Las voces de quienes hablan por los demás en especial en territorios abandonados las están callando, el asesinato de lideres y defensores de los derechos humanos no para y en ese tercer pico de la violencia como lo calificara la representante a la Cámara Juanita Gubertus tiene en jaque a muchas poblaciones, en especial los pueblos indigenas y PDET.

En Arauca el pasado 7 de julio asesinaron al ex concejal Raúl Alonso García, siendo el líder de la frontera la víctima número 100. El último hecho doloroso se registró en la frontera con Ecuador, en el Putumayo donde silenciaron otra voz más. 

"Este año ha sido mucho más grave que el año pasado, está cada vez peor, casi con los índices del peor año desde la firma del acuerdo de paz que fue 2019", aseguró Leonardo González, coordinador del Instituto de Desarrollo de Estudios para la Paz (Indepaz), que monitorea los homicidios en su observatorio.

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Aunque se manejan dos cifras frente a asesinatos de líderes sociales, las dos golpean muy fuerte la democracia. Para INDEPAZ son 101, para la ONU con corte al 31 de mayo habían podido verificar 21.

Al contrastarlas con las cifras del 2021, el panorama sigue siendo oscuro, entidades como la Defensoría del Pueblo informan de 145 asesinatos, para Indepaz 171 líderes perdieron la vida y en el Programa Somos Defensores documentó 139 decesos.

El genocidio indígena

De acuerdo a la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), han sido asesinados al menos 85 indígenas en el país, y más de 30 de ellos pertenecían al pueblo awá, el último hecho doloroso se registro el pasado 3 de julio cuando tres jóvenes indígenas awá fueron asesinados a tiros presuntamente por un grupo de disidencias de las Farc en el Resguardo indígena Inda Sabaleta, en Nariño.

Otros casos de violencia extrema son los vividos el pasado 24 de enero cuando disidentes de las Farc, columna Jaime Martínez asesinaron a Breiner Cucuñame, de 14 años asesinado solo unos días antes en el mismo resguardo, Las delicias, en Cauca, donde le habían quitado la vida a otro guardia indígena. 

Es una forma de mandar un "mensaje" al resto de la comunidad para meter temor a los jóvenes para que no se meten en la guardia indígena, el cuerpo tradicional de protección de las comunidades, pero también para aquellos que quieran levantar la voz, dijo a medios de comunicación el vocero de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), Óscar Montero,

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Están atacando a quienes "le están poniendo el pecho y la frente a todo el tema de violencia estructural que hay en los territorios, es decir al narcotráfico, al rearmamiento de las disidencias de las Farc y al paramilitarismo", enfatizó Montero, líder kankuamo de la Sierra Nevada de Santa Marta.

La esperanza de los pueblos indígenas está centrada en los nuevos diálogos y concertaciones del gobierno Petro, aunque tienen claro que en los primeros meses de su mandato la violencia se recrudecerá.