Columnistas
Carrotanques Vacíos, Corazones Sedientos: La Realidad en La Guajira
Por: Jonathan Ortiz - Geólogo
La Guajira, una región marcada por la aridez y la desesperación, enfrenta una crisis que va más allá de la sequía: la corrupción. Los 40 carrotanques que deberían haber llevado alivio a las comunidades sedientas se han convertido en un símbolo de traición y abandono. ¿Cómo es posible que, en medio de tanta necesidad, la sed persista debido a la codicia y la falta de integridad?
Los datos son contundentes: el Gobierno pagó $46.800 millones por un contrato que prometía abastecer de agua a La Guajira. Sin embargo, estos vehículos permanecen inmóviles, como testigos mudos de la negligencia y la corrupción. Mientras tanto, los habitantes de La Guajira luchan por sobrevivir, viendo cómo sus esperanzas se evaporan junto con la escasez.
¿Cómo podemos aceptar que los más vulnerables paguen el precio de la codicia y la falta de integridad?
En La Guajira, la falta de agua no es solo una estadística. Son niños que mueren de sed, madres que lloran en la oscuridad y ancianos que luchan por sobrevivir. La corrupción no solo roba dinero; roba vidas y esperanzas.
Los niños de La Guajira merecen más que promesas incumplidas y carrotanques vacíos. Es hora de que la sed sea saciada, no solo con agua, sino con integridad y responsabilidad.
Los funcionarios públicos no son meros empleados; son guardianes de la esperanza. Su deber es servir a la comunidad, no llenar sus bolsillos.
Cuando los recursos destinados a aliviar la sed se desvían, cuando los carrotanques se convierten en símbolos vacíos, la confianza se quiebra.
Esta columna no es solo un lamento; es un llamado a la solidaridad. Que nuestras palabras se conviertan en acciones concretas. Que la corrupción no encuentre refugio en nuestra tierra. Que La Guajira, con su sed y su lucha, nos inspire a construir un país donde lo público sea verdaderamente loable.
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