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Ahora las prioridades son otras

Ahora las prioridades son otras

La sociedad de consumo, el desarrollo tecnológico, la necesidad de competir y de alcanzar altos índices de eficiencia, la emulación y el deseo de superar al otro, la ambición y la codicia; la riqueza, el poder y la fama, han llevado al ser humano a asumir conductas arrogantes, egoístas, provocadoras y agresivas, contrarias a la tolerancia, la solidaridad y la comprensión.

Pero la crisis que hoy vive el mundo, que ha cobrado ya muchas vidas y también ha desestabilizado las economías, nos ha puesto a pensar en que hoy, las prioridades son otras.

Entonces, la consigna del momento no puede ser distinta a tratar de sobreponernos a ella, por encima de las diferencias personales e ideológicas.

Hacer un frente común contra la propagación del mal y librar una batalla con decisiones concertadas, inteligentes y oportunas.

En las crisis muchas veces se actúa con egoísmo e indiferencia, cuando más se requiere de comportamientos amplios, altruistas y hasta heroicos si fuere del caso.

Paradójicamente, el planeta ha entrado en pausa en el diario acontecer, para que las personas vuelvan a estar en casa, departir en familia y conocerse mejor.

Varios días sin carro para reducir la contaminación y la accidentalidad, la congestión y la criminalidad en las calles.

Además, para prestarle atención a la salud e inventariar sus condiciones y carencias tanto en infraestructura, dotación hospitalaria, capacidad de atención como en la calidad del servicio.

Es un momento en el que el bienestar colectivo es más importante que el individual, pero éste a su vez depende del compromiso de cada quien con los demás.

La obligación de permanecer en casa y departir a manteles con los hijos; además de saludar y auxiliar al vecino con el fin de apoyarse mutuamente, fueron costumbres que entraron en desuso; ahora, las prioridades son otras.

El reconocimiento de la vulnerabilidad de los ancianos y de la gente mayor en general, hizo centrar la atención en un segmento poblacional prácticamente olvidado, y que en época regular era blanco de cuánto Ministro de Hacienda ha pretendido aliviar el déficit fiscal proponiendo gravar sus pensiones; si es que no, también, en algunas familias ni atención les prestaban, como anota Jorge Luis Borges en su poema "Ya somos el olvido que seremos...".

En esta crisis, hemos aprendido a reconocer en los médicos y el personal de la salud, su abnegada consagración al oficio, independiente del inmenso riesgo que él conlleva.

Y también, porque hoy día las prioridades han cambiado hasta los mensajeros y domiciliarios han reivindicado su estatus y su importancia ante el cliente.

Hemos dado la vuelta al mundo a través de los noticieros, sintiendo como nuestros sus enfermos y de paso hemos actualizado conocimientos en asuntos que de otra forma ni hubiésemos consultado siquiera.

Ahora, la sensibilidad es mayor porque las prioridades son otras.

Por último, ofrezcamos un réquiem a los fallecidos y un pésame a sus familiares, para quienes siempre habrá un lugar especial en el altar de nuestras oraciones.

  • Por: Carlos Alberto Estefan Upegui, Exgobernador del Tolima
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