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El narcomenudeo: la otra mentira de los policías

El narcomenudeo: la otra mentira de los policías

Opinión

Por: Luis Orlando Ávila Hernández

El académico en leyes y en economía mexicano, Edgardo Buscaglia, que a veces dice hablar en nombre de la UNODC – ONU (Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito), pero que ésta desmiente categóricamente, ha precisado la realidad que muchos intentan ocultar o falsear: “‘La política en México’, a Buscaglia le gusta decirle a la gente, ‘es la forma más sofisticada de crimen organizado’ ".

De la misma manera la Policía Nacional, el organismo del control de seguridad política y social que poseen las elites que se arropan el poder y el gobierno desde inicios del siglo XX hasta hoy en Colombia, se jactan en repetirnos que el narcomenudeo es el fin del fin de los problemas sociales.

Es decir, sencillamente el narcotráfico no se ha tomado a la sociedad mexicana ni a la colombiana, como han pretendido que les creamos, solo que ésta, la sociedad política, es la forma más adelantada de esta tipo de negocio.

De ahí nuestra desgracia de violencia.

Los norteamericanos o gringos, empoderados por el poder sionista de la influyente y poderosa AIPAC judía en Washington DC, ha vendido la evidencia que la violencia y el desarraigo social en el que sucumben muchas de las ciudades y centros rurales de comercio de la pasta básica de coca en Colombia, es fruto de eso que ellos dieron en bautizar como el narcomenudeo.

De esa manera la sofisticada forma del crimen organizado que Buscaglia atribuye a la clase política latinoamericana, solo es la más reciente cara de la economía naranja para este insumo vital a los norteamericanos o gringos e incluso a los mismos judíos  que repueblan el mundo con la visión de su egoísta Dios otorgador de tierras ajenas.

El hecho que el narcomenudeo que antes se llamaba mafia, represente solo en ingresos por ventas 109 billones de dólares anuales en los USA, entre los que se cuenta además de la cocaína, la marihuana, el opio y las drogas sintéticas de la cuales se destaca el fentanyl, el poderoso opioide sintético que reemplazaría al vegetal y cuya manufactura principal se encuentra en China, hace que el discurso del narcomenudeo sirva únicamente para que ganen todos: policías y narcos.

Mientras tanto la adicción, como enfermedad publica, hace lo suyo: “…Los estudios más recientes reflejan un gigantesco incremento: el predominio de la marihuana entre escolares ha crecido 156,4 por ciento; el de la cocaína, 53,3; el del bazuco, 44,4 y el del éxtasis, 112,8 por ciento”  (Juan Gossain, El Tiempo, marzo 6 de 2019).

Así que el discurso del narcomenudeo solo sirve para sostener una burocracia armada muchas veces corrupta y a una avanzada del injerencismo norteamericano y judío en esta Colombia dominada por políticos, escala última del narcotráfico internacional.

En Ibagué y el Tolima, a diario se captura el narcomenudeo, evidencia de ello es la columna anterior “De verdad ¿Creerán que gobernarán?” aparecida el pasado 5 de junio en los portales Alaluzpublica.com y en elcronista.co

Las decenas del narcomenudeo que capturan a diario algunos policías honestos, de nada sirven dado que el  negocio, como la hidra, siempre tendrá nuevos brotes.

¿Así que cual es el afán de rebautizar la mentira?

Los policías por si solos, con o sin mentiras, no acabaran el boyante negocio del capitalismo religioso.

Ni el señor Petro con su alternativa de la educación, socavará esta pandemia del culto a la codicia y al amor al dinero.

Él como los policías que ha tenido bajo su mando, saben que los, las y les colombianos son proclives al consumo adictivo (para la muestra el violento fanatismo futbolero), pues su esencia antropológica es judeo- cristiana: el que peca, reza y empata.

A pocos días de ser condenado a cadena perpetua Joaquín Guzmán Loera alias el Chapo (cortico o enano), nada cambio en el cartel de Sinaloa ni en los cientos de mini carteles que se derivan de cada capo capturado hollywoodescamentepor los gringos en México o en Colombia.

El narcotráfico es un negocio en el que ganan latinoamericanos y gringos por igual.

Los judíos sionistas, mientras tanto administran propiedades en Argentina, sin una sola arma o sicariato.  Y ganan más que los colombianos y mexicanos.

Es el negocio socio.

El consumo de bazuco, cocaína u opiodes sintéticos es una opción de vida, el libre desarrollo de la personalidad, por eso debería ser legal, como legal es creer en un egoísta Dios que dicta robar tierras ajenas o acuchillar a un contrario fanático futbolero.

Lo demás es moral, como la mentira oficial del narcomenudeo.

Tan es así, que en Ibagué a solo 100 metros del Palacio de Justicia y a algo más de 200 metros de la Alcaldía de Ibagué y de la Gobernación del Tolima, se puede corroborar la tesis del mexicano Buscaglia.

No precisamente en las reconocidas hoyas de consumo, sino en los cocteles políticos y en los de la rama judicial vigilada por adiestrados policías expertos en combatir el narcomenudeo, pero no la forma sofisticada de la sociedad que nos tocó vivir.

De eso sabe bien el Chapo Guzmán, cuando a finales de este junio vaya a la cárcel de máxima seguridad en Florence, Colorado, USA.

De eso también saben todos los que lo sapiaron ante los jurados gringos: el mexicano “Vicentillo” (Vicente Zambada Niebla) hijo de su socio Ismael “El Mayo” Zambada y los colombianos Andrés López López del cartel del Norte del Valle, Juan Carlos Ramírez Abadía alias Chupeta, Jorge y Alex Cifuentes-Villa.

Por eso el partido Centro Democrático da en organizar marchas contra el poder judicial y a favor de sostener la mentira policial del narcomenudeo: su misión es fortalecer la forma más sofisticada del crimen organizado, la política gobernante, dicho en las mismas palabras del mexicano Edgardo Buscaglia

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