Opinión
La nueva estrella de la elección
Ahora el revuelo en los medios es por la llegada de Alejandro Gaviria al abanico de elecciones presidenciales. Periodistas comprados y de los otros, colegas políticos y gente del común aplaude en ovación esta nueva alternativa de tintes intelectuales y mesiánicos, contra los “radicalismos” que sufre el país. Las comillas son porque nos quieren vender que la polarización es entre dos partidos, cuando en realidad es entre los corruptos y los que no quieren más corrupción.
Personalmente, me es difícil confiar en un candidato fabricado como un producto comercial: le hicieron una campaña de expectativa de meses y luego un estallido propagandístico en todos los medios de comunicación. El libreto y la estrategia de marketing están cantados. Parece que lo hubieran escogido en un reality show del que eliminaron contendientes hasta entronizar al que más rating les puede dar.
Otro aspecto que me genera desconfianza es que muchos de los políticos que apoyaron a Gaviria apenas anunció su precandidatura antes apoyaban a Sergio Fajardo, solían defenderlo a capa y espada a pesar de su evidente quemada y su responsabilidad en Hidroituango. Ese raudo cambio de pareceres, más conocido en Colombia como voltiarepismo, hace parecer menos alternativos a estos personajes y más llenos de los vicios de la política tradicional. Ya sabemos que muchos de los que se declaran de centro son más bien de centro democrático.
De otro lado, no puedo evitar escuchar el nombre de Alejandro Gaviria sin recordar a Camila Abuabara, la mujer enferma de cáncer a quien el entonces ministro de salud torpedeó el tratamiento, lo que eventualmente causó su muerte. Gaviria privilegió los dineros de las EPS y el Estado e ignoró la salud de la joven, prueba de que desde ese entonces ha trabajado para los gremios y las arcas del establecimiento, no para el pueblo colombiano.
Lo último que diré del nuevo mesías de centro es que, a pesar de que lo venden como un académico intelectual de alto discurso y firmes argumentos, es intolerante con quienes piensan diferente. La prueba está en que ya bloqueó en Twitter a centenares de personas que osaron interpelarlo, algo muy cercano a la censura y definitivamente reprochable en un candidato a un cargo público. Si como precandidato calla a sus opositores, ¿qué haría como presidente? ¿Mandarnos al Esmad para que nos asesine y desaparezca? ¿Otro Iván Duque o Claudia López?
Todo parece indicar que Alejandro Gaviria es el nuevo candidato del establecimiento, el que se supone alternativo, pero está enquistado en las maquinarias del poder, uno cuyo objetivo es menos unir y más dividir a los votantes que en verdad desean un cambio. Habrá que esperar a ver si el colombiano promedio se deja deslumbrar con esta nueva meticulosa estrategia publicitaria.
Óscar Perdomo Gamboa
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