Actualidad
Sociedad de rebaños y pastores, en el apogeo y en la decadencia
Opinión.
Por Julio César Carrión.
"Respuesta a la pregunta:¿ Qué es la Ilustración?
Immanuel Kant
La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro.¡ Sapere aude!¡ Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter majorennes), permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia, un médico que dictamina acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré esforzarme. Si sólo puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea..."
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Históricamente ha sido enorme la cantidad de tutores, maestros, sacerdotes y todo tipo de líderes y caudillos, que han fungido como guías y orientadores de los más diversos grupos y comunidades.
Apreciados dirigentes de multitudes que, acusiosamente, han tomado sobre sí la tarea de conducir, llevar, orientar, guiar y supervisar el paso del rebaño humano hacia la felicidad, la paz, la dicha o la fortuna. Incluso estos ejemplares personajes se han esmerado en encaminarlos hacia la "libertad" y a la emancipación de todo yugo, es decir, hacia la mismísima "mayoría de edad"...
A pesar de dichos "esfuerzos" -o tal vez gracias a ellos- la soñada mayoría de edad de la humanidad se ha visto como algo irrealizable; ha tenido serios inconvenientes y dificultades, y no solo por la permanente y anacrónica presencia de las convicciones religiosas, sino también -particularmente en la llamada civilización occidental-, por la subordinación acrítica a los poderes establecidos.
Este sistema mundo-occidental siempre funcionó desde antaño, con la minoría de edad, con la subalternidad. Como resultado de la imposición en la estructura moral de las personas de la obediencia y la docilidad al poder establecido (temporal y divino) que enseñó (y sigue enseñando) el cristianismo.
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Los diferentes imperios subyugaron a la humanidad en la medida que contaron con ese poder hegemónico de la religión cristiana que les daba una gran capacidad cohesionadora y persuasiva.
Pero, hoy, a pesar de que este poder temporal y divino ha decrecido, a pesar de que el Vaticano ya no es tan poderoso como antes, pervive la minoría de edad debido al inobjetable triunfo de la sociedad del espectáculo, del capitalismo de masas, del rampante uniformismo gregario de las modas, de los gustos, a la imposición de nuevos mitos y "valores", como el ideal de "progreso", a las reales y supuestas certezas del cientismo y, en fin, por el llamado "pensamiento único", que occidente exporta y difunde planetariamente.
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