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Viajero venezolano aspira a llegar a la Patagonia en bicicleta
Su paso por la ciudad de Ibagué fue fugaz, Mikel Rivas un caraqueño de 28 años de edad, retomó camino hacia la ciudad de Cali, a donde aspira llegar el sábado en horas de la tarde, teniendo como reto atravesar La Línea.
Este hombre alto de contextura delgada y tez morena, dice que lo que lo movió a convertirse en viajero acompañado de su caballito de acero, fue la pasión de conocer y no la situación por la que afronta su país.
“Anhelo explorar y conocer mucho más Suramérica, saliendo inicialmente desde la ciudad de Barranquilla, dónde trabajé como vendedor ambulante, vendedor de tintos, lavador de carros y además, me encargué de trascribir documentos que me llegaban de abogados”.
Se considera un aventurero, por ello partió con solo una libra de arroz y comenzó a pedalear, atravesando la costa norte de Colombia. Llegó a Bogotá, donde fue acogido por unos amigos y por otros viajeros colombianos, quienes le han dado instrucciones de los horarios para andar por las carreteras de nuestro país y de los países por dónde pretende llegar en los próximos meses.
Con agrado recuerda que un contingente de militares que transitaban por el sector del Cesar, le brindaron su apoyo y en ese caserío una humilde mujer le dio agua y le permitió acceder a cargar su celular.
Pedaleando y pedaleando comenta que uno de los sectores más hermosos que tiene Colombia se llama Palomino, cerca de la Sierra Nevada de Santa Marta “es hermoso pues todos los colombianos deberían asistir a ese encuentro entre el mar Caribe y los picos que conforman las montañas de la misma Sierra, porque es otro mundo y el despertar con el sonido del mar es majestuoso”.
Aprendió a hacer manillas que vende a dos mil pesos, con esto genera ingresos para su manutención.
Entre aventones, ires y venires, se siente orgulloso de conocer Colombia más que cualquier otro ciudadano, pero ahora tiene el gran reto de cruzar la frontera con Ecuador, para llegar a Perú, donde le han dicho que debe tener mucho cuidado, ya que tiene que atravesar el largo desierto costero. Del mismo modo, en la ciudad de Huaquillas, dónde sus carreteras son planas y sin una adecuada iluminación, por eso dice que prefiere tardarse más, pero andar de día y buscar refugio en algún parador o caserío que encuentre sobre esa vía Panamericana.
El viajero venezolano, como el mismo se identifica, sabe que tiene otro reto más grande aún, porque al cruzar la frontera con Bolivia debe andar con cierta desconfianza. Lo anterior es debido a que las autoridades de ese país, conjuntamente con las chilenas y la Policía de Investigaciones del país austral, adelantan operativos para contrarrestar la cantidad de casos de narcotráfico que se presentan cuando bolivianos, peruanos y colombianos pretenden pasar droga a este país.
“Se que no debo recibirle nada a nadie y que debo andar sólo”, señala Mikel Rivas, sin embargo, a veces me detengo y me pregunto si estoy cometiendo una locura, el atravesar la cordillera de los Andes y las carreteras anchas y angostas, afrontando climas fríos y cálidos. Por ahora he tenido mucha suerte porque los colombianos son muy hospitalarios, pues muchos camioneros me han ayudado a acortar distancias”.
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Con su carpa, una cantimplora y otros elementos, espera llegar en varios meses a la ciudad de Ushuaia, capital de la provincia de Tierra del Fuego sur del continente y de Argentina, aun cuando se va encontrar con bajas temperaturas, siendo considerada la ciudad más austral del mundo.
Sabe que es un reto enorme, sin embargo, teme enfermarse, por eso carga consigo ropa térmica para afrontar el frio intenso y alimentos para generar grasa y carbohidratos en su cuerpo.
Su espíritu aventurero se dio por una decepción amorosa y señala que su madre es la culpable que él se haya convertido en viajero, porque ella lo apoyó para hacer esta larga travesía.
Su fiel compañero es un ukelele, instrumento hawaiano que interpreta para relajarse y pasarla bien. “Estamos en una sociedad consumista que nos enjaula… esto es un escape a la realidad. Aunque soy responsable, sé que esto es una salida con muchos riesgos, debo enfrentarlos, pero también los hay en las ciudades”.
"Uno debe ser humilde y lo más hermoso es viajar, soy entrenador de gym y esto me ayuda para cuidarme físicamente".
El Cronista.co le deseó mucha suerte en su aventura, a lo que el viajero señaló: “ando con los ángeles, aunque no soy muy creyente, ellos me van a llevar a coronar esta travesía de muchos meses”, terminó diciendo este joven venezolano, quien se montó en su caballito de acero para continuar con su largo recorrido.
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