de Centroamérica.

Al contrario, la aplicación de este modelo económico en China, estuvo dirigido por una élite de tecnócratas que vieron en la industrialización una forma de crear su propio desarrollo que pudiera sacar de la pobreza extrema a millones de sus pobladores, sus ganancias patrocinaron la urbanización del país, creando una extensa red de ciudades, vías y trenes, hoy cerca del 70% de sus pobladores viven en centros urbanos, muchos de ellos recién creados, surgieron como hongos universidades y centros de investigación, los chinos pasaron de ser conocidos como cocineros y campesinos, a científicos e ingenieros, logrando salir del subdesarrollo en pocos años.

Uno de sus secretos fue no permitir la concentración de la riqueza en pocas manos, crecer en base a la industrialización y no en la especulación bursátil, pero ante todo, no malgastaron su dinero en guerras y bases militares, al contrario, invirtieron  en su gente capacitándola en las mejores universidades nacionales y mundiales, protegiendo su acervo cultural, logrando una sociedad equilibrada, que hoy es protagonista de primera fila del desarrollo mundial. Paradójicamente los economistas que hicieron posible este milagro nunca han obtenido un reconocimiento de premios internacionales como el Nobel.

En la otra orilla, tenemos a Estados Unidos, país que según el sociólogo Alexis de Tocqueville, en el siglo XIX, era ejemplo de igualdad, democracia y libertad y cuna de grandes inventores como: Nikola Tesla (energía eléctrica), Thomas Edison (bombilla, fonógrafo, etc.), Samuel Morse (telégrafo y código Morse), Eli Whitney (desmotadora de algodón), George Eastman (cámara Kodak y película en rollo) y Lewis Latimer (mejora de la bombilla incandescente), de eso queda poco, hoy brillan especuladores como Black Rock y Vanguard y excéntricos poco originales como Elon Musk, que propone una semana laboral de setenta horas, o Jeff Bezos, con su popular tienda virtual  Amazon, cuyo inventario de productos es casi todo originario de China.

En estos cincuenta años de neoliberalismo, su clase media está en franca bancarrota, los colegios y universidades están llenos de estudiantes extranjeros, los norteamericanos de a pie, prefieren ser burócratas o contratistas, su agricultura e industria de construcción  está en  manos de inmigrantes latinos, el neoliberalismo desmontó su aparato productivo, creando el famoso “anillo de óxido”, donde ciudades como Detroit, Ohio, Michigan, Illinois,  antes pertenecientes al llamado “cinturón de acero”, hoy están en un franco declive económico, paradójicamente en este país en  crisis ha tenido 43 premios Nobel de economía.

Por la aplicación de este modelo especulativo, hoy su población presenta altos índices de obesidad, analfabetismo potencial y xenofobia, su gobierno, al no poder imponer sus directrices económicas a su antojo, ha creado una maraña de aranceles que han perjudicado fundamentalmente a sus propios productores;  hoy USA, es el país más endeudado del mundo, algo de esa frustración, nos ha tocado a nosotros, cuando nos descertifica e  incluye al presidente Petro  y algunos de sus funcionarios en la lista Clinton, por supuestamente no detener la producción de narcóticos, algo que ellos tampoco pudieron, ni siquiera con la  aplicación del famoso y costoso, “Plan Colombia”.

Ante esta impotencia estructural, se han declarado dueños del Caribe, un mar lleno de huracanes, borrascas y aguas traicioneras. Mientras tanto los “dealer”, siguen envenenando su población en las calles de sus ciudades, sin que nadie los detenga, y la codicia por la ganancia fácil de los narcóticos llenan, mientras tanto, las arcas de sus bancos y de la bolsa de valores, con su gran garrote le pegan a medio mundo.

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