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El Concejo: ¿eunuco o masa?

El Concejo: ¿eunuco o masa?

 

Por: Iván Ramírez Suárez

@jiramirezsuarez

Dos ejemplos de la historia de la humanidad, muy distantes en siglos, nos dan luces para tratar de entender la irrazonable actitud asumida por las mayorías del Concejo Municipal de Ibagué, quienes pese a la difícil realidad económica, financiera y social que padece la ciudad, avaló las medidas alcabaleras y de endeudamiento fiscal presentadas en sesiones extraordinarias por el alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, antes de partir de viaje para Austria.

El primero, cómo bajo el dominio y auge del Imperio Turco Otomano (siglos XV y XVI) los sultanes cuando salían con sus ejércitos a dirigir las guerras expansionistas sobre Asia, Africa y Europa, dejaban los tradicionales harenes que tenían en sus castillos, bajo la custodia y guarda de subalternos eunucos, lo que les garantizaba que ninguna de sus féminas sería sometida a placeres sexuales, pues estos eran de su absoluta exclusividad.

El segundo, muy reciente, sucedió en Argentina bajo el gobierno presidencial de los esposos Kirchner, narrado por el periodista de investigación Diego Kabot, descubridor de los casos de corrupción conocidos como “Los cuadernos K”, quien como anécdota importante encontró por información de una de sus fuentes cercanas al entorno de poder de Néstor Kirchner, que éste le insistía siempre que él necesitaba a su alrededor “subalternos masa”, que obedecieran, no controvirtieran y aceptaran sumisamente sus órdenes, ya que él era el gobernante y jefe, y era el único con derecho a pensar y decidir. La anécdota, fue contada a medios internacionales por su colega argentino Hugo Alconada, al destacar y resaltar el magnífico trabajo realizado por Kabot y su decisión de judicializar los hechos de corrupción investigados y no hacerlos públicos, para evitar la manipulación de evidencias, pruebas y  testigos que podrían conllevar a la impunidad.

Nada circunstancial resulta entonces, para un hombre curtido en la actividad política como el alcalde Jaramillo, quien ha ascendido todos los peldaños de la escalera de la representación política colegiada regional y nacional, y en idéntico sentido ha ocupado la mayoría de dignidades que el poder Ejecutivo colombiano le permite a sus ciudadanos, ya sea por nominación o por la vía electoral, que ejerza el poder local haciendo gala de las enseñanzas históricas destacadas.

Como alcalde de Ibagué ha contado siempre en el Concejo con unas mayorías fluctuantes que respaldan sus proyectos e iniciativas, olvidando el órgano de representación popular que es un ente coadministrador y de control político y fiscal, atributos funcionales de origen constitucional y legal, que en el presente gobierno, así como en los de la totalidad de alcaldes elegidos popularmente, ha sido una función totalmente olvidada.

La consecuencia lógica de esta distorsionada actitud del cabildo, es que el sistema de pesos y contrapesos que debe existir entre el Alcalde y su par coadministrador, se pierde, ya sea porque los concejales que integran las decisivas mayorías al interior del Concejo, se convierten en eunucos al dejarse castrar funcionalmente por el ejecutivo a cambio de contratos, puestos para la clientela o corruptas comisiones económicas que les entregan terceros interesados en proyectos de Acuerdo sometidos a su aprobación, o terminan convertidos en concejales masa, gracias al fuerte carácter del gobernante, la influencia política que sobre ellos se ejerce o la abnegada sumisión que les produce réditos, más no conflictos y persecución.

El resultado: un Concejo eunuco y/o masa, sometido a la voluntad de un gobernante que protege su hacienda como un sultán y/o los utiliza al estilo Néstor Kirchner. Una constante que vive Ibagué hace muchos años, por equivocarnos al elegir.

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