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Las otras vidas de mi hermana Gloria

Por: Edgardo Ramírez Polanía
Escribir una novela sobre una hermana que aparece asesinada y darle al argumento un contenido humano e imaginario, con una profunda exploración de las relaciones humanas, es tarea para un escritor experimentado, que debe tratar con sutileza la vida y las creencias en ese mundo insondable la muerte.
En el libro “Las otras vidas de mi hermana Gloria”, el escritor Carlos Orlando Pardo, sostiene una lucha contra las fuerzas de la negación y de la angustia por esa experiencia mortal, donde queda la convicción ineludible, que la única ley del amor es su prodigiosa mutabilidad, que la única ley del dolor es su constante retorno y que la única ley de la conciencia es su portentosa inestabilidad.
Porque no hay dolor eterno, sino una suma de dolores cambiantes. No hay amor eterno sin una suma de amores que cambian de estímulo, de significación y de acento a lo largo de una misma existencia y no hay olvido en sentido riguroso, porque olvidamos qué era lo que habíamos olvidado. Todo fluye, todo pasa y todo se transforma, Sin embargo, en “Las otras vidas de mi hermana Gloria”, el dolor y los sentimientos permanecen más allá de la muerte.
Las otras vidas de mi hermana Gloria, es una novela de la historia de una mujer que vivió varias vidas en silencio. Gloria, la hermana ausente, se convierte en el centro de una narración que no busca revelaciones espectaculares, sino comprender lo que tantas veces se nos escapa y son las formas invisibles del afecto, los vacíos del recuerdo, las grietas de la memoria familiar donde aplazamos lo que nos debemos decir en el amor, las diferencias y la gratitud.
La novela escrita por Carlos Orlando, como hermano de Gloria, expresa lo vivido y lo perdido con la delicadeza de buen narrador que recorre los laberintos de su memoria, sin prisa, sin alardes, con un sentido de querer revivir un recuerdo imperecedero, con la reverencia de quien sabe que recordar también es una forma de amar aquello que nos alegra el espíritu.
Existe en esta novela una voluntad firme de estilo, una tersura en las formas y una prosa madura de quien sabe novelar. Pardo escribe con una prosa limpia, íntima y precisa, que se desliza sin estridencias, con la naturalidad de quien ha comprendido que el corazón humano se revela más en los detalles cotidianos que en las grandes declaraciones. En un tiempo donde las narrativas compiten por escandalizar o impresionar, esta novela se atreve a ser sutil, y ahí radica gran parte de su poder. Tanto así, que su sentimiento tiene rasgos de una propia espiritualidad que sabe darle diferentes tonalidades en su expresión.
He seguido de cerca la trayectoria de una parte de la extensa obra de Carlos Orlando Pardo, que valoro por su sensibilidad ética, su riqueza narrativa y su compromiso con las voces olvidadas, esas mismas que le correspondió vivir desde niño en su tierra natal del Líbano y que recordó con precisión en la presentación de la novela en la Feria Internacional del libro, como una de las novelas más entrañables, sensibles y depuradas de la narrativa reciente del escritor tolimense.
Hay novelas que llegan sin estridencias ni soslayadas pretensiones, como el verdadero amor, que es tal vez, el que se tiene hacia los hijos y que permanece. Tal es el caso de Las otras vidas de mi hermana Gloria, una obra que por la hondura de su narrativa, el conflicto, el argumento y la delicadeza de su forma, se ha abierto paso en la literatura colombiana y de España como uno de esos libros que no necesitan propaganda para hacerse inolvidables.
Esa novela fue distinguida con el Premio Internacional Gustavo Adolfo Bécquer, un reconocimiento que honra a la literatura colombiana por el cuidado de la palabra, el respeto por el lector, que Pardo sabe manejar como escritor y editor. Es un premio merecido para una obra que no se somete a las modas ni a los dictados del mercado, sino que se afirma en una tradición literaria donde el arte de narrar es también un acto de dignidad e independencia.
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Desde una perspectiva más amplia, esta novela aporta una voz necesaria que rescata lo femenino desde la complejidad, que no idealiza ni condena, sino que observa con empatía. Gloria no es una heroína, pero tampoco una víctima; es, como tantas mujeres en nuestra historia, una presencia esquiva, rica en matices, tejida con luces y expresiones de cariño, como son nuestras buenas mujeres del Tolima, hechas con la arcilla del amor y la música que brota de los pentagramas de nuestra música inmortal.
Es ahí, donde la novela adquiere su verdadera dimensión, su capacidad de hablar de lo común como si fuera extraordinario, de hacer de la memoria personal una experiencia universal, de recordar que todos, en algún rincón de nuestra vida, llevamos una Gloria; esa figura entrañable que amamos, pero que nunca terminamos de conocer y cuando muere no podemos olvidar.
Además de su obra narrativa, Carlos Orlando Pardo ha sido un promotor incansable de la literatura en el departamento del Tolima a través de Pijao Editores que ha publicado más de 1.000 títulos sin contar las centenares publicaciones de Caza de Libros de su hermano Pablo. Se destacan sus novelas La puerta abierta, El Beso del francés, Benjamín se fue a la guerra, Cartas sobre la mesa, Verónica resucitada, ensayos, cuentos que le han valido premios nacionales, e internacionales y hasta el doctorado honoris causa de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla.
Su labor al frente de publicaciones culturales, encuentros de escritores y proyectos editoriales lo convierte en una figura central en la vida intelectual del país. Las otras vidas de mi hermana Gloria es, sin duda, uno de sus libros más depurados y entrañables, y representa con creces lo mejor de su sensibilidad como escritor y como ser humano.
La familia Pardo Rodríguez está situada en lugar preferencial en la literatura tolimense, por la unión y la solidaridad y el amor que se vislumbra en los actos ejemplares que los unen y como dijo Nietzsche; escriben con su hermano Jorge Eliécer y su hijo Carlos con sangre porque es espíritu. Ese mismo que los ha llevado a ubicarse en un lugar prominente de las letras iberoamericanas.
En esta época turbulenta de choques entre intereses y las ideologías, sólo las artes permanecen por su importancia. Esta novela se impone por su contenido expresado en una narrativa exquisita, que debe servir de ejemplo a las futuras generaciones y aquellos que se creen dueños de todo, para que conozcan que existen escritores que piensan para la sociedad, que necesita de la cultura como una manera de perfeccionar los hábitos y las costumbres de los individuos para que puedan comprender mejor el mundo y ser mejores.
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