Opinión
El ego, un enemigo a vencer
Por Juan Bautista Pasten G.
Por lo pronto, el Yo se mueve entre la exaltación y la disminución, vale decir, entre la superioridad y la inferioridad, vale decir, hay personas que enaltecen su yo hasta el punto de considerarse imprescindibles, así como hay otras personas que se ocultan o esconden por encontrarse limitados o inferiores.
En lo inmediato, es necesario señalar que, a nuestro juicio, ambas instancias psicológicas son manifestaciones deficitarias de nuestra personalidad, pues, tanto una como la otra, generan anomalías personales y sociales. En efecto, el enaltecimiento y el empequeñecimiento del Yo son complejidades que, más temprano que tarde, pueden generar desequilibrios mentales, emocionales y colectivos.
Ahora bien, esta problemática del Yo, se halla presente, prácticamente, desde el origen del ser humano, podemos observarlo, incluso, en el pensamiento mítico y religioso (por ejemplo, en el mito de Narciso, de Ovidio y en hombres como Caín, Onán, Saúl y David en La Biblia, base del cristianismo). De hecho, de los textos mencionados, la psicología y la filosofía han rescatado conceptos y deficiencias como “narcisismo” (egolatría), “cainismo” (soberbia) y “onanismo” (autosatisfacción) entre otros.
Por cierto, es una temática interesante y atractiva, que amerita bastante más de un artículo. No obstante, sí podemos indicar y plantear formas preliminares de solución y/o armonización de manifestaciones que afectan negativamente la personalidad.
- (Puede leer: El propósito de vida)
Como dijimos líneas atrás, excelsos pensadores de todos los tiempos instan y motivan a superar y vencer el Yo deficitario y limitante, tanto en la instancia de supremacía como la del derrotismo. Ambas provocan desencuentros con uno mismo y con quienes nos rodean.
En este contexto, el psicólogo estadounidense Wayne Dyer en su libro “El poder de la intención”, propone 7 pasos para erradicar el dominio del Yo sobre nuestra vida:
- No sentirse ofendido por nada y por nadie. Lo que ofende ocasiona debilitamiento y apego a las circunstancias. Cuando te sientes ofendido, generas una energía destructiva en tu interior que impulsa a atacar, a contratacar y, por consiguiente, al conflicto permanente.
- Liberarse de la necesidad de ganar. Al ego le encanta dividir entre ganadores y perdedores. No es posible ganar todo el tiempo, siempre habrá personas más rápidas, más jóvenes, más experimentadas, más fuertes, más listas o más afortunadas que uno. Somos mucho más que el resumen de nuestras victorias o fracasos, de unas y otros obtenemos aprendizaje.
- Liberarse de la necesidad de tener la razón, podrás tenerla en algunos momentos, pero no en todos. Emanciparse de esto es como decirle a tu ego: “no soy tu esclavo”, además de preguntarte: ¿Quiero ser feliz o tener la razón?
- Liberarse de la necesidad de ser superior. La auténtica nobleza no consiste en ser mejor que otras personas. En realidad, se trata de ser mejor de lo que eras antes, centrarse en nuestro crecimiento constante.
- Liberarse de la necesidad de tener más. Por mucho que logres, obtengas o adquieras en la vida, tu ego insistirá en que no es suficiente, requiere más y más. Eres mucho más grande cuando estás capacitado para dar que para recibir.
- Liberarse de la necesidad de identificarse con los logros. El apego a lo que vas logrando y alcanzando, ocasiona, al mismo tiempo, el orgullo de que lo vas consiguiendo por ti y para ti mismo. En ese mismo momento acabas con tu serenidad y bienestar interno y, por tanto, también con quienes te rodean.
- Liberarse de la necesidad de fama y reconocimiento. La opinión externa es relativa y secundaria respecto de la propia, nunca podrás controlar lo que lo demás piensen de ti. La fama desconecta del real desarrollo y evolución, aquel que apunta al conocimiento integral y a la acción consecuente.
En consecuencia, el ego nos separa de nosotros mismos y de quienes están alrededor nuestro. La verdadera vida conlleva proyectarnos valóricamente hacia lo exterior, reconociendo en todo ser humano la posibilidad cierta de aprender y crecer.
- (Lea también: La ética para tiempos difíciles)
Como han dicho los grandes sabios de todos los tiempos, el Amor constituye la máxima expresión de Unidad, la cual permitirá avanzar hacia la consolidación de la verdadera humanidad.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús.
“Para pensar en la felicidad, debes incluir a quienes te rodean”. Anónimo.
“El poder de amar es mucho más grande que el amor al poder”: Bob Marley, músico jamaicano, siglo XX.
*Docencia e investigación en filosofía
Universidad de Chile
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