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Derecho y justicia, legalidad y legitimidad

Derecho y justicia, legalidad y legitimidad

 

Por: Jairo Rivera Morales

En un simple 'Estado de derecho' lo inalienable es la legalidad. En un 'Estado Social de Derecho' lo inalienable debe ser la legitimidad. Ahora bien, la legalidad es derecho, pero la legitimidad es justicia. Existen leyes injustas, tremendamente injustas, que incluso formalizan el delito. En Colombia, por ejemplo, existen leyes que convalidan el despojo y la apropiación por la fuerza; es decir, formalizan la violencia. Pero el país formal no es el país real.

Santander se equivocó —pienso que de buena fe— cuando dijo que "las leyes nos darán la libertad". Ser "un país de leyes" no ha sido suficiente para que salgamos de la barbarie; no ha sido suficiente para que la democracia colombiana supere su lamentable condición de "orangután con sacoleva", de acuerdo con la definición de Darío Echandía. La violencia y la trampa nunca serán legítimas, aunque estén consagradas por la ley: lo argumentó  hace mucho tiempo un francés llamado Federico Bastiat. Pero la "democracia colombiana" es violenta y es tramposa: tramposa por violenta y violenta por tramposa. Y, doscientos años después de habernos declarado independientes, soberanos y libres, no salimos aún de ese círculo vicioso.

El derecho a la protesta, tanto como su sucedáneo, el derecho a la rebelión, muchas veces se practican para enderezar aquellas injusticias legalmente establecidas.

Lo más sagrado debería ser la justicia; es decir, el equilibrio entre la moral y el derecho. Porque la moral, como la existencia, no es un asunto personal. La moral, y la ética que la cataloga, la desarrolla, la consolida y la normativiza, son fuentes primigenias de la armonía social y de la paz. No en vano Aristóteles dijo que la política es la continuación de la ética.

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