Columnistas
Agrópolis: mucho más que limpiar la mierda
Por: César Picón*
Desde el principio del Gobierno el Alcalde Jaramillo planteó la necesidad de ordenar el territorio alrededor del agua, una propuesta sincrónica con la agenda mundial de desarrollo sostenible que, ante el evidente avance del cambio climático, debe convertirse en una prioridad para todas las ciudades.
Esa propuesta fue recogida en el proyecto “Agrópolis”, una apuesta que incluye cinco componentes que deben ejecutarse sin dilaciones para garantizar una buena gestión del recurso hídrico de la ciudad: protección de las fábricas de agua, sistema de acueducto, plan maestro de alcantarillado, plantas de tratamiento de aguas residuales y, por último, el aprovechamiento de las aguas residuales tratadas para ampliar la producción agrícola.
Nuestro Gobierno ha avanzado con determinación en esa ruta de sostenibilidad.
Protección de las fábricas de agua: “Bosques de paz”
Lo primero era evitar la ejecución de proyectos mineros contaminantes. Para ello, se propuso una consulta popular que fue frustrada por leguleyadas utilizadas por AngloGold Ashanti y luego se aprobó un Acuerdo Municipal que prohibió la mediana y gran minería en suelo ibaguereño. Con esto se ha logrado blindar a la ciudad –al menos por ahora- ante las más de 40 mil hectáreas que actualmente se encuentran concesionadas para minería.
Ya se han adquirido más de 480 hectáreas con fines de conservación ambiental que se suman a las áreas protegidas ya existentes en el Municipio. Dejaran de ser utilizadas para la producción agrícola y pecuaria para convertirse en verdaderos bosques protectores y reguladores del ciclo hídrico. Otras 520 hectáreas están en proceso de compra, todas en la cuenca del Combeima.
Más de 330 mil árboles han sido sembrados durante los 3 años largos del presente periodo de Gobierno, lo que garantiza que Ibagué siga siendo una ciudad verde que mitiga buena parte de los gases efecto invernadero que produce.
Acueducto complementario: el fin de un mito
En pocos meses estará terminada la obra que traerá del rio Cocora mas de mil litros de agua por segundo a la planta de la Pola, se habrá terminado el mito del acueducto complementario. También fue modernizada la bocatoma Combeima y ampliado el sistema que trae agua de la quebrada Cay. En plata blanca: este año los ibaguereños pasaremos de 2 mil trescientos litros por segundo de agua potable disponible a más de 3 mil quinientos litros por segundo. Eso definitivamente garantiza una condición indispensable para el crecimiento y desarrollo de nuestra ciudad.
Próximamente iniciaran las obras para llevar agua potable a los barrios del sur, proyecto que evitará que decenas de miles de ibaguereños de las comunas 12 y 13 sigan consumiendo agua con riesgo para la salud humana.
Alcantarillado y Plantas de Tratamiento de aguas residuales: recoger y limpiar la mierda
Tal vez sin saberlo, los ibaguereños todos los días estamos contaminando dramáticamente los ríos y quebradas que pasan por la ciudad, los mismos que aguas abajo dan de beber a muchas poblaciones. Cerca del noventa por ciento de las aguas residuales que producimos va directamente a las fuentes hídricas sin ningún tipo de tratamiento.
La falta de alcantarillado, colectores y plantas de tratamiento de aguas residuales, es una de las deudas más grandes que tiene la ciudad en materia ambiental y de salud pública.
En eso también hay grandes avances: ya se construyó el colector El Sillón, se está construyendo La Guadaleja y se tiene previsto la construcción de los colectores quintas 1 y 2, ferrocarril y el de la zona de expansión. Con esa infraestructura se podrá conducir las aguas residuales a la zona baja de la ciudad para su posterior tratamiento.
La topografía de Ibagué prácticamente obliga que la localización de las plantas de tratamiento de aguas residuales sea en la meseta de Ibagué. No es un capricho ni un guardado, la ley de la gravedad no pelea con nadie: las aguas van hacia esa zona de la ciudad. Allí se están diseñando dos plantas, una en el País y otra en inmediaciones de la hacienda El Escobal o sus sitios próximos, una vez construidas tendrán la capacidad de depurar 2 mil litros por segundo, que servirán para ampliar la frontera agrícola.
Rompiendo paradigmas en la meseta de Ibagué
Un empresario nos dijo una vez que la meseta de Ibagué solo servía para cultivar tres cosas: arroz, arroz y arroz. Efectivamente esa es la tradición productiva de una extensión de suelo rural que abarca alrededor de 28 mil hectáreas. En ocasiones también se combina con la ganadería.
El problema es la escasez de agua: semestralmente apenas se pueden sembrar alrededor de 5 mil hectáreas de arroz, lo que indica un desaprovechamiento de un factor de producción tan importante como es la tierra.
Si logramos aumentar la disponibilidad de agua en dicha zona, al menos más arroz se podría sembrar y, en un escenario ideal, los propietarios de tierras podrían optar por cultivos que consuman menos agua y generen más empleo. ¡Eso no es posible! Si lo es: ya tenemos cinco parcelas demostrativas en el sector de la Miel (meseta de Ibagué). A través de sistemas de riego por goteo, asistencia técnica y una decidida voluntad de trabajo de familias víctimas del conflicto asentadas allí, hemos logrado establecer cultivos de Maracuyá, Melón, Ahuyama, Papaya y Sandia, con valiosos resultados en términos de mano de obra empleada, mayor productividad por unidad agregada y menor consumo de agua. Falta obtener más datos, pero somos optimistas frente a los indicadores finales.
Si bien los ibaguereños somos privilegiados al contar con suficiente recurso hídrico para soportar el desarrollo de la ciudad, depende de cómo asumamos el reto de planificar su conservación, uso y aprovechamiento. No podemos caer en la desgracia del desarrollismo desenfrenado, de crecer a toda costa sin pensar en quienes nos sucederán. Los discursos populistas no caben aquí: el agua es nuestro insumo más precioso y todo lo que hagamos por protegerlo nos será generosamente premiado.
*Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de Ibagué
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