Está dispuesto el tinglado de la farsa...
Dispuesto el director, dispuesto el escenario, los comediantes, los actores, los espectadores...

Que empiece el melodrama :

La comediante presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, da comienzo a su histriónico papel,  reconociendo al fantoche Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Los dos peleles, autoproclamados presidentes, son reconocidos de manera inmediata como gobernantes legítimos de estos dos Estados latinoamericanos, por parte del aparatoso gobierno norteamericano, su criptocracia empresarial, sus fastuosos organismos diplomáticos y militares,  y desde su agencia de asuntos coloniales, el teatrino llamado O.E.A. -colmado de muñecos títeres y marionetas- se da con gran algarabía la aprobación y el  consentimiento a todo lo realizado y actuado por los bufos...

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Ninguno de estos actores "presidentes" obtuvo sus flamantes cargos mediante proceso electoral alguno, ni tuvieron que hacer amañadas encuestas, ni manipular las oficinas de registro, ni falsificar resultados electorales, ni comprar votos, ni encarcelar o asesinar contradictores políticos, líderes sociales, campesinos, estudiantes o defensores de derechos humanos. Tampoco contratar sicarios, ni establecer previos acuerdos con los narcotraficantes, las bandas de paramilitares, ni con las amplias mafias de contratistas, rábulas, picapleitos, plumíferos y comunicologos, que rodean, asesoran, direccionan y gestionan, todo proceso electoral en el llamado mundo libre. Es decir, no tuvieron que cumplir con el engorroso trámite que la "democracia" participativa y representativa le ha exigido a sus líderes y caudillos, como a Sebastian Piñera en Chile, a Lenin Moreno en Ecuador, Jair Bolsonaro en Brasil o a Iván Duque en Colombia. Actores consagrados en el teatro de la democracia que calificadamente fingen y simulan.

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No. A estos conspicuos personajes les basta el "reconocimiento" de sus supuestos roles de comprometidos "patriotas", que logran del gobierno de Donald Trump y se complacen en acatar todos los lineamientos y "recomendaciones" que les señale la Casa Blanca o la C.I.A, para contribuir al fortalecimiento de la democracia, permitiendo que continúe la jocosa función y que el apático,  desentendido, hipnotizado e idiotizado público aplauda el espectáculo de "la democracia"...